Obama, luego de prometer
un “nuevo comienzo” con Cuba y levantar grandes expectativas, ha paralizado sus
tibias acciones del primer mandato para flexibilizar el bloqueo.
Ángel
Guerra Cabrera / LA JORNADA
Prominentes personalidades de la élite estadunidense han dirigido una
carta al presidente Obama en la que solicitan un replanteo de las relaciones
Cuba-Estados Unidos. Hecho inédito, la firman 44 ex altos funcionarios del
gobierno, incluyendo muy importantes jefes militares en retiro, varios ex
subsecretarios de Estado y ex secretarios de las administraciones de Bush padre
e hijo, así como de Obama, y algunos pesos pesados de los negocios, como George
Weiksner, vicepresidente del banco Credit Suisse, el azucarero Andrés Fanjul y
el magnate de origen venezolano Gustavo Cisneros.
La misiva es endosada por
el halcón John Negroponte, ex jefe de Seguridad Nacional de la
administración de George W. Bush, y por Moisés Naím, una de las más ponzoñosas
plumas antilatinoamericanas en activo.
Aunque no pida el
levantamiento del bloqueo ni que Cuba sea excluida de la ridícula lista de
países que apoyan el terrorismo, evidencia un consenso bipartidista sobre el
rotundo fracaso de la medida punitiva para derrocar a la revolución cubana.
La carta reconoce
tácitamente la profundidad del proceso de cambios en la economía de Cuba y en
ese sentido va en la dirección correcta.
Obama, constata,
flexibilizó el envío de remesas, los viajes familiares y las oportunidades
–bastante restrictivas, por cierto– para que los estadunidenses visiten la
isla, medidas que permitieron “contactos directos” entre los ciudadanos de
ambos países y “han empoderado a la sociedad civil cubana”. Pero aduce que
ahora tiene una oportunidad “sin precedentes” para ampliar esas medidas cuando
la opinión pública estadunidense (más aún la cubanoestadunidense, añado) apoya
mayoritariamente la normalización de relaciones con Cuba como demuestra una
encuesta publicada en febrero.
Sin embargo, advierte que
el tiempo cuenta, que esta “ventana de oportunidad” puede no estar abierta por
tiempo indefinido y señalando que en la actual coyuntura no es posible esperar
cambios hacia Cuba desde el Legislativo urge a Obama a eludirlo y actuar con
sus atribuciones ejecutivas; entre paréntesis, no son pocas.
Obama, luego de prometer
un “nuevo comienzo” con Cuba y levantar grandes expectativas, ha paralizado sus
tibias acciones del primer mandato para flexibilizar el bloqueo. Supuestamente,
la muy merecida condena a prisión en la isla del contratista estadunidense Alan
Gross es la causante del inmovilismo de la Casa Blanca. Sin embargo, esta no se
da por enterada de los tres cubanos antiterroristas que mantiene tras las
rejas. Un hecho totalmente injusto, además de la falta total de ética con que
la FBI se aprovechó para apresarlos de las pruebas aportadas por Cuba con muy
buena fe sobre las actividades terroristas desde Miami, ahora renovadas. Sin un
arreglo simultáneo y mutuamente convenido de esta situación humanitaria no es
posible avanzar hacia una normalización de relaciones.
“Estados Unidos se
encuentra cada vez más aislado internacionalmente en su política hacia Cuba”,
advierten los firmantes de la carta. Y es que a los tanques pensantes del
sistema imperialista estadunidense no se les escapa el unánime espaldarazo
latino-caribeño recibido por Cuba con su elección a la presidencia pro tempore
de Celac y la celebración de la cumbre de la organización en La Habana, el
fluido diálogo relanzado por la Unión Europea con la isla así como el alto
aprecio de que goza en los foros internacionales. Como tampoco subestiman el
constante incremento de las relaciones de Cuba con Rusia y China y el
ostensible respeto hacia ella de ambas potencias, a la vez que Estados Unidos
no puede aspirar a una relación medianamente civilizada con América Latina
mientras no comience a mostrar un cambio de su arrogancia en el trato hacia
Cuba. Es imposible imaginar una cumbre de las Américas sin la presencia de Cuba
y queda un año aproximadamente para que Washington lo digiera.
Pero como si no hubiera
en Cuba una revolución en el poder, la misiva propone sin recato aprovechar al
incipiente sector privado creado por el proceso de actualización cubano como
base de apoyo social para la política de Estados Unidos de instauración del
capitalismo en Cuba. Esperemos la respuesta de La Habana seguros de que no
habrá imposiciones imperialistas aunque sí disposición inteligente al diálogo.
No habrá otro camino en
Cuba que el decidido por el pueblo cubano. Que a nadie le quepa duda.
Son como fieras hambrientas... que actitud más deplorable la de los ricos gringos...
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