A poco más de dos años
del segundo mandato del presidente Rafael Correa, protestas se generalizaron en
el país, no solamente en las varias ramas de la derecha, sino también en los sectores populares. Muchos
elementos intervienen para explicar tal situación. Entre ellos un factor
central: el agotamiento de un modelo de modernización de la sociedad.
François Houtart / Rebelion
Para analizar una
situación, evidentemente compleja, vinculada con una coyuntura internacional
caótica que escapa a la capacidad de acción de cualquier país, especialmente
del Sur, se debe salir de explicaciones simples reduciendo los procesos
sociales a un voluntarismo colectivo o personal, que desembocan sobre
acusaciones mutuas, sin excluir la utilización de la violencia institucional o
espontánea.
Tampoco se puede negar la
lucha de intereses económicos, que tanto al nivel nacional, como internacional,
dominan el panorama, orientando las políticas y colonizando las mentes.
También, hay varias maneras de concebir la lucha contra la hegemonía del
capital y sus pertinencias pueden solamente ser juzgadas por sus resultados.
Por eso en una primera sección se analizará el contexto local y global y en una
segunda, los eventos de Agosto 2015.
En este texto se trata de
elaborar hipótesis destinadas a ser discutidas. La utilización del término modelo
no contiene ningún sentido axiológico en sí mismo. Es un objeto social
articulado en función de una lógica, que actores sociales adoptan para
finalidades que ellos determinan. Cuando hablaremos de un modelo de
modernización de la sociedad, no cuestionaremos la intención de cambiar una
sociedad para su progreso, pero trataremos de analizar el contenido del
concepto de modernidad y sus consecuencias sociales.
1° El contexto de las
protestas de agosto 2015
La doble dimensión,
nacional y mundial, del contexto es bien clara. En el conjunto del continente
se nota en cada país elementos específicos que caracterizan las etapas de un
agotamiento del modelo. Sin embargo los efectos de la crisis global los afectan
a todos y tal vez constituyen el elemento más importante.
1. Al nivel nacional
El paro sindical y el
“levantamiento” indígena de Agosto 2015, fueron el resultado de una situación
que se deterioró ya desde hace bastante tiempo. Después de un periodo de caos
político que caracterizó en Ecuador la salida progresiva de la era neoliberal,
se elaboró en 2008, una constitución y el país conoció una estabilidad, que
permitió la elaboración de planes de desarrollo, de restablecer un papel activo
del Estado; de reconstruir los servicios públicos y de dar un mejor acceso de
los más pobres a la salud y a la educación.
- El cambio económico y
social
Gracias a mejores precios
de las commodities y a una política fiscal nueva, transformaciones
socio-económicas fueron posibles. Hubo medidas sociales importantes en favor
del trabajo formal, un aumento del salario mínimo; avances en el seguro social;
reconocimiento del trabajo de las amas de casa que para quienes se afilien,
tienen derecho a una pensión jubilar mínima y también inversiones importantes
en los sectores de la salud y de la educación. Grandes obras públicas para
acceder a la soberanía energética están en ejecución. Ecuador cuenta con
centenares de kilómetros de carreteras nuevas.
Sin embargo, a poco más
de dos años del segundo mandato del presidente Rafael Correa, protestas se
generalizaron en el país, no solamente en las varias ramas de la derecha, sino
también en los sectores populares. Muchos elementos intervienen
para explicar tal situación. Entre ellos un factor central: el agotamiento de
un modelo de modernización de la sociedad que ha tenido logros sociales
importantes y ha permitido inversiones públicas e numerosas, pero que no
transformó el modo de acumulación y sus contradicciones fundamentales: grave
destrucción ambiental; proletarización de los campesinos; desintegración de la
culturas indígenas; urbanización poco controlada. Se trata, como expresa el
presidente Rafael Correa, de un “capitalismo moderno” basado en una nueva
matriz productiva que posibilite acelerar las exportaciones de productos
fósiles (petróleo, minas) y agrícolas (banano, azúcar, palma, brócoli,
agro-combustibles por medio de monocultivos); disminuir las importaciones;
asegurar la soberanía energética; remplazar el petróleo que está llegando a su
pico por la extracción minera y el agro-negocio.
