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sábado, 2 de agosto de 2014

Argentina y los fondos buitres

Los fondos buitres no quieren arreglo, quieren todo o nada, en unas condiciones leoninas que Argentina no puede aceptar porque provocaría que otros tenedores de deuda reclamaran las mismas condiciones.

Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica

Los buitres del capitalismo quieren "todo o nada".
En el estadio actual de desarrollo del capitalismo domina el capital financiero, al que lo caracteriza la especulación. Se siente cómodo el capital, libre de las ataduras de los bienes materiales, de las incomodidades de la producción.

La especulación del capital financiero ha llevado al borde del abismo a países de todo el orbe y ha pauperizado la vida de millones de personas. Organismos financieros internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, por ejemplo, actúan como sus comparsas o, mejor dicho, como parte de un sistema en el que, tanto el capital especulativo como ellos ocupan un lugar y juegan un papel. Igual pasa con las llamadas evaluadoras de riesgo que, como ya se ha demostrado, clasifican a los países en función de cuán bien se amolden o no a los designios de las normas establecidas por este sistema.

De más está decir que el sistema trabaja para que el capital gane. Al capital le interesa reproducirse, crecer, no necesariamente producir. Produce solamente si no tiene otro ámbito en el cual crecer. En el espacio de la especulación financiera crece, generalmente, mucho, sin producir nada. Los grandes capitales especulativos provienen de muchas partes. ¿Quién podría imaginarse que los fondos de pensiones de los dulces abuelitos de Noruega, por ejemplo, pueden comportarse como fondos buitre, es decir, como inmorales y avorazados capitales especulativos?

No hay, pues, imágenes de piratas con un parche sobre el ojo tuerto ni banderas con calaveras y tibias cruzadas: los que manejan los fondos buitres son señores de traje y corbata, ejecutivos perfumados que comen en los mejores restaurantes, navegan en yate por el Mediterráneo y  se reúnen en los más sofisticados edificios de Nueva York. Son, sin embargo, implacables. Tienen la sartén por el mango y eso los hace prepotentes y abusivos.

Argentina logró reestructurar un muy alto porcentaje de su deuda internacional a la llegada de Néstor Kirschner al gobierno, pero un 7% quedó en manos de estos especuladores. Las condiciones de negociación con ellos son pésimas, empezando por el hecho que se dejan abierta la posibilidad que sea un juez de Nueva York quien dictamine en caso de reclamos como los que se han presentado ahora, y aunque el juez norteamericano que dirime la disputa ha ordenado reiteradamente que las partes negocien, no se llega a consensos: los fondos buitre no quieren arreglo, quieren todo o nada, en unas condiciones leoninas que Argentina no puede aceptar porque provocaría que otros tenedores de deuda reclamaran las mismas condiciones.

Hace quince días, cuando se reunieron los países del llamado BRICS en Brasil, decidieron crear un banco que funciones con capital propio y bajo otras reglas que las establecidas en el orden económico vigente.

Viendo lo que sucede con Argentina se entiende la importancia que está decisión tiene, y la necesidad de dar pasos concretos en la estructuración de un nuevo orden económico mundial. Es, claro está, solamente un paso, pero da una buena señal de hacia dónde debe caminarse.

Cuando se habla del contrapeso que países como los BRICS pueden generar con este tipo de decisiones como la creación del banco, se está haciendo referencia precisamente a situaciones como esta, generadas por quienes son los únicos beneficiarios de un sistema en el que ponen las reglas  de acuerdo a sus propios intereses.

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