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sábado, 7 de junio de 2014

Costa Rica: Las expectativas de cambio en los inicios de un nuevo gobierno

El partido en el gobierno pide 100 días para hacer un balance de situación y proponer medidas, pero hay mucha impaciencia en quienes han visto alimentar sus expectativas tras muchos años de frustraciones.

Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica

Luis Guillermo Solís, presidente de Costa Rica.
Costa Rica está estrenando un gobierno sobre el cual se han abierto grandes expectativas. Como en buena parte de los países que han sido sometidos, durante años, a políticas signadas por el neoliberalismo, la corrupción y la ineficiencia, hay un hastío generalizado.

Pasa, sin embargo, que durante mucho tiempo la gente pareció no encontrar salida a ese estado de cosas. Eso no sucede, sin embargo, solo en Costa Rica: hay una naturalización de status quo y se piensa que, simplemente, no hay salida. Es lo que algunos han llamado “el triunfo cultural” del neoliberalismo, es decir, haber introyectado en la conciencia social e individual los valores y aspiraciones de este modelo de desarrollo, limitando el horizonte de alternativas.

Solo el hastío y el hartazgo mueve a la protesta generalizada y a la búsqueda de cambios. En Costa Rica, la gota que derramó el vaso fue el gobierno de Laura Chinchilla (2010-2014). La señora ex presidenta tuvo su parte de culpa en ese proceso, pero realmente el suyo fue un gobierno que dio continuidad a los que la habían precedido y que llevó a la acumulación de malestar.

En este contexto, la ciudadanía costarricense eligió a un partido que puede ser catalogado como emergente, el Partido Acción Ciudadana (PAC), que tuvo la virtud de no volver a postular a la presidencia a Ottón Solís, su fundador, quien había sido candidato en dos elecciones anteriores. Éste, estuvo a punto de ganarle la presidencia a Oscar Arias en las elecciones de 2006, pero su figura se desgastó por diversas razones, y su sustituto, un profesor universitario por el que poco apostaban al principio, logró canalizar las aspiraciones de cambio “equilibrado” que priva en Costa Rica.

En efecto, los costarricenses quieren un cambio, pero no quieren un cambio drástico. Esta situación se vincula a una tradición de moderación de la cultura política local, que apuesta por buscar las  soluciones negociadas, paulatinas y sin grandes convulsiones.

El Frente Amplio (FA), partido de ideología un poco más radical que la de del PAC, más vinculado orgánicamente con movimientos sociales y que se considera heredero del movimiento comunista histórico costarricense, movimiento de por sí sui géneris en el contexto del movimiento comunista internacional, logró atraer a una buena porción del electorado, y disparó alarmas que llevaron a la formulación de una verdadera campaña del miedo, similar a la que se ha orquestado en otros países en circunstancias parecidas.

En este contexto, el electorado costarricense se inclinó por quien prometía cambiar, pero no tenía la imagen de radical que le montaron al FA. No por ello las expectativas fueron menores. Pero el PAC es un partido con limitaciones pues está compuesto por fuerzas políticas disímiles, a veces, incluso, contrapuestas entre sí. Tuvo, también, un comienzo difícil, pues heredó una huelga de educadores que duró un mes, y que erosionó algo del entusiasmo con el que se recibió a la nueva administración.

Como partido “de centro”, el PAC es oscilante. Esto ha quedado en evidencia en la Asamblea Legislativa, en donde su política de alianzas se decantó, en esta primera legislatura, por una inclinación hacia la izquierda, pero que a poco más de un mes de establecida parece empezar a hacer aguas.

El partido en el gobierno pide 100 días para hacer un balance de situación y proponer medidas, pero hay mucha impaciencia en quienes han visto alimentar sus expectativas tras muchos años de frustraciones. Mientras tanto, como buenos viejos zorros, los partidos tradicionales aguardan agazapados después de la tunda que les propinaron en las elecciones pasadas, pero afilan las uñas y no tardarán en pasar a la ofensiva con vistas a recuperar lo perdido en las próximas elecciones.

Los costarricenses buscan, encuentran, se entusiasman y se desencantan. Nada, tampoco, muy diferente a lo que ocurrió en años pasados en Bolivia, Ecuador o Argentina, en donde subieron y bajaron presidentes. Se sabía lo que no se quería, pero no se sabía cuál era la alternativa. Este es el primer tanteo de los costarricenses, tal vez el inicio de un período en el que, ojalá, no se tarde mucho en encontrar lo que se anda buscando.

3 comentarios:

  1. En efecto, la llegada de Luis Guillermo Solís me parece alentadora, ya que los costarricenses y el modelo de desarrollo que se establecía hacia la consolidación de medidas neoliberales y con ello, la concentración de la riqueza en pocas manos. Hay demasiado por hacer en el país. Desde la pobreza y el desempleo hasta la reestructuración de la institucionalidad nacional tan ineficiente y corrupta. Se incluye asimismo en el Plan Rescate la problemática referida a la infraestructura vial, la seguridad ciudadana y la puesta en marcha de un plan con la finalidad de resolver los conflictos regionales. Pienso que hay que dar tiempo al proceso gubernamental y legislativo. Los costarricenses tenemos voz en las redes sociales para que se logren las transformaciones solicitadas y cómo no urgentes. El Presidente Solís Rivera es una persona sumamente abierta, excepcionalmente inteligente y prudente. Creo que la esperanza de las transformaciones en Costa Rica pueden ser realidad.

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  2. Tres veces fue candidato Otón Solís.Efectivamente los partidos tradicionales harán lo imposible porque este gobierno no llene las expectativas creadas y es muy posible que el PAC contribuya a ello con una fuerte cuota. El FA debe estar preparado para convencer al electorado de que el fracaso se debió a seguir en lo mismo, la falta de audacia y determinación para corregir el rumbo. El FA debe convencer que tiene lo que le faltó al PAC para el cambio verdadero y jamás costa Rica debe volve a confiar en el PLUSC.

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  3. Aún es temprano para calificar la labor gubernamental. Por lo que se va viendo, atisbo que este Gobierno podría insinuar un estilo de gobernanza, fundamentada en la ética, la eficiencia y la eficacia. Pero eso: un "atisbo". No están las condiciones materiales como para que se avanzara hacia más: una Asamblea ultradividida impide la negociación expedita, de feria con un PAC con tan pocas diputaciones. Muy posiblemente no haya la suficiente claridad programática en el PAC, de manera que la realidad pondrá a ese partido a dar tumbos. Para colmo, un equipo de gobierno con heterogénea composición.

    Habrá de todo en esta coyuntura. Para que las cosas se vayan aclarando, se necesitará. mucho tiempo. Y, mientras tanto, como decía un amigo spenceriano, ¡a jodernos!

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