En síntesis, es un
proyecto que busca crear de manera rápida y eficaz el progreso del pueblo
ecuatoriano, con un liderazgo dinámico y la adopción de conocimientos y de
tecnologías avanzadas. De verdad, el Ecuador es probablemente el país de
América Latina que supo aprovechar lo mejor de los logros de este modelo.
Además que jugó un papel protagónico para la integración
latino-americana y la imagen del país al exterior se transformó de manera
positiva.
Socialmente, se
desarrolló una clase media con un consumo importante de bienes importados; se
realizó una salida de la pobreza de casi dos millones de personas, con
programas eficaces, pero de tipo principalmente asistencialista que crean más
clientes que actores sociales; se redujo el poder político de la antigua
oligarquía capitalista, se eliminaron los partidos políticos tradicionales
denominados como partidocracia. Al mismo tiempo, nuevos grupos capitalistas
“modernos” económicamente eficaces se reforzaron, con procesos acelerados de
acumulación en los sectores de las finanzas; de la construcción; del comercio;
de las telecomunicaciones; del agro-negocio y de los intermediarios con los
nuevos inversionistas, especialmente chinos. Poco a poco se constituyó una
derecha “moderna”, que está tanto dentro de la oposición como dentro del
gobierno; se aumentó la recaudación fiscal por medio del IVA y la creación de
nuevos impuestos, pero todavía moderada para los más ricos y sin tocar ciertos
intereses extranjeros y se recuperó mayor participación de las ganancias de las
empresas extractivas para financiar los programas sociales. En la agricultura,
el Gobierno apoyó los monocultivos de exportación de alta productividad, pero
también destructores del ambiente y del tejido social rural, pero descuidó la
agricultura familiar campesina e indígena, a pesar de que produce más del 60 %
de la alimentación del país y garantiza su soberanía alimentaria.
La derecha ecuatoriana
que se opone al actual gobierno es plural: la antigua oligarquía que no tiene mucho
peso político y la nueva que está divida en tres ramas principales: CREO con el
banquero y exministro Guillermo Lasso; el Partido Social-Cristiano (hoy Madera
de Guerrero) con Jaime Nebot, actual alcalde de Guayaquil y SUMA con Mauricio
Rodas alcalde de Quito, en funciones. Cada una de estas ramas está vinculada
con intereses económicos específicos. Así, la oposición de derecha no tiene un
liderazgo ni un programa único y se caracteriza principalmente por su oposición
al presidente Correa y tiene por estrategia infiltrar los movimientos de
protesta.
La derecha que está
dentro del Gobierno acepta la lucha contra la pobreza que amplía las bases del
mercado; el trabajo formal; el seguro social; aún pagar un cierto nivel de
impuestos, a condición que la estabilidad política les permite proseguir en
ciertos sectores de la economía un proceso de acumulación acelerado.
Varios líderes indígenas
se acercaron a personalidades de esta derecha, con la finalidad de exigir en un
frente común, la dimisión del presidente Correa, como ocurrió en el pasado con
otros mandatarios. Fueron rechazados por la CONAIE. Además, no hay duda que los
servicios secretos de los Estados Unidos (CIA y otros) sean activos para
fomentar el desorden, como siempre, pero no pueden ser considerados como la
primera causa de los procesos socio-políticos que conoce el país en este
momento. La teoría del complot tiene el peligro de velar las causas profundas
del proceso.
Por otra parte, ciertos
grupos sociales (médicos, trabajadores del petróleo, jubilados, universitarios)
han defendido intereses corporativos frente a reformas necesarias, pero a
menudo impuestas desde arriba, por deseo de eficacia, muchas veces sin real
diálogo y en varios casos de manera arbitraria, obligando a dar pasos atrás para
rectificar errores. En el caso de las leyes sobre la herencia y la
especulación, el malentendido fue tan profundo, que la derecha logró provocar
en una buena parte de la clase media baja y aún de campesinos e indígenas, una
reacción de rechazo contra medidas destinadas a repartir mejor la riqueza.
