Es válido afirmar, por
tanto, que Ecuador construye una forma de capitalismo social con Estado bajo
poder ciudadano y que esto es un socialismo del siglo XXI.
Juan J. Paz y Miño Cepeda / El Telégrafo
En sus últimos enlaces
ciudadanos (363, 364, 365) el presidente Rafael Correa hizo algunas precisiones
sobre el socialismo del siglo XXI, que comenté en anteriores artículos. Sostuvo
que se fundamenta en la redistribución de los ingresos, que no pretende abolir
la propiedad privada de los medios de producción, que requiere de inversión
extranjera y de empresarios, que está con los trabajadores, y que impone la
supremacía del ser humano sobre el capital.
En ‘Pulso político’
(6/4/2014), que dirige Carlos Rabascall, el Presidente aclaró que el socialismo
del siglo XXI usa el mercado al servicio de la sociedad; que requiere de
“empresarios”, entendidos estos como gente emprendedora e innovadora; que no
hay respuesta fija para balancear la acción colectiva o la acción individual,
pues depende de cada sociedad; que la Constitución obliga a la propiedad
estatal en ciertas áreas; que es importante la acción del Estado y que “se
trata de transformar las relaciones de poder en función de las grandes
mayorías”.
Son las definiciones del
Presidente las que me han llevado a entender que el socialismo del siglo XXI es
un sistema que combina capitalismo social (nivel económico) y Estado popular o
ciudadano (nivel político), y que, por tanto, este “socialismo” es distinto al
marxista. Y creo que la fórmula es válida para la discusión. Porque entre las
izquierdas tradicionales y, sobre todo, entre las marxistas, hay persistentes
negativas a comprender que el “capitalismo social” existe, que es distinto al
que examinaron los clásicos y que ha sido capaz de solucionar problemas
sociales.
La forma más avanzada de capitalismo
social es el “modelo nórdico” (Dinamarca, Noruega, Suecia) del “sistema
escandinavo de bienestar”, que bien puede considerarse un verdadero “socialismo
del siglo XXI”, donde el Estado interviene para la redistribución de la riqueza
con altos impuestos; garantiza educación y medicina públicas, gratuitas y de
calidad; vivienda; altas pensiones de vejez y asistencia social. Son los países
donde mejor se vive en el mundo. Noruega ocupa el primer lugar en el índice de
desarrollo humano de las NN.UU. Y en Dinamarca se hacen huelgas y paros cada
vez que se pretende bajar impuestos, porque sus ciudadanos saben que con ello
peligra su excelente bienestar social.
Es válido afirmar, por
tanto, que Ecuador construye una forma de capitalismo social con Estado bajo
poder ciudadano y que esto es un socialismo del siglo XXI.
Esto no es más que una neosocialdemocracia.
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