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sábado, 14 de marzo de 2015

Boff: “El Foro Social Mundial encarna la resistencia la búsqueda de alternativas, la esperanza”

“La rebeldía planetaria creó una caja de resonancia en los Foros Sociales Mundiales”, afirma en esta entrevista el reconocido teólogo brasileño.

Sergio Ferrari* / Especial para Con Nuestra América

A escasos días de una nueva edición del Foro Social Mundial (FSM) que se realizará en Túnez entre el 24 y el 28 de marzo próximos, el valor de este espacio altermundialista aparece  como un interrogante central. Tan importante como el diagnóstico mismo del planeta tierra. Ambos temas constituyen la columna vertebral de esta entrevista con el teólogo brasilero Leonardo Boff, uno de los padres fundadores de la Teología de la Liberación en los años setenta y principal promotor de la nueva “Teología ecológica”. Si la modernidad propugna el progreso ilimitado, choca contra el muro de un planeta con recursos limitados. De allí la necesidad de integrar indignación, rebeldía y propuestas alternativas, para salvar a la “Madre Tierra” de una tragedia anunciada, sentencia Boff.

“La tierra padece la enfermedad capitalista”

P: ¿Cuál es su análisis sobre la “coyuntura” del planeta Tierra a inicios del 2015?

Leonardo Boff: Una situación compleja producto de la crisis social y del modo de producción fundado en la ilimitada explotación de la naturaleza. El proyecto de la modernidad propugna el progreso ilimitado. Pero la Tierra, en tanto planeta con recursos limitados, no soporta ese proyecto ilimitado. La Tierra se tornó insostenible. Hemos tocado sus límites físicos. Ella necesita un año y medio para reponer lo que le sacamos durante un año. Por otra parte, nos confrontamos a una crisis mental, es decir, nuestra mente está contaminada por el antropocentrismo. El ser humano se entiende como el centro de todo y los demás seres tienen valor, solamente, en la medida en que se adecuan a ser utilizados por el ser humano. Esta comprensión es muy dañina para el equilibrio de la Tierra, porque no reconoce el valor intrínseco de cada ser, independientemente del uso humano. Lo que lleva al irrespeto del otro.

P: Con consecuencias preocupantes…

LB: Si no se logra modificar este paradigma, podemos ser condenados a repetir el destino ya conocido de los dinosaurios, que luego de vivir 133 millones de años sobre la Tierra desaparecieron rápidamente a causa de una catástrofe ecológica. Hay que producir para dar respuesta a las necesidades humanas pero respetando los ritmos de la naturaleza y teniendo en cuenta la capacidad de tolerancia de cada ecosistema para que no sea  dañado irreversiblemente. El consumo debe estar regulado por una sobriedad compartida: podemos ser más con menos.

Para volver a la pregunta sobre las consecuencias de esta visión. Como lo explicamos en la introducción de la Carta de la Tierra, estamos delante de un momento crítico en la historia planetaria, en una época en que la humanidad tiene que elegir su futuro…La elección de fondo: se promueve una alianza global para cuidar la Tierra – y para cuidarnos los seres humanos los unos a los otros- o bien corremos el riesgo de una doble destrucción. La nuestra y la de la diversidad de la vida. Esta vez no habrá un Arca de Noé. O nos salvamos todos o todos correremos el mismo y trágico destino.

Propuestas de esperanza

P: A pesar de esta situación difícil se percibe todo un concierto de respuestas políticas. Incluidos gobiernos progresistas, democráticos, en América Latina, que tratan de promover otro tipo de redistribución de la riqueza. Sin olvidar que en Europa se da un nuevo fenómeno de fuerzas políticas, como Syriza en Grecia o Podemos en España, con visiones críticas hacia los paradigmas dominantes…

LB: Dos países latinoamericanos, Bolivia y Ecuador,  están en la punta del nuevo paradigma que consiste en dar centralidad a la vida y entender todos los seres, incluso los humanos, como interdependientes y por eso solidarios en el mismo destino. Ellos han inaugurado, por la primera vez en nuestra historia, el constitucionalismo ecológico. Es decir, han incluido en sus Constituciones la articulación entre el contrato social y el contrato natural. La Tierra y la naturaleza son sujetos de derechos. Por eso deben ser respetados. La categoría central de la cultura andina,  el “buen vivir”, implica una relación de inclusión de todos, un equilibrio con todos los elementos y una relación respetuosa hacia la Tierra, denominada Pacha Mama o Madre Tierra. Principios incluidos, insisto, en sus constituciones. Otros países no han desarrollado una conciencia ecológica semejante, aunque hayan promovido una “ecología social” que ubica a los pobres y maginados como primeros destinatarios de las políticas públicas del Estado. Es el caso de Brasil, bajo el gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula y de Dilma Rousseff,  que ha integrado en la ciudadanía y sacado de la miseria extrema a más de 40 millones de personas, casi la misma cantidad que todos los  habitantes de Argentina.