Hubo, en este caso, evidente déficit de comunicación, debido a un flujo de
información desde arriba, sin suficiente atención a las reacciones de los que
la reciben. Fue uno de los efectos de un liderazgo demasiado exclusivo, que ve
en una enmienda de la constitución para la reelección, la única manera de
asegurar la continuidad del modelo.
El proyecto, que
identifica modernización de la sociedad con el “buen vivir”, ha generado
progresivamente un malestar generalizado a pesar de sus logros indiscutibles.
Por una parte, grupos políticos que habían hecho una alianza con el Gobierno de
Alianza País, perdieron su cuota de poder y se separaron. Por otra parte,
movimientos sociales que defienden la naturaleza; los derechos obreros
afectados por la nueva matriz productiva; la posibilidad de organizar
sindicatos en el sector público; la plurinacionalidad; los territorios y la
identidad en tanto que pueblos de los indígenas, fueron considerados como
obstáculos al proyecto modernizador. El nuevo código integral penal (COIP) y
ciertos decretos presidenciales, como el decreto 16 sobre las organizaciones
sociales, son los instrumentos utilizados para limitar sus acciones.
Simultáneamente, se crearon movimientos paralelos favorables al gobierno, con
una base frágil aunque numerosa, porque fue construida en gran parte sobre
ventajas económicas inmediatas o como fruto del modelo de modernización, que
hoy en día entra en crisis.
- Cambio en la gestión
política
Al mismo tiempo, se
desarrolló en el país un aparato de Estado bastante amplio, utilizado en varios
casos como instrumento partidario para asegurar la continuidad del proyecto en
el cual la influencia del ejecutivo es predominante. Se trata de un Estado
administrado por una organización política pluriclasista (Alianza País), donde
las fuerzas de derecha empezaron a ocupar un espacio siempre mayor en sectores
estratégicos, especialmente desde el segundo mandato presidencial.
El conjunto de estos
procesos más son el fruto de lógicas sociales, que de cálculos individuales,
aún si ellos existen. Son connaturales al ejercicio de un poder que persigue la
eficacia y objetivos políticos desde arriba, aún con un apoyo popular fuerte.
No son determinismos, sino condicionamientos que siempre pueden revertirse con
otra concepción del poder.
- Los pueblos indígenas
Los pueblos indígenas
tienen su especificidad también en esta realidad. En 2007, al inicio del nuevo
sistema político que produjo una Constitución muy avanzada que incluye los
derechos de la naturaleza; ratifica los derechos colectivos de los pueblos
indígenas y reconoce al Ecuador como Estado Plurinacional. Hubo un apoyo de la
CONAIE, (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, considerada
como un verdadero gobierno de las nacionalidades) y que fue protagonista del
levantamiento indígena de 1990.
Poco a poco vino la
decepción frente a la no aplicación de la Constitución en materia de
territorios, de conducción de la educación bilingüe; la ausencia de reforma
agraria; las nuevas leyes y códigos que favorecen los monocultivos; la
desposesión del control comunitario del agua en general y de la de los páramos
en particular, sin hablar del desprecio, los insultos, y la deslegitimación
sistemáticos de parte del poder. En las políticas sociales se consideraron a
los indígenas como pobres, como campesinos, o ciudadanos, pero no como
comunidades, pueblos, nacionalidades. La gran marcha del 8 de Marzo 2012 no fue
entendida lo suficiente por el poder político. El proyecto modernizador
apareció más y más como destructor de la identidad indígena. No era
necesariamente su objetivo, sino el resultado, aún de parte de personas bien
intencionadas, pero con una gran dificultad de entender en su esencia la
realidad y la perspectiva indígena.
La aceleración de la
disolución socio-cultural de las comunidades y pueblos indígenas por la
urbanización; la desestructuración del tejido social rural propio; el sistema
educacional; los medios de comunicación; la sociedad de consumo; la individualización
de la propiedad; la folklorización de la cultura y de las cosmovisiones, son
factores, que añadidos a la política oficial, han creado dentro de muchos
indígenas un sentimiento de verdadera desesperación y desengaño. Por otra
parte, un buen número de indígenas entraron en el sistema y se va conformando
también una “burguesía” indígena, con reacciones similares a las de la nueva
clase media en ascenso.
