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sábado, 24 de enero de 2015

Argentina: Estamos dispuestos a cualquier esfuerzo para que el camino sea de profundización y no de restauración

El Gobierno debe y puede actuar rápidamente iniciando un proceso de disolución de la relación carnal que existe entre los servicios de informaciones y la justicia federal; relación que, por supuesto, no nace con este Gobierno, como dicen algunos, sino que la venimos soportando desde el ’76.

Nicolás San Marco* / Especial para Con Nuestra América
Desde Buenos Aires, Argentina

En torno a la muerte del fiscal Alberto Nisman
se mueven intereses políticos y mediáticos.
Tiene razón el diario La Nación cuando dice que “el deceso del fiscal no es un hecho aislado”. Claro que la sentencia continúa aduciendo que “ocurre en un turbio contexto (…) donde lo que menos parece importar a los funcionarios es la necesidad de verdad y justicia”. Por supuesto, coherentes con una línea editorial plagada de constantes llamados a la desestabilización política permanente y a la búsqueda de la destitución presidencial, lo hace, precisamente, semanas después de gritar a los cuatro vientos que en Argentina los Derechos Humanos son una bandera “politizada” que utiliza el Gobierno para seguir legitimándose en el poder. Ya no es curioso ni llamativo descubrir este tipo de andanzas mediáticas por parte de corporaciones de -des- información como éstas. Tampoco lo es el llamado de Mauricio Macri, colgándose de las instrucciones editoriales de Joaquín Morales Solá, a que “no nos gane el miedo ni la resignación”. Sabemos que el miedo y el terror fue una de las banderas más preciadas que ha levantado la derecha en el mundo frente a procesos políticos y sociales que construyeron precisamente todo lo contrario, estados permanentes de movilización y construcción de poder popular.

Claro que a esto se suma el vedetismo político de la mano de uno de los personajes más nefastos que ha producido la cultura argentina bajo el imperio del neoliberalismo. Así es que Marcelo Tinelli ha salido a decir lo que muchos ciudadanos quieren escuchar amparados bajo el tranquilizador manto del sentido común: “Sensación de impunidad, de impotencia, de injusticia, de inseguridad, de violencia, de códigos mafiosos”: toda política e intento de construcción de un discurso alternativo al sentido común hecho trizas. Sin embargo, lo que tampoco es llamativo es que los vocingleros del “todo o nada” y la revolución permanente, se hayan prestado, otra vez, a ser el instrumento utilizado por la derecha para disolver los esfuerzos del campo popular por la construcción de la unidad. El oportunismo, radicalmente opuesto al sentido de oportunidad, es la esencia de estos grupúsculos que nada tienen que ver con la construcción de una sociedad que trascienda los márgenes del capitalismo. Por esto es que afirman, orgullosos, en su página de internet, que su secretario general “suspendió sus vacaciones (…) para participar de un programa especial de un prestigioso programa televisivo (léase ‘A dos voces’). Que se entienda bien, el trotskismo, como la mismísima derecha, festeja la muerte de este fiscal porque, tal como lo piensa la derecha, consideran este hecho como un elemento más que abona la profundización del estado de “crisis política” que vive el país, según sus -siempre- últimas declaraciones.

Pero lo que sí es preocupante, por lo menos para mí, es el estado de conciencia actual que tiene el estudiante universitario medio. Si por un lado aparecen aquellos que repiten hasta el cansancio, por supuesto bajo un inventado, improvisado y apurado matiz académico, lo que dicen los monopolios de des-información, otros se pavonean por las redes haciendo alarde de una supuesta posición neutral que, piensan, los hace quedar bien con Dios y con el diablo. Entendiendo que la Universidad fue siempre reducto de sectores sociales que poco tuvieron y tienen que ver, en realidad, con los intereses de los sectores populares de la sociedad, me preocupa, aún así, porque no hemos podido construir una Universidad diferente. Intentamos, pero no pudimos.

De lo que sí debemos estar seguro es que la tarea de la construcción de la unidad del campo popular no debe dejarse en segundo plano jamás. Porque somos parte de la generación que nos tocó y toca vivir tiempos inéditos e inmemoriales en América Latina. Porque conocimos un Fidel, porque conocimos un Chávez, un Evo, un Correa. Porque hoy nos toca más que nunca defender los procesos de emancipación en el continente frente a cualquier intento de desestabilización de la derecha. Porque jamás nos van a convencer que vivimos tiempos de retirada y de defensiva. Porque la movilización, como realidad concreta, y no sólo el llamado a ella, debe ser el primer punto en la agenda política actual, siempre, y hoy más que nunca.

El Gobierno debe y puede actuar rápidamente iniciando un proceso de disolución de la relación carnal que existe entre los servicios de informaciones y la justicia federal; relación que, por supuesto, no nace con este Gobierno, como dicen algunos, sino que la venimos soportando desde el ’76. Necesitamos la ley de acceso a la información pública; necesitamos una verdadera reforma de los servicios de inteligencia. El Gobierno ha sabido salir de varios jaques que la derecha ha intentando pergeñar. Nosotros estamos dispuestos a cualquier esfuerzo para que el camino sea de profundización y no de restauración.

*Estudiante de Ciencia Política, en la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Miembro del Comité Central de la Federación Juvenil Comunista de la Argentina (La Fede).

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