Al presidente hondureño Mel Zelaya le dieron un golpe de
Estado por querer hacer una consulta al pueblo sobre una constituyente. Ahora,
por mucho menos, el poder mediático costarricense está a punto de linchar al
presidente Luis Guillermo Solís, por el “pecado” de poner a debate reformas
necesarias a la obsoleta Ley que regula el espectro radioeléctrico.
Juan Félix Montero Aguilar*
/ Especial para Con Nuestra América
Desde hace bastante
tiempo, la potencia que pretende la
hegemonía mundial, se propuso ganar las
mentes y corazones de las gentes para sus propósitos. La propaganda emocional,
sugestiva, subliminal cobra cada día más fuerza, desplazando aquella dirigida a
la razón. En las llamadas “guerras de cuarta generación”, según la jerga
militar norteamericana, la parte mediática es un frente más de la contienda, y
cada vez adquiere más preponderancia. En medio de ese ajedrez
político nos encontramos nosotros.
Dice la historia que el
empresario del periodismo William Randolph Hearst envió un reportero a Cuba a cubrir la guerra. Poco tiempo
después éste le reclamaría:- Señor
Hearst, pero si aquí no hay guerra. Él le contestó: -Usted encárguese de las
fotos, nosotros le pondremos la guerra. Pronto se produciría la explosión del
buque Maine en la bahía de la Habana, que serviría de pretexto para desatar la
guerra De Estados Unidos contra España a fin de arrebatarle sus colonias. Ahí
floreció el periodismo con fines políticos y el amarillismo.
Sin embargo, así como a la prensa se le señalan estos defectos, no sería
justo dejar de reconocer cómo valientes periodistas se ha encargado de poner
los puntos sobre las íes en numerosos casos, como por ejemplo el espionaje en
el caso denominado Watergate, que llevó
a renunciar al presidente de los EEUU, Richard Nixon. Desgraciadamente esa
cultura que en algún momento enalteció al periodismo norteamericano, cada vez
está más devaluada.
Conocido es el imperio de medios de comunicación que maneja el magnate
australiano nacionalizado estadounidense
Keith Rupert Murdoch,
el cual comprende medios tales como The
Sun y The
Times y cadenas de televisión como Fox y Sky),
la que es considerada la segunda corporación de medios de comunicación más
grande e influyente del mundo. Gigantes así son los que hoy son conocidos como
latifundios mediáticos y que se ha especializado en apoyar las peores causas
incluida la invasión de EEUU a Irak.
Del poder de los medios de comunicación, denominado ya en
algunos países como el cuarto poder, fuimos testigos los costarricenses a
principios de la década de los ochentas. Posteriormente a la caída de la
dictadura de los Somoza, el Frente Sandinista de Liberación Nacional gozaba de
un apoyo de más del 85% de la población y cuando el gobierno de Ronald Reagan
lanzó su guerra contra Nicaragua financiando y abasteciendo a la llamada
“contra”, fue orquestada a través de la Embajada de EEUU en Costa Rica una
implacable campaña para revertir esta
situación y facilitar así el uso de nuestro territorio por parte de la contra.
Instalaron la llamada Radio Costa Rica (VOA) en Grecia de Alajuela, crearon la
Cámara Nacional de Radio (CANARA) que fue la columna vertebral de esa campaña y
hasta se inventaron cantar el Himno Nacional frente a Radio Monumental. Como
consecuencia de esa campaña que nada tenía que envidiarle a quien acuñara
aquella famosa frase de “miente, miente que algo queda”, en término de tres
meses ese apoyo al FSLN había sido reducido a tan solo un 3%.
Hoy en día la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa)
que reúne a las más poderosas empresas
del periodismo y la comunicación en nuestro continente continúa esa labor.
En varios países
América Latina se han venido realizando
esfuerzos por blindarse ante estos latifundios mediáticos, de las
agencias internacionales de prensa como UPI; Franspres, EFE, etc., es decir de
garantizar que los pueblos puedan recibir, diversidad de información que les
permita a las personas formarse una propia opinión y no estar bombardeados
unidireccionalmente y con exclusividad de esa única visión de las cosas.
Pero estos esfuerzos
han afectado intereses económicos empresariales que han utilizado todas sus
influencias por demonizarlos, realizando intensivas campañas para acusar a
estos gobiernos de atentar contra la libertad de prensa.