Para las organizaciones
indígenas, la visita el Papa Francisco añadió un elemento coyuntural a este
estado de cosas, por la invisibilización de los pueblos indígenas y de sus
líderes, situación muy diferente a la de 30 años antes, donde un encuentro del
Papa Juan Pablo II con más de 300.000 indígenas tuvo lugar en Latacunga. En esa
ocasión, Monseñor Leonidas Proaño fue proclamado “el obispo de los indígenas”.
En 2015, el único que recordó su memoria fue el Presidente de la Republica en
su discurso de bienvenida al Papa. En el resto de los tres días de visita, el
silencio fue total.
Evidentemente la alternativa
no consiste en crear “reservas” a las que Álvaro García Linera, vice-presidente
de Bolivia, les llama “jardines zoológicos”, sino de reconocer los derechos
históricos de los pueblos que fueron desposeídos de sus territorios y de sus
culturas al inicio por un capitalismo mercantil y colonial triunfante y más
tarde por la integración en un capitalismo globalizado. La alternativa en este
caso consiste en reparar la injusticia histórica para permitir a los pueblos
indígenas vivir el Sumak Kawsay y mantener sus identidades con las bases
materiales suficientes. Apoyar la agricultura indígena; la educación bilingüe;
la justicia autóctona; las organizaciones indígenas urbanas; definir los
territorios, son algunas de las medidas que podrían contribuir a una transformación
que mira al futuro.
Es en este contexto que
se deben interpretar las reacciones de las organizaciones indígenas históricas
que muchos perciben como irracionales o exageradas.
- Otros elementos de tipo
social y político
Se tendría que abordar
también muchos otros aspectos de la situación del Ecuador, como el uso de las
comunicaciones por el poder, si bien no se ha suprimido la libertad de prensa,
como se dice en ciertos medios de la derecha, la hiper-comunicación de tipo vertical
al servicio del modelo modernizador, empieza a cansar en vez de convencer.
También se puede señalar la dificultad de promover la participación, ya porque
está institucionalizada desde arriba, o porque la organización política tiende
a monopolizar los roles, las decisiones y también porque la descentralización
está pensada más como una regionalización del poder central que como una
autonomía local.
Como en el resto del
mundo, los movimientos sociales ecuatorianos han perdido la fuerza que tenían
en los 90s. Hubo el efecto de la crisis económica; los errores políticos
debidos a preocupaciones inmediatas, a menudo electorales; la pérdida de
objetivos a largo plazo; la invasión de la sociedad de consumo; la absorción
del liderazgo por los partidos y organizaciones políticas nuevas y su
burocratización y adicionalmente, la cooptación individual y grupal por el
aparato de Estado. Por estas razones los movimientos sociales se encuentran en
una relación desigual mayor frente al Estado.
1. Al nivel internacional
Los factores externos
juegan un papel crucial en la situación actual del Ecuador y son esencialmente
debidos a la crisis internacional que desde 2012 empezó a afectar los países
del Sur y en particular a América Latina. La base material, la más importante
del proyecto de progreso social sufre de las consecuencias de la crisis del
capitalismo mundial, que es mucho más que una crisis financiera y económica,
sino realmente una crisis de civilización. No se trata de un fenómeno pasajero,
como no cesan de afirmarlo los líderes europeos desde 2008.
La coyuntura
internacional se degrada. No solamente el petróleo pasó en algunos meses de
cerca de 100 dólares el barril a 37 dólares (para el Ecuador en Agosto 2015),
sino que la crisis europea se profundiza y China al ver que su economía se
contrae, desvalúa su moneda. La dolarización de la economía ecuatoriana permite
que la inflación sea relativamente lenta, sin embargo real, pero disminuye su
competitividad frente a economías vecinas que desvalúan su moneda (Perú,
Colombia, Venezuela).
