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sábado, 24 de enero de 2015

Ecuador: 8 años de Revolución Ciudadana

El Gobierno de la Revolución Ciudadana (2007-2015) inició un nuevo ciclo histórico en Ecuador, frente al que rigió entre 1979-2006.

Juan J. Paz y Miño Cepeda / El Telégrafo

Gracias al proceso constituyente, la Constitución de 2008, el liderazgo del presidente Rafael Correa y el apoyo ciudadano expresado en diez momentos de votaciones electorales o de consultas populares, se afirmaron otros procesos: poder ciudadano en el Estado; reinstitucionalización del Estado nacional, su soberanía y dignidad; estabilidad gubernamental y reforzamiento del sistema democrático; fortalecimiento y expansión de inversiones públicas en obras y servicios (particularmente en educación, salud y seguridad social); economía de mercado regulada estatalmente, con promoción empresarial pero con obligaciones y responsabilidades sociales; hegemonía política de una nueva izquierda; identidad latinoamericana; y, sobre todo, mejoramiento sustancial de las condiciones de vida y de trabajo que, medidas a través de distintos índices (empleo, equidad, salarios, inversión social, etc.), reflejan un cambio inédito en la vida del país, según lo constatan entidades como NN.UU. o Cepal, al punto de convertir a Ecuador en un referente en el ámbito latinoamericano.

Visto por sus opositores académicos como ‘caudillista’, ‘populista’, ‘hiperpresidencialista’, ‘extractivista’, de simple ‘modernización capitalista’, ‘postneoliberal’ e incluso ‘neodesarrollista’, ‘neoestructuralista’ y hasta ‘neokeynesiano’, este camino hacia el ‘socialismo del siglo XXI’ no ha sido comprendido y se lo juzga con categorías provenientes de una ciencia social anclada a paradigmas teóricos y conceptos aplicables a otras épocas históricas. No ha habido un esfuerzo intelectual serio por comprender que Ecuador, junto con otros países de América Latina, inauguraron otras perspectivas, que superan antiguas concepciones sobre la realidad latinoamericana.

Ocho años de gobierno también han permitido clarificar las fuerzas internas de la oposición: empresarios políticos; una serie de medios de comunicación privados; dirigentes tradicionalistas de diversos movimientos sociales; derechas y clase política tradicional, que intentan revivir incluso remozando sus etiquetas partidistas; otras izquierdas obsoletas. En sus combates al ‘correísmo’ esas fuerzas coinciden en atacar al Gobierno como ‘autoritario’, ‘intolerante’, o ‘criminalizador de la protesta social’ y ‘persecutor’ de los movimientos sociales. Ninguno de los opositores ha logrado, hasta el momento, levantar un proyecto alternativo que rompa el liderazgo de Correa y revierta el apoyo ciudadano a su Gobierno.

Las dos grandes ‘fallas’ del Gobierno han sido: de una parte, ‘descuidar’ la organización y movilización populares, al confiar en las urnas (ese ‘descuido’ ha comenzado a atenderse); y, de otra, poner límites a su propio proyecto histórico al enmarcarlo dentro de un ‘capitalismo social’ (esfera económica) con Estado ciudadano (esfera política), que deberá redefinirse en el largo plazo, para ahondar en la conquista del socialismo del siglo XXI.

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