Nos tocó el turno
En Costa Rica, la
necesidad de actualizar la legislación sobre medios de comunicación, y en
general las regulaciones a la explotación del espectro radioelectrónico, llevó
al gobierno de Luis Guillermo Solís Rivera (LGSR) y al Ministerio de Ciencia y
Tecnología a provocar un debate al respecto y comenzar a construir un borrador
de Ley para ponerlo en discusión en la Asamblea Legislativa.
Pero la reacción no se hizo esperar, ya no solo Ignacio
Santos y Canal 7, La Nación, el programa de Amelia Rueda y otros se sumaron
en santa cruzada. Los poderosos
medios de comunicación empresariales en Costa Rica parecieran intocables. Sus privilegios no soportan el
rumor siquiera de una regulación a la ley de medios para democratizar el
derecho a la información del pueblo costarricense. Su reacción desproporcionada
es prueba evidente de ello.
Según explicaba en una emisora una funcionaria del
ministerio proponente de esta nueva ley sobre comunicaciones, los artículos que
están objetando forman parte de la ley vigente desde 1954. Aquí de lo que se
trata es demonizar esta propuesta, simplemente calificándola como chavista.
Artículo 17.-Es absolutamente
prohibido:
a) La trasmisión y recepción de correspondencia privada, salvo expresa autorización del autor o la divulgación del contenido o de la existencia de dicha correspondencia, en caso de llegarse a interceptar;
b) La trasmisión o circulación de noticias falsas, señales o llamadas de alarma sin fundamento;
c) La retransmisión de programas de radiodifusión provenientes de otras estaciones sin el consentimiento expreso de los interesados.
ch) El uso de lenguaje vulgar o contrario a las buenas costumbres;
d) Usar lenguaje injurioso que perjudique el honor e interés personales.
Debemos escuchar
opiniones
Con la caballerosidad que lo caracteriza, Orlando
Castro Quesada, director CANARA, afirma lo siguiente:
“El argumento usado de
fachada es que la ley de radio… de 1954 está obsoleta; sin embargo, no han
presentado un solo argumento que demuestre la eficacia de tal decir. Nuestra
Constitución es de 1949 y no falta quien la defienda a capa y espada. Otro
argumento está en los bajos montos que los concesionarios de radio y televisión
pagan por la concesión. Para tu información CANARA, conscientes de esto, en el
pasado, mandó varios proyectos de ley a la Asamblea Legislativa para que se
aumentara el monto del pago pero los diputados de turno nunca le dieron la
importancia debida. Y el argumento tercero es que existe gran concentración de
los medios de comunicación; en el caso específico de los asociados a CANARA, te
puedo asegurar con toda propiedad, que la inmensa mayoría son pequeños
empresarios, que diariamente, hacen grandes esfuerzos para cumplir con sus
obligaciones. Si se habla de chavismo es porque el enfoque del proyecto es muy
similar a las leyes que su momento Chávez promulgó y cuyos efectos son de todos
conocidos”.
Un intelectual como el economista Luis Paulino Vargas nos
dice lo siguiente:
“Estoy absolutamente convencido que urge
inyectar pluralismo en el espacio informativo costarricense, hoy sometido al
imperio intolerante e intransigente de un pequeño número de poderosas empresas
mediáticas, dedicadas a difundir un único punto de vista y a censurar e
invisibilizar cualquier cosa que se salga de esa norma. No tengo problema en
que esas empresas periodísticas sigan informando como lo hacen, pero sí urge es
que otros medios generen la posibilidad de que otros puntos de vista también se
expresen”.
Al presidente hondureño Mel Zelaya le dieron un golpe de
Estado por querer hacer una consulta al pueblo sobre una constituyente. Claro,
lo que querían era sacar a Honduras del ALBA. Lo vinieron a tirar en pijama a
Costa Rica en contubernio ustedes saben con quién. Ahora, por mucho menos, el
poder mediático costarricense está a punto de linchar al presidente LGSR, por
el “pecado” de poner a debate reformas necesarias a la obsoleta Ley que regula
el espectro radioeléctrico. De verdad que en intolerancia no nos
diferenciamos mucho.
*Analista político costarricense.
Solamente una aclaración: la VOA estaba en San Carlos, en Grecia se instaló Radionoticias del Continente como un esfuerzo para contrarrestar a la Voa: fue bombardeada y asaltada por mercenarios.
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