El resultado para el
Ecuador es la necesidad de recurrir al endeudamiento que se acelera
rápidamente, a pesar de ser por el momento relativamente modesto en comparación
con los de EE.UU, Bélgica, Japón. La necesidad de financiamiento exige nuevas
relaciones con los antiguos enemigos, Banco Mundial, Goldman Sachs, aún si los
términos de las transacciones son diferentes, o con nuevos acreedores: China,
Tailandia, Catar, Arabia Saudita. También el Gobierno ve la necesidad de
disminuir el ritmo de las inversiones públicas y pedir la colaboración del
sector privado. Se anuncian políticas similares a la “austeridad” en Europa que
inevitablemente van afectar los ingresos y el empleo.
En la perspectiva del
proyecto de modernización del país se trata de medidas razonables para salvar
lo esencial, especialmente si se piensa que la crisis será pasajera. Se
entiende que otra lectura de la realidad sea considerada como un real peligro.
La reacción gubernamental será tanto más fuerte cuando existe la convicción
profunda de poseer la verdad y que existen logros reales.
2° Los eventos de Agosto
2015
Las protestas y las
violencias que explotaron en Agosto 2015, fueron precedidas por varios eventos
que contribuyeron a preparar un terreno favorable a un deterioro de la situación.
No podemos ser exhaustivos, sino señalar algunos elementos.
La decisión de explotar
el petróleo del Yasuní es uno de ellos. Sin duda, por varios factores, la
comunidad internacional no respondió a las expectativas y el Presidente Correa
declaró que esta decisión fue la más difícil de su mandato. También, él afirmo
que solo una infinitésima parte de este parque nacional seria afectada por la
explotación minera, que tecnologías recientes minimizarían los impactos
ambientales y que las comunidades locales recibirán una parte importante de las
ganancias. Sin embargo, grupos económicos nacionales también tenían interés a
pasar al plan B. La resistencia de jóvenes, especialmente de medios urbanos,
fue el fruto de una creciente consciencia ecológica, que encontramos en muchas
partes del mundo. En 2014, cuando organizaron una colecta de firmas pidiendo
una consulta popular, la Comisión electoral deslegitimó el proceso y anuló
centenares de miles de firmas, con argumentos jurídicos formales discutibles
(formato de los formularios, etc.) junto a objeciones justas (repetición de
firmas). Una delegación de ellos se fue a Lima para testificar frente a un
Tribunal Internacional de Opinión y el bus en el cual viajaban fue parado por
razones “técnicas” provocando un retraso del viaje.
La exploración minera en
el valle de Intag por la compañía nacional chilena CODELCO junto con la empresa
nacional ENAMI fue otro caso que tuvo una oposición fuerte de una parte
importante de la población local. No era la primera vez. La lucha comenzó en la
década de los 90as cuando la empresa japonesa Bishimetales consiguió la
concesión de una parte del territorio el valle. La resistencia de los
habitantes logró expulsar a la empresa en 1997. En 2004, el estado ecuatoriano
volvió a permitir la entrada de otra multinacional, la canadiense Ascendant
Copper. Las 76 comunidades del valle expulsaron la compañía. El actual Gobierno
inicio el proyecto Llurimagua, con las dos empresas citadas. El 14 de
septiembre 2014, los comuneros de Intag bloquearon el acceso a la mina. La
respuesta de las autoridades fue la ocupación militar del lugar y el
apresamiento de sus líderes para agotar con el tiempo las protestas.
A finales del 2014, la
sede de la CONAIE por el Estado en comodato, fue objeto de una decisión
ministerial de recuperación para fines sociales (alojamiento de jóvenes
drogados). Esta decisión contó con el apoyo presidencial, que acusó la
organización de tener actividades políticas incompatibles con su estado de
movimiento social y también de desorden administrativo. La medida provocó
reacciones nacionales e internacionales fuertes. Finalmente la orden de
desalojo fue retirada, algunos días antes de la visita del Papa en Julio 2015,
pero los siete meses de incertidumbre devinieron en muchas insatisfacciones y
movilizaciones.
El primero de Mayo 2015,
la tradicional marcha del Trabajo se dividió en dos. La primera organizada por
los movimientos sociales tradicionales y la otra por el Gobierno y
organizaciones afines. De tamaño bastante similar, las dos marchas tenían sin
embargo condiciones de realización bastante diferentes. Los participantes de
las provincias de la marcha oficial fueron transportados gratuitamente y
recibieron alimentación distribuidas por las autoridades. En la otra manifestación,
por primera vez, una de las consignas fue “Fuera Correa fuera” y algunos grupos
de la derecha se juntaron a ella. Al final hubo violencias de parte de grupos
de jóvenes encapuchados que no pudieron ser controlados por los organizadores
de la marcha.
