Los
judíos, pueblo históricamente marginado y aborrecido, se merecen algo más que
un Estado como el que manejan los genocidas sionistas hoy en el poder, tanto en
Tel Aviv como en Washington.
Marcelo Colussi /
Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad de Guatemala
Declaró una vez Sergei Gornostayev, soldado israelí que se negó a tomar parte en el
actual conflicto de Israel con El Líbano:
"Comencé lentamente a comprender el sentido de las políticas israelíes y
de la ocupación, y empecé a involucrarme, más o menos activamente, en la acción
política de la izquierda. También decidí negarme a prestar el servicio de
reserva. Creo que lo obvio y más irritante de esta guerra es su falta de
sentido. Para todos está claro que no hay conexión entre los dos soldados
capturados por Hezbollah y la operación en El Líbano. Hoy, después de un mes,
incluso ni los ministros recuerdan mencionar a esos pobres muchachos, y están
buscando justificaciones para el conflicto". Es decir: hay más de un
judío que no avala la agresión que realiza Israel contra los palestinos, ni contra
ningún punto del Medio Oriente, aunque la imagen mediática dominante es que
todos los judíos están en una guerra –justa y necesaria, por otro lado– contra
sus vecinos.
¿Por
qué el Estado de Israel se ha transformado en una potencia agresora, militarista,
invasora? ¿Por qué esa guerra perpetua que mantiene con sus vecinos árabes?
¿Por qué está armado hasta los dientes, y siempre dispuesto a utilizar ese
armamento? Dicho sea de paso: con un potencial nuclear –oficialmente negado y
siempre imprecisamente conocido– que lo coloca como la cuarta o quinta potencia
atómica del mundo, con alrededor de 400 cabezas atómicas.
"Los
árabes", expresó en alguna ocasión el ultraderechista mandatario israelí
Ariel Sharon, "sólo entienden la fuerza, y ahora que tenemos poder los
trataremos como se merecen". "Y como solíamos ser tratados",
agregó con mucha perspicacia el politólogo palestino-estadounidense Edward
Said. Hay un axioma psicológico que dice que "se repite activamente lo que se padeció pasivamente". ¿Habrá algo de eso en esta historia?
Pareciera que no hay mayores diferencias reales entre Auschwitz y el ejército
de ocupación israelí en cada zona que "recupera".
¿Qué
ha pasado ahí que el colectivo judío, de víctima de una segregación histórica
milenaria, y víctima de las peores atrocidades durante el período nazi en la
Alemania de los años 30 del siglo pasado, pasó a ser ahora un azote para sus
vecinos árabes del Medio Oriente? ¿Cómo y por qué ha pasado de víctima a
victimario? Su posición de potencia militar regional, su alta belicosidad, el
martirio a que somete al pueblo palestino, ¿tiene que ver con un real derecho a
defenderse, o hay algo más? ¿Es legítima defensa contra el "monstruoso
terrorismo" al que se ve sometido? Dicho sea de paso, más allá de la insidiosa
campaña mediática que ha transformado al siempre mal definido terrorismo en una
nueva plaga bíblica, los datos duros indican que debido a acciones que podrían
llamarse "terroristas" muere
un promedio de 12 personas diarias en el mundo, el 0,1% de los que mueren de
hambre.
La
explosiva situación de Medio Oriente, seguramente la región más convulsionada
de todo el planeta, lejos está de explicarse por motivos religiosos. Se juegan
ahí otros intereses. Económicos básicamente: ahí están las principales reservas
de petróleo del mundo. Israel no las tiene, ni en su geoestrategia aparece como
la principal potencia ávida de esa materia. Si presenta esa belicosidad,
siempre mostrando los dientes y lista para entrar en combate, ¿será que el
pueblo judío, históricamente discriminado y víctima del escarnio, ha cambiado
tanto, ha pasado a ser tan perverso, tan maléfico? ¿A quién favorece esta
guerra perpetua que parece no tener fin? ¿Por qué el gobierno de Estados Unidos
está tan involucrado en esto, proveyendo armamento a Tel Aviv por valor de
3.000 millones de dólares anuales? (la mayor ayuda militar que otorga
Washington en todo el mundo). ¿Con qué necesidad el estado de Israel es una
potencia nuclear?
La prensa occidental de
las grandes corporaciones mediáticas nos tiene acostumbrados a presentar la
convulsa situación del Medio Oriente como producto del terrorismo islámico del
que es víctima el estado de Israel. Pero como dijo Adrián
Salbuchi: "Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel han
declarado a Hamas y Hezbollah como "organizaciones terroristas".
Conviene recordar, sin embargo, que el origen de las Fuerzas de Defensa
Israelíes (el Ejército de Israel) surge de la fusión en 1948 de tres grandes
organizaciones terroristas: los grupos Stern,
Irgun y Zvai Leumi que previo al surgimiento del Estado de Israel, perpetraron crímenes
terroristas como el asesinato del mediador de la ONU en Palestina, Conde
Bernadotte (organizado por la guerrilla a cargo de Ytzakh Shamir, luego primer
ministro israelí), y el ataque terrorista con bombas en 1947 contra el Hotel
Rey David de Jerusalén, sede de la comandancia militar británica (perpetrado
por la guerrilla de Menahem Beghin, luego también primer ministro israelí). Una
de dos: o todos estos grupos –Hamas, Hezbollah y Ejército Israelí–
son catalogados como "fuerzas de defensa"; o son todos catalogados como "grupos terroristas".
