La Iglesia admitió que el Vaticano fue
sede de encuentros secretos entre Estados Unidos y Cuba, y que el Papa fue un activo mediador. Las ideas de
Francisco y la nueva política internacional que busca imponer.
Washington
Uranga / Página12
El Papa Francisco cumplió un papel clave en las conversaciones entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba. |
Desde que Jorge Bergoglio asumió, el 13
de marzo del año pasado, como máxima autoridad de la Iglesia Católica,
convirtiéndose en el papa Francisco, no sólo incluyó en su agenda la reforma
profunda de la misma Iglesia, la búsqueda de mayor transparencia y el diálogo
con la sociedad retomando la tradición del Concilio Vaticano II, sino que se
propuso, para el catolicismo y para él mismo como pontífice, una activa
participación en el mundo convulsionado de las relaciones internacionales, en
particular en la búsqueda de la paz. El reconocimiento que tanto Barack Obama
como Raúl Castro hicieron al unísono, agradeciendo los buenos oficios de
Francisco para llegar al acuerdo anunciado ayer entre Cuba y Estados Unidos, es
una demostración más de su intención y ratifica al mismo tiempo el rumbo
elegido por Bergoglio. Ambas partes manifiestan que Francisco se involucró
directamente, junto a los dos mandatarios, en la búsqueda de alternativas,
promoviendo el diálogo y participando activa y personalmente en varias
instancias de conversación.
La Santa Sede admitió oficialmente que
en octubre pasado el Vaticano fue sede de un diálogo de alto nivel entre Cuba y
Estados Unidos, para el cual la Iglesia actuó ofreciendo sus “buenos oficios”,
lo que bien puede traducirse como una mediación político diplomática. Francisco
siguió de cerca, paso a paso, cada uno de esos diálogos y se comunicó
directamente tanto con Obama como con Castro. La historia dirá que este camino
que ahora transitó Bergoglio durante 18 meses de negociaciones, bien se pudo
haber iniciado el 19 de noviembre de 1996 cuando Juan Pablo II recibió en el
Vaticano a Fidel Castro y se comprometió a visitar Cuba, algo que hizo en marzo
de 1998.
Bergoglio está convencido de que parte
de su labor como Papa es contribuir a la paz en el mundo, ayudar a la
eliminación de los conflictos, disminuir las tensiones y las controversias.
Cree que es parte del trabajo que hoy tiene que hacer la Iglesia Católica y que
él debe asumir personalmente. Pero va más allá. Recogiendo también una
intuición de Juan Pablo II sostiene que la búsqueda de la paz debe ser una
acción conjunta de las grandes religiones monoteístas. Ese es el motivo de los
esfuerzos de Bergoglio para afianzar el diálogo interreligioso y encolumnar a
los grandes líderes religiosos del mundo detrás del objetivo de la paz.
Pero la Iglesia Católica tiene una
particularidad respecto de las otras religiones. Es la única confesión
religiosa que además de representar a 1400 millones de fieles en todo el mundo,
a la vez cumple también el rol de un actor político diplomático internacional.
El Vaticano es el Estado más pequeño del mundo, pero su influencia y su peso
político no se equipara con sus dimensiones territoriales. Actualmente 179
países mantienen relaciones internacionales con la Santa Sede. Vale recordar
también que en 1978, cuando Karol Wojtyla llegó a Roma como Juan Pablo II, sólo
84 países tenían relaciones con el Vaticano y entre estos no se incluían las
que en ese momento eran las dos grandes potencias: Estados Unidos y la Unión
Soviética. Con Estados Unidos solo en 1998 las relaciones alcanzaron un nivel
pleno y en ello tuvo su influencia el peso de los católicos norteamericanos. En
el acercamiento a Rusia, con quien la Santa Sede estableció relaciones en el
2010, mucho tuvo que ver la Iglesia Ortodoxa Rusa.
Francisco está empeñado en hacer
contribuciones a la paz, se compromete personalmente y envuelve a la Iglesia
Católica. Pero como buen estratega que es, no pierde de vista que el camino
elegido entraña riesgos y está dispuesto a correrlos. Llegó a puerto seguro en
los “buenos oficios” realizados entre Cuba y Estados Unidos. Los analistas
internacionales aseguran que jugó un papel muy importante en Siria el año
anterior. Hasta ahora no le fue de la misma manera en su búsqueda de acercamiento
entre Israel y Palestina. Se sabe que también intentó facilitar el diálogo
entre Corea del Norte y del Sur, si bien no se han visto resultados por el
momento. Francisco también hace gestos permanentes hacia China, con cuyas
autoridades quiere avanzar en diálogos tanto por razones políticas como para
permitir el avance del catolicismo en aquel país.
De parte de Obama, además de reconocerle
autoridad al Papa para mediar en el conflicto con Cuba y de facilitarle una
salida para una situación difícil y para la que el presidente norteamericano
había prometido una solución, también puede haber jugado otro factor: por
influencia de la migración latina, el 24 por ciento de los norteamericanos se
confiesa hoy católico. Y el catolicismo sigue creciendo en aquel país.
Tampoco habría que perder de vista que
en el discurso de Francisco, la cuestión de la paz no está apartada de la
búsqueda de la justicia. En su prédica Bergoglio insiste de manera permanente
en esta vinculación y la búsqueda de la paz no se desliga de otras cuestiones
como las migraciones y la pobreza. En los documentos de Francisco paz y
justicia social aparecen siempre estrechamente vinculados. El lema propuesto
para la Jornada Mundial de la Paz que la Iglesia celebrará el 1º de enero del
2015, así lo pone de manifiesto: “Ya nunca más esclavos, sino hermanos”.
Es bienvenido este acercamiento facilitado por el Papa Francisco. Pero se siente un acto de hipocresía de parte Obama, cuando al mismo tiempo aparecen listas de personeros del gobierno venezolano en una lista negra, sancionados por el gobierno de los EE.UU. con el más descarado acto de inmoralidad.Los gobiernos de los EE.UU. deben pedir perdón ante el mundo por tantos genocidios cometidos a través de la historia. Esperemos que el Papa Francisco no se encelle en pequeño acto de acercamiento, que a pesar de todo facilitó la libertad de tres cubanos privados en forma injusta y perversa de su libertad por casi dos décadas. Atentamente, Prof. Celestino Flores UDO-FORJA-GUAYACAN, etc
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