Otro caso fue el anuncio
de los dos proyectos de ley ya citado, uno sobre las herencias y otro sobre la
especulación. Provocaron una fuerte reacción de las diversas derechas
tradicionales y modernas, bajo el argumento de que se trataba de un ataque a la
familia. Una parte de la clase media se juntó al movimiento. Manifestaciones
diarias se organizaron en el norte de la capital y hubo una tentativa, por
elementos de la derecha, de ocupar la plaza de la Independencia (sede del
Palacio presidencial). Rafael Correa al regresar de una reunión en Bruselas
como presidente pro tempore de la CELAC Comunidad de los Estados
Latinoamericanos y del Caribe), retiró provisionalmente los dos proyectos de
ley, para pacificar las tensiones en la víspera de la visita del Papa Francisco.
Sin embargo, la presencia del Papa fue solamente un paréntesis en la
confrontación política y a pesar de las explicaciones más precisas sobre la
aplicación de las leyes, la oposición a éstas, disminuyó ligeramente, pero no
desapareció.
El primer elemento de las
protestas fue la decisión de los dirigentes del FUT (movimiento obrero sindical
histórico) de realizar un paro indefinido a partir del 13 de Agosto, con varias
demandas laborales y políticas (retirar las enmiendas a la constitución, que incluyen
la reelección presidencial). Por su parte, la CONAIE decidió llamar a un
levantamiento indígena, iniciando el dos de Agosto una marcha desde el Sur del
país para llegar a Quito el 12 de Agosto. La organización indígena tuvo
planteamientos claros: el objetivo de la movilización no era pedir la dimisión
del presidente (él tiene que terminar su mandato) ni de tumbar el gobierno y se
rechazaba toda alianza con la derecha. Se hizo un llamamiento a marchar de
manera pacífica.
El Gobierno preocupado
por la situación todavía tensa después de la visita del Papa, llamó a un
“diálogo con los de buena fe”, y empezó a nivel nacional a organizar reuniones
con varios sectores de la población. En un mes y medio, centenares de grupos y
organizaciones nacionales y locales fueron contactados. De hecho, los debates
se realizaron en gran parte con organizaciones más o menos afines al Gobierno.
Aun así, se han revelado muchas críticas generalmente dirigidas a la falta de
reconocimiento de parte de los organismos y de los mandatarios del Estado. Las
organizaciones indígenas y sindicales tradicionales no aceptaron participar a
estas iniciativas, estimando que no había condiciones para el
diálogo pues éste se reducía generalmente a la socialización de decisiones
tomadas o de proyectos gubernamentales.
El paro sindical, en
principio indefinido, no tuvo éxito masivo, aúnque en la capital las
actividades sí se redujeron y el centro de Quito se paralizó. Se debe recordar
que la huelga es ilegal en los servicios públicos, donde los sindicatos no son
permitidos. El levantamiento indígena que empezó en el Sur del país se
trasformó en una marcha recibida en el camino por simpatizantes y opositores,
sin incidentes mayores, pero no fue comparable con los levantamientos del
pasado. Varios exdirigentes de la CONAIE y un cierto número de organizaciones
indígenas y gremiales nacionales y locales se pronunciaron contra la marcha.
Estos hechos permitieron al Gobierno de hablar de un fracaso.
Sin embargo, la marcha
del 13 de Agosto fue impresionante. Hubo decenas de miles de personas. Los
indígenas estaban a la cabeza. Dentro de la marcha hubo también un buen número
de banderas negras de la derecha. Varios de estos grupos se mostraban
verbalmente agresivos contra las fuerzas del orden. Los eslóganes eran
netamente hostiles al presidente Correa. Jóvenes encapuchados estaban presentes
en varios lugares, a pesar de un servicio de seguridad organizado por los
movimientos sociales.
