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sábado, 27 de junio de 2015

¿Hacia dónde va Uruguay?

Las ofensivas golpistas en Venezuela, Ecuador y Brasil empiezan a contar en Uruguay con el soterrado apoyo del tercer gobierno del Frente Amplio (y segundo del “izquierdista” Tabaré Vásquez), que en menos de tres meses se despachó con algunas iniciativas inquietantes.

José Steinsleger / LA JORNADA

De Hidalgo y Morelos al Che y Fidel; de Artigas y Moreno a Cárdenas, Sandino y Gaitán; de Bolívar y San Martín a Perón, Allende y Torrijos; de Guerrero y Morazán a Juárez, Martí y Alfaro, los próceres de nuestra América nunca dejaron de pensar en grande.

En política, “pensar en grande” quiere decir estar atentos a las recurrentes vacuidades de lo políticamente correcto. Tomemos las palabras manifestadas en marzo pasado por Luis Almagro, nuevo secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) y ex canciller del presidente de Uruguay Pepe Mujica: “En mí encontrarán un incansable luchador por la unidad americana, más preocupado en buscar soluciones prácticas duraderas a los problemas de nuestra región, que por la retórica y la estridencia en las declaraciones guiadas por una u otra ideología”.

Pocos días antes, José Miguel Insulza (ex maletero de Salvador Allende y titular saliente de la OEA), optó por decir nada frente a la “retórica” y “estridencia” del presidente Barack Obama, y su decreto contra la revolución bolivariana.

¿Podemos esperar algo más del “compañero” Almagro, o el flamante titular del Ministerio de Colonias retomará el camino de su compatriota José Antonio Mora? Durante 12 largos años, Mora respaldó en la OEA todas y cada una de las embestidas imperiales contra América Latina (1956-68).

Las ofensivas golpistas en Venezuela, Ecuador y Brasil empiezan a contar en Uruguay con el soterrado apoyo del tercer gobierno del Frente Amplio (y segundo del “izquierdista” Tabaré Vásquez), que en menos de tres meses se despachó con algunas iniciativas inquietantes.

Primero fue el vicepresidente Raúl Sendic, quien así, como Isabel Allende (presidenta del Partido Socialista de Chile), sería saludable que deje de llevar el apellido de su padre. Sendic dijo que “no tenía pruebas de la injerencia de Estados Unidos en la política de Venezuela”. Infamia secundada por el ex presidente “blanco” Luis Alberto Lacalle, y el canciller “progresista” Rodolfo Nin Novoa, quien igualó la prisión de “opositores” en Venezuela, con la dictadura cívico-militar de Uruguay (1973-85).

Luego tocó el turno al neoliberal Danilo Astori (ex vice de Mujica y actual ministro de Economía de Tabaré), reafirmando las estrategias del Fondo Monetario Internacional (FMI) aplicadas en los sucesivos gobiernos militares, y de políticos “colorados”, “blancos” y “progresistas”. O sea, la subordinación a los intereses de grandes grupos económicos, junto con el eventual ingreso del país rioplatense a la Alianza del Pacífico, y el Tratado de Comercio de Servicios (TISA, por sus siglas en inglés).

Según el investigador Agustín Lewit (columnista de la importante página NODAL), el TISA es un tratado multilateral impulsado por Estados Unidos y la Unión Europea “…que promueve la apertura y liberalización del comercio de servicios, asegurando, entre otras cosas, que las empresas extranjeras obtengan el mismo trato que las nacionales, e imponiendo, además, fuertes límites a la capacidad regulatoria de los estados”.

De su lado, el analista Antonio Elías afirmó en el semanario Voces que el ingreso de Uruguay al TISA habría tenido lugar en mayo del año pasado, durante el gobierno de Mujica. Aunque sin haber mediado discusión parlamentaria sobre la conveniencia o no de incorporarse a un pacto más nefasto que el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), cuyos contenidos “secretos” fueron dados a conocer por Wikileaks en junio de 2014, y serían más nefastos que el ALCA.

De hecho, los países latinoamericanos implicados en el TISA son los de la Alianza del Pacífico (México, Chile, Colombia, Perú, Panamá, Costa Rica y Perú) y dos del Mercosur que se quejan de desigualdad en el Mercosur: Paraguay y Uruguay.

Así puede entenderse el compromiso uruguayo para la alianza del Mercosur con la Unión Europea en la pasada cumbre entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) y la Unión Europea, que “…puede ser una señal importante para acuerdos más globales” (Sendic), y una ayuda para “…mejorar el funcionamiento del Mercosur que en los últimos tiempos ha dejado mucho que desear” (Astori).

Si a ello añadimos el telefonazo reciente del premier Benjamin Netanyahu a Tabaré Vásquez, para agradecerle el “cambio de postura” de su gobierno al “despegarse” del bloque de países que votan sistemáticamente contra “Israel”, la interrogante del artículo se torna más clara.

El horrible Bibi Netanyahu encontró un amigo de “izquierda” en el Plata y, para empezar, Tel Aviv anunció que participará en los “...estudios para la aplicación de la mariguana medicinal” (sic). Algo que sintoniza con la vieja propuesta del general John Craddock (ex jefe del Comando Sur), quien en diciembre de 2005 manifestó que el Pentágono estaría interesado en instalar en Uruguay una base militar, a fin de “…entrenar militares con destino a las misiones de paz de la ONU”.

Vaya entonces a saber qué traía en mente el canciller Nin Novoa cuando entrevistado por el periodista Emiliano Cotelo en el programa En perspectiva (Montevideo, 6/4/15), dijo andar “…preocupado (sic) por preservar a América Latina como la zona de paz más grande del mundo, haciendo caso omiso frente a las estrategias de aislamiento y desestabilización hacia gobiernos de la región…”

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