El fundamental desarrollar la conciencia de que así como están las cosas ya no se puede continuar. Hay que cambiar.  Las desigualdades son escandalosas, especialmente en Estados Unidos de Norteamérica, en donde el 1% de población posee lo mismo que el otro 99%. Las democracias son de baja intensidad y pocos se sienten representados en el Parlamento y por los Gobiernos. La emergencia de los Occupies en USA; de los Indignados en España - ahora trasformados en el movimiento político Podemos-  y la victoria de Syriza en Grecia son las primeras señales de que otra democracia es posible y otra forma de relaciones económicas entre los países son urgentes. Para que no  se imponga la visión perversa y dominante de  los capitales especulativos, cuyo objetivo cruel  es acumular sin medida a costa de la miseria de la gran mayoría de la población de un país.

“La globalización, rumbo excluyente e inhumano”

P: Muchos de esos nuevos actores políticos latinoamericanos y europeos tienen raíces en una visión anti-globalización/ indignación muy cercana a la promovida desde el 2001 por el Foro Social Mundial… 

LB: La insatisfacción generalizada por el sistema vigente tiene sus raíces  en la “victoria” del capitalismo sobre el “socialismo” real con la derrota de la URSS. Como consecuencia, tanto bajo Ronald Reagan  como Margaret Thatcher  ganó un impulso antes nunca visto  la lógica del  capital y su cultura de la exaltación del individuo, de la propiedad privada, de la riqueza, de la competición desenfrenada y del  Estado mínimo.

La política fue difamada como antro de corrupción, y el Estado como ineficiente. Esta estrategia de difamación buscaba entregar todo a las grandes corporaciones privadas que iban a organizar el mundo a nivel global. Los valores, que el socialismo había desarrollado, como el internacionalismo, la solidaridad entre los pueblos, la centralidad de lo social sobre lo individual, fueron desmoralizados y abandonados. Se impuso el concepto de “la ganancia es buena”. La globalización hegemonizada por esta visión, prometía tiempos de paz, de seguridad para todos y de bienestar colectivo. Nada de esto ocurrió porque esto no está en la agenda del capital cuya lógica es crecer de forma ilimitada y deslegitimar  todo lo que impide esta tendencia. Al predominar este rumbo, altamente excluyente e inhumano, empezó a dominar la frustración y la depresión personal y colectiva. Lentamente las personas se fueron dando cuenta de la perversidad del genio capitalista que no  se preocupa por el ser humano sino solamente en su capacidad de producción y de consumo. Para él no importa nada que no sea la acumulación privada aun cuando  produzca pobreza social y devastación de la naturaleza.

Dentro de esta lógica se destruyeron las condiciones para realizar las promesas de paz, seguridad y bienestar colectivo. Por el contrario: se fue perjudicando la sociedad con la destrucción lenta pero intencionada del  Estado social. La frustración y la decepción más o menos colectivas han dado  origen a la resignación o bien a la protesta y la rebeldía. Esa rebeldía que está predominando creó una caja de resonancia con los Foros Sociales Mundiales cuyo lema subraya: “Otro mundo es posible, otro mundo es necesario”.

“El Foro, un lugar de esperanza”

P: ¿Vuelvo a la pregunta anterior…En ese marco casi apocalíptico, cual es el papel del Foro Social Mundial?

LB: Representa lo inverso del sistema globalizado. Ya no se trata de resignación, sino de la acción contraria y de una muestra de la insatisfacción de gran parte de la humanidad ante el curso actual del mundo. Así no puede continuar. Tenemos que proyectar nuevos sueños y utopías y articular   alternativas viables si queremos sobrevivir como civilización y como especie. El sistema y la cultura del capital son homicidas, “biocidas”, “ecocidas” y genocidas. Dejado a su libre curso este sistema hegemónico puede llevar la humanidad entera al abismo. El Foro Social Mundial interpreta la actual situación no como una tragedia anunciada sino como una crisis generalizada de nuestro modo de vivir, de tratar la Tierra y de relacionarnos con los demás humanos. Esta crisis purifica y nos hace madurar. Por eso el Foro es un lugar de esperanza que permite hacer crecer el sentimiento de pertinencia. Los alter-mundialistas no están solo soñando, sino que indican que  por todas partes del mundo se está reaccionando y ensayando nuevas formas de vivir, de producir, de distribuir y de consumir. Los que participan en el FSM no van tanto para escuchar charlas de celebridades mundiales, sino para intercambiar experiencias y ver como las cosas pueden ser hechas de otra forma distinta a la  manera perversa impuesta por el capitalismo. Por más dificultades que pueda haber, los foros tienen este alto significado de resistencia, de proposición de alternativas y de esperanza. Al borde del abismo vamos a crear alas y volar rumbo a un nuevo mundo diferente, en el cual será menos difícil vivir humanamente y más fácil amarnos los unos a los otros.

P: Recreando el concepto de solidaridad humana e internacional…. 

LB: La solidaridad pertenece a la esencia del ser humano. Y estoy convencido que solamente la solidaridad mundial acompañada por la compasión y por la percepción de que todos tenemos un destino común, como hermanos y hermanas que somos, nos pueden salvar. La vida vale más que el lucro y el amor más que la codicia. La solidaridad más que el individualismo.

*Sergio Ferrari, colaboración de prensa de E-CHANGER/COMUNDO, organización suiza de cooperación solidaria, que participa activamente en el FSM desde su creación en 2001 en Porto Alegre

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