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sábado, 27 de junio de 2015

Ecuador: La habilidad política

Está visto que la política, como el deporte, requiere a la vez de fuerza y habilidad. El triunfo final depende de esa combinación, mezclada con sutileza, alternada con oportuna velocidad. La fuerza sola, por más legítimo que sea su empleo, por más razones que la sostengan, no basta para legitimar una acción política.

Jorge Núñez Sánchez / El Telégrafo (Ecuador)

Desde luego, al hablar de política no me refiero a la fuerza bruta, sino a la fuerza electoral, a la fuerza que emana de poderes legalmente constituidos y respaldados por amplias mayorías. Es una fuerza incontrastable y, en resumidas cuentas, será quien termine por imponer su voluntad al adversario. Pero aún esa fuerza no basta para ganar en una confrontación democrática. Además de tener recursos para vencer, también hace falta contar con argumentos y medios para convencer.

¿Convencer a quién? Si fuera posible, a todos: a los indecisos, a los equivocados, a los tímidos e incluso a los adversarios. Desde luego, ese objetivo es muy difícil de alcanzar respecto de los adversarios de la Revolución Ciudadana, porque se trata de una mezcla informe de fuerzas nocivas, la mayoría de ellas irreductibles al juego democrático.

La oligarquía, por ejemplo, no tiene remedio. Es un círculo cerrado, unido por los más ruines intereses: odio racial, odio de clase, admiración por el imperio, desprecio por lo ecuatoriano y, sobre todo, ansia incurable de dominación. Quiere volver al poder para seguir saqueando al país, al que mira como una tierra de conquista, pero también quiere imponer su bota sobre la cabeza del cholerío insurrecto que la ha desafiado.

Tampoco tienen remedio ciertos grupos radicales inspirados por el fanatismo político o el resentimiento personal. Todo indica que morirán en su ley y que nunca podrán ser recuperados para un proceso en el que no creen o del que se fueron cargados de resentimiento.

Quedan como objetivo de convencimiento los indecisos, los tímidos y los equivocados, que deben ser ganados por la revolución mediante una sostenida tarea de aproximación teórica y práctica, dándoles razones de convicción y tomando medidas que atiendan a sus intereses concretos.

Entre ellos, hallo que hay muchos jóvenes desinformados, que no vivieron el descalabro político y el saqueo bancario de fin de siglo, a quienes no llega el discurso de apelación a la memoria ciudadana. Y también encuentro que hay muchos viejos asustadizos, que solo esperan vivir en paz sus últimos años y se asustan con medidas como la supresión del aporte del 40% al IESS.

De ahí que celebro la nueva etapa política que ha iniciado el gobierno de Rafael Correa, buscando convencer para vencer mejor y ejercitando con gran habilidad la ‘muñeca política’. Sin duda eso le dará magníficos resultados. Es más, se los ha dado ya, pues ha logrado calmar los miedos de unos y la crispación de otros, dejando descolocados y sin argumentos a los irreductibles, que son la oligarquía y los ultristas de izquierda.

Ellos seguirán con su griterío, pero lo cierto es que se calmó la breve efervescencia social que los había elevado.

A veces es necesaria la fórmula leninista de “dos pasos adelante y uno atrás”.

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