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sábado, 4 de julio de 2015

Grecia y nosotros

Nosotros vemos a Grecia, la comprendemos y nos solidarizamos con ella porque en ella nos estamos viendo a nosotros. Sabemos lo que significa lo que está viviendo, lo difícil que es mantenerse contra viento y marea, cuando todo el inmenso aparato del poder se pone en alerta y se deja caer rugiendo sobre la víctima.

Rafael Cuevas Molina/AUNA-Costa Rica

Viendo a Grecia en sus tribulaciones, acosada, denostada y calumniada, no podemos dejar de pensar en nosotros, los del sur más al sur, es decir, en nosotros los latinoamericanos, que toda la vida hemos estado en esa situación. Ahora Grecia, un país que forma parte de ellos, es decir, los europeos, en donde incluso se encuentran sus raíces civilizatorias más antiguas y profundas, sufre lo que nosotros siempre. Y, precisamente por formar parte de ellos y no de nosotros, se evidencia lo injusto, prepotente, abusivo e irrespetuoso de sus acciones.

Se evidencia, también, la fuerza como en nosotros viven ellos. Es decir, salen a la luz los que se alegran que a Grecia, o a nosotros, nos vaya mal cuando no bajamos la testuz sumisos, y mugimos agradecidos por los pinchazos que nos da quien nos arrea.

Nos muestra también todo lo que significan los pasos que hemos dado los latinoamericanos en estos años que llevamos del siglo XXI; la valentía que han tenido varios de nuestros países de haber puesto coto a tales abusos. Viendo el acoso a Grecia, la algarabía armada en Alemania, Francia, Bruselas, España y en los organismos financieros europeos e internacionales, se agigantan las posturas dignas de quienes han pasado por eso y más en estos años, soportando no solo la injuria y la calumnia dicha a viva voz y permanentemente, sino los amagos de golpes de estado, la intromisión abusiva en su vida política interna o los intentos de asesinato de sus dirigentes.

Nosotros vemos a Grecia, la comprendemos y nos solidarizamos con ella porque en ella nos estamos viendo a nosotros. Sabemos lo que significa lo que está viviendo, lo difícil que es mantenerse contra viento y marea, cuando todo el inmenso aparato del poder se pone en alerta y se deja caer rugiendo sobre la víctima.

Y todo esto solo porque mostramos que hay otros caminos que se pueden transitar, distintos a los que quieren ellos. Siempre se han sentido el ombligo del mundo, los infalibles, los que saben qué es lo que nos conviene, y cuando discrepamos nos ven como monos aullando que deben ser contenidos y amansados.

A Grecia la quieren amansar porque, de salirse con la suya, es un mal ejemplo que expande el virus del que los latinoamericanos somos los primeros portadores. Ahora, como los migrantes que llegan en oleadas a sus costas mediterráneas, el virus ha saltado el Atlántico y penetrado en el corazón mismo de su fortaleza. ¡Horror! Están siendo invadidos.

Su miedo es más grande por lo que acaba de suceder en las elecciones españolas. Se dan cuenta que se les puede desmoronar el andamiaje que han armado en torno a los grandes capitales que son, en última instancia, los que atisban tras bambalinas. Están en estado de alerta, con la luz de emergencia prendida y parpadeando. Parece que el virus prende rápido y no encuentran más tratamiento contra él que el cachiporrazo.

No es tanto, pues, el problema del dinero, sino el de que no cunda el ejemplo. Incluso la deuda podrían hacerla a un lado, pero el problema es que se les vería cejar ante los que se plantan como alternativa, ante los que cuestionan las políticas tan largamente pergeñadas por burócratas al servicio de los grandes intereses financieros.

Ahí está Grecia, pues, siendo un epicentro más de todas estas contradicciones, ambiciones y esperanzas de los tiempos que vivimos. Nosotros sabemos de qué lado debemos estar, no solo por solidaridad, que la tenemos, sino porque con ella va un poco de nosotros, no solo de lo que hemos logrado ser en estos años, sino de lo que podemos llegar a ser en los próximos.

1 comentario:

  1. Quisiera entender este artículo pero me pone a pensar sobre las causas del desastre financiero de Grecia. Es cierto que puede sucedernos a nosotros pero pensar que la culpa es de fuerzas externas que nos humillan y desprestigian es un poco temerario. La realidad de Grecia empieza por malas políticas fiscales y financieras, por beneficios y prebendas de grupos que han gozado de privilegios inimaginables pertenecientes no solo a las cúpulas sino también a muchos trabajadores amparados a sistemas sociales inadecuados.Considero que es muy fácil echar la culpa a grupos dominantes, pero vale la pena una reflexión sobre lo que han hecho los griegos.

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