Los partidarios del
Gobierno y miembros de Alianza País estaban en la Plaza Grande, frente al
palacio presidencial, donde una tarima había sido instalada con un grupo
musical. Unas diez mil personas, muchas de origen popular, estaban presentes en
la plaza y en las calles vecinas, protegidas por un impresionante operativo de
la policía y del ejército, que tenía la misión de impedir enfrentamientos. En
la plaza, la guardia presidencial estaba presente y también un grupo de
combatientes Shuar vestidos de negro, que actuaron en la última guerra contra
el Perú.
Al llegar la marcha cerca
de la plaza de la Independencia, en vez de seguir el trayecto previsto hasta la
plaza San Domingo, un grupo de jóvenes encapuchados de las izquierdas radicales
bastante desprestigiadas -entre otros- por el uso de la violencia, empezó a
tirar piedras y cocteles Molotov contra la policía y el ejército que
controlaban el ingreso a la plaza de la Independencia. Es un hecho que una
parte de la juventud de la CONAIE se dejó influir por ellos. Miembros de la
marcha cayeron en provocación. Dos líderes de la organización indígena se
juntaron a los jóvenes. La policía y el ejército reaccionaron duramente,
lanzando gas lacrimógeno. Otro líder, el presidente del ECUARUNARI fue herido
por la policía y trasladado bajo custodia a un hospital. Su compañera, Manuela
Pick, periodista y antropóloga franco-brasilera fue también vejada y así mismo
trasladada bajo custodia primero a otro hospital y después a un lugar de
detención del Ministerio del Interior. Su visa fue cancelada. Eso provocó una
campaña internacional de protesta. Una jueza dictaminó su libertad al
considerar que su detención fue ilegal. Ella fue liberada, pero dos días
después un juez negó el pedido de acción de protección, con lo cual al quedar
en indefección, tuvo que abandonar el país.
La marcha se desarrolló
sin otros incidentes hasta la plaza San Domingo, pero varios manifestantes se
dirigieron después hasta la plaza San Francisco, donde hubo nuevos
enfrentamientos, la policía utilizó perros y caballería para dispersar a los
manifestantes. Todo eso provocó heridas en ellos y en policías.
A la noche, el presidente
Correa se dirigió a los de la Plaza Grande, con un discurso particularmente
duro, el cual condenó a los manifestantes de la marcha; afirmó que la violencia
hacía parte de su estrategia; denunció que la coalición de los indígenas y
sindicatos era con la derecha; habló de una tentativa de desestabilización del
Gobierno por parte de una minoría y reiteró insultos contra los dirigentes
indígenas. El discurso fue obviamente una expresión de exasperación. Cuando se
sabe que las malas noticias se acumulaban en otros frentes, se puede entender.
El precio del petróleo continuaba su descenso; China y Rusia, pero también los
países vecinos seguían devaluando sus monedas; el déficit comercial se
acentuaba; el presupuesto estatal debía ser seriamente reducido. A esto se
añadió amenazas de erupción del volcán Cotopaxi, vecino de Quito y previsiones
pesimistas para el fenómeno del Niño.
En las provincias, con
acciones de las bases de la CONAIE también se produjeron incidentes durante
toda una semana mediante la realización de marchas, bloqueos de carreteras y
tomas de edificios públicos, particularmente entre Loja y Cuenca protagonizados
por el pueblo Kichwa Saraguro y en el Oriente (Amazonía): como ocurrió en
Macas, donde el Gobernador fue retenido en su sede por indígenas Shuar y Achuar
tradicionalmente armados de lanzas. La reacción policial fue dura y al final,
los indígenas amazónicos optaron por retirarse para evitar la espiral de violencia.
En Quito los indígenas han acampado en carpas en el Parque del Arbolito más de
una semana y desde allí las marchas continuaron cada dos días hacia el centro
histórico de la ciudad, sin incidentes y con mayor control por parte de las
organizaciones.
Durante la primera semana
de las protestas, un centenar de policías resultaron heridos. Hubo un centenar
de detenciones y también decenas de heridos entre los indígenas y otros
manifestantes y serias brutalidades contra mujeres indígenas.
