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sábado, 30 de mayo de 2015

Lecciones desde España

Una nueva realidad política ha surgido en España después de  las elecciones municipales y autonómicas: ha muerto el bipartidismo neoliberal que es tan funcional a dicho modelo capitalista.

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

Lo que necesita la democracia neoliberal es mantener  la apariencia democrática a través de la alternancia de dos partidos que se presentan como diferentes pero que son variantes de una misma política económica y  concepción del mundo. Es lo que sucede en Estados Unidos, lo que sucedía en Costa Rica, lo que quieren imponer en México y en otros lugares del mundo. Esto se ha acabado en España  en donde el Partido Popular (el PP)  perdió más de 2 millones y medio  de votos y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) aproximadamente 700 mil. En relación a las elecciones de 2011, los dos partidos dominantes  perdieron aproximadamente 3.5 millones de votos. He aquí una primera lección: una ciudadanía conciente puede sacar conclusiones y a través del voto hacer valer su voluntad. Después del movimiento de los indignados del 15 M de 2011, era claro que buena parte del pueblo español estaba harto de todos los partidos políticos. “Que se vayan todos” dijeron.

El problema es que  ese “que se vayan todos” se tradujo en una voluntad abstencionista que lo único que logró fue que en las elecciones de 2011, la  derecha neoliberal heredera del franquismo (PP) derrotara por mayoría absoluta a la derecha neoliberal  heredera de la República (PSOE): el PP obtuvo la mayoría absoluta  en las Cortes Generales con 186 diputados. En estas elecciones, el que se vayan todos ha pasado de una voluntad negativa a una propositiva. Dos nuevas formaciones políticas han surgido, Ciudadanos (centro derecha) y Podemos (izquierda). Podemos, en este sentido sería la continuidad en el plano de la participación política electoral,  de la indignación que ha provocado la crisis en que ha sumido el neoliberalismo a España desde 2008. He aquí pues una segunda lección: la indignación si no se canaliza en una lucha por el poder, en este caso por la vía electoral y pacífica, puede tener resultados totalmente contrarios a lo que provoca la indignación. El abstencionismo y voto nulo en la España de 2011, llevó al PP  a convertirse en la fuerza dominante con mayorías absolutas en España. Hoy la indignación ha llevado a coaliciones de izquierda a triunfar abiertamente en Barcelona, y tener la real posibilidad de hacer gobierno en Madrid y en Valencia. La derecha neoliberal franquista también ha sido derrotada en las comunidades autonómicas de Castilla La Mancha, Aragón, Extremadura, Cantabria e islas Baleares.

A fines de este año, se celebrarán las elecciones para renovar el congreso de diputados y el senado en España. La indignación ciudadana ante por ejemplo una tasa de desempleo del 25% y de 50% entre los jóvenes, se ha traducido en una clara declinación en las tendencias electorales del PP, PSOE, Izquierda Unida y Unión Progreso y Democracia. En cambio Ciudadanos y Podemos están subiendo.

España nos enseña que si la ciudadanía saca las conclusiones correctas, las cosas pueden cambiar.

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