Y conviene recordar
también que las voces más racionales surgidas de entre judíos, como la de Ytzakh
Rabin, ex primer ministro que buscaba un entendimiento con sus
vecinos árabes, fueron silenciadas por los fundamentalistas guerreristas que
tienen secuestrado el estado israelí. Rabin –como dijo Saluchi– "fue acribillado a balazos en Israel NO
por un terrorista musulmán; NO por un neonazi; sino por Ygal Amir, un joven militante sionista israelí estrechamente vinculado al
movimiento ultra-derechista de los colonos, y próximo al Shin-Beth, el servicio
de seguridad interna israelí". Si alguien no quiere la paz en esta
zona, parece el gobierno israelí precisamente.
No todos los judíos
avalan esta política agresiva y pro-estadounidense. Hay voces, como la de Ytzakh
Rabin, como la del soldado Sergei Gornostayev que citábamos más
arriba, y la de tantos otros, que no comparten el sionismo ultra derechista que
busca ser el gendarme nuclear de la región, haciéndole el juego a los intereses
petroleros estadounidenses y británicos. "Toda
la humanidad se encuentra horrorizada ante el terrible sufrimiento en el Medio
Oriente. Inocentes de ambos lados están siendo barridos en un espiral de al
parecer interminable derramamiento de sangre. El mundo busca una solución. El
reclamo de Israel de representar a los judíos del mundo vincula a todo nuestro
pueblo a los actos de violencia del estado en contra del pueblo Palestino. Esta
es una frustrante y vergonzosa mentira. Nada puede estar más alejado de la
realidad. No hay necesidad para los judíos de ser vistos como los enemigos del
mundo islámico", dice, por ejemplo, la organización judía no
gubernamental "Judíos contra el sionismo". De todos modos, esas voces
quedan silenciadas dentro del mismo estado de Israel, y opacadas en el
concierto internacional. El discurso "oficial" dominante es que
Israel es víctima del ataque indiscriminado del fundamentalismo musulmán,
siempre sanguinario y visceralmente anti-judío.
Pero "Israel está haciendo perder el
capital de compasión, de admiración y de respeto que el pueblo judío merecía
por los sufrimientos por los que pasó. Ya no son dignos de ese capital", manifestó el
portugués Premio Nobel José Saramago. Afirmación fuerte, demasiado fuerte quizá. Lo
importante es no perder de vista que judíos no es equivalente a Estado de
Israel. El enemigo, que quede claro, no es el pueblo judío.
¿Qué
es el terrorismo finalmente? ¿Poner una bomba en un lugar público? ¿Atacar un
país en nombre de la libertad para robarle sus recursos? ¿Hacer de la
fabricación de las armas el principal negocio del mundo? Si Israel está
enclavado en esta problemática zona como valuarte del antiterrorismo,
evidentemente su función no se cumple muy bien que digamos, porque los grupos
integristas, en vez de disminuir, crecen a diario. La violencia, otra verdad
que nos entregan las ciencias sociales, se alimenta de violencia. "El
ojo por ojo", como dijo
Mahatma Gandhi, "nos dejará ciegos a todos".
Valga agregar que con
la estructura económico-social que presenta nuestra aldea global –no muy justa,
por cierto– actualmente se dan a nivel planetario 6.000 muertes diarias por
diarrea, 11.000 muertes diarias por hambre, 3.800 personas mueren a diario por
la infección de VIH/SIDA, mientras que cada día personas 150 fallecen por
consumo de drogas y otros 720 seres humanos mueren por accidentes
automovilísticos, en tanto que el siempre mal definido "terrorismo"
produce en promedio, tal como se decía más arriba, 11 muertes diarias.
Sin
llegar a la afirmación de Saramago, quizá podemos decir que los judíos,
víctimas del infame Holocausto en que murieron 6 millones de ellos, siguen
siendo dignos de respeto como colectivo, y su masacre a manos de los nazis
continúa siendo una vergüenza histórica para toda la humanidad (como lo son las
víctimas de cualquier holocausto: los armenios a principios del siglo XX, los
25 millones de soviéticos durante la Segunda Guerra Mundial, los
mayas-guatemaltecos en la guerra civil de la década de los 80 con la política
de tierra arrasada, los hutus en la carnicería de Ruanda, los palestinos
masacrados por el ejército israelí, etc., etc.)
Los
judíos, pueblo históricamente marginado y aborrecido, se merecen algo más que
un Estado como el que manejan los genocidas sionistas hoy en el poder, tanto en
Tel Aviv como en Washington.
Esa cifra de seis millones de judíos asesinados en el holocausto está siendo duramente cuestionada.
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