En varias ocasiones hubo
sesiones de evaluación de parte de la organización indígena y de los
sindicatos. Se reconoció que la declaración de un levantamiento indígena había
exigido una mejor preparación y que un paro indefinido no era realmente
factible en las circunstancias socio-económicas del país. Los líderes que
trataron de ir hasta la plaza de la Independencia fueron criticados. Los que
pretendían que la salida de Rafael Correa tenía que ser el objetivo de las
protestas fueron reprochados, porque esta posición entraba en contradicción con
la posición original de la CONAIE. Sin embargo, después de la primera semana de
protestas se decidió seguir con marchas en la capital y acciones específicas en
otras partes del país, pero tratando de conservar su carácter pacífico.
Varios miembros del
Gobierno, en acuerdo con la posición del Presidente, dijeron que un diálogo con
quienes estaban al frente del desorden y el caos no era posible.
Cuando se reflexiona en
función del futuro, parece claramente que el primer paso es evitar que continúe
la violencia, que puede desembocar en pérdidas de vidas y profundizar una
polarización. El momento amerita eventualmente una mediación del exterior. Un
segundo paso sería construir espacios de diálogo basados en una lectura
realista de la situación, en el que, por una parte, se descarte las maniobras
de la derecha por parte de las organizaciones indígenas y sindicales y, por
otra que el Gobierno reconozca la legitimidad de las protestas.
3° Un proceso local
inserto en una lógica de conjunto mundial
Las reflexiones de
Bolívar Echeverría, uno de los mejores pensadores ecuatorianos de la posguerra,
cuyo pensamiento se sitúa dentro de la corriente de la escuela de Frankfurt,
nos permiten entender que no se trata de un fenómeno puramente ecuatoriano, ni
de un proyecto “maquiavélico” de una organización política particular, como
Alianza País y menos aún todavía de un solo hombre, como el presidente Correa.
Es la concepción occidental de la modernidad que está en cuestión, porque,
según este pensador, desde el inicio del siglo de las Luces, ella fue absorbida
por la lógica del capitalismo. Karl Polanyi, historiador del sistema económico,
desarrolló ideas similares, afirmando que el capitalismo desvinculó la economía
de la sociedad, permitiendo a este último imponer la ley del valor a todos los
aspectos de la vida colectiva.
Se puede pensar que la
caída del socialismo del siglo XX fue debida en gran parte al hecho que no se
cambió esta visión del desarrollo humano, considerando el progreso como lineal,
fruto de la ciencia y de las técnicas; y el planeta como una reserva inagotable
de recursos naturales. Por la misma razón, la China y el Vietnam adoptaron
políticas económicas de mercado, ignorando las externalidades, es decir las
consecuencias ambientales y sociales. En el Ecuador, la misma ausencia de
visión holística caracteriza a la concepción de la “nueva matriz productiva”:
exportar sin tomar suficientemente en cuenta las externalidades, es decir los
daños ambientales y sociales.
Evidentemente, no se
trata de proponer un retorno al pasado, sino de redefinir una nueva modernidad,
implicando un cambio de paradigma, con aplicaciones concretas y procesos de
transiciones, para responder a las necesidades de la humanidad y del planeta,
en el caso, aplicadas a la situación del Ecuador, lo que se puede llamar el
Bien Común de la Humanidad o también el “Buen Vivir”.
Como en otras partes del
mundo, muchos piensan que el único modelo posible en la coyuntura actual, es un
mejoramiento del capitalismo (social y verde). Por una parte la fuerza del
sistema, a pesar de la crisis, es enorme (se ha visto en Grecia) con la
combinación del capitalismo de monopolio y de las instituciones financieras y
comerciales internacionales. Por otra parte, el pensamiento económico y social
de los movimientos y líderes políticos nuevos no va mucho más allá que en la
formulación de una nueva forma de desarrollismo sin crítica de la modernidad
capitalista. Ellos también han tenido un apoyo popular real, que empezó a
disminuir solamente con el cambio de la coyuntura económica mundial y también
en ciertos casos, por errores y fallas internas. Se debe añadir la ausencia de
una referencia creíble después de la caída del socialismo en Europa y de los
cambios de los socialismos asiáticos. En esta perspectiva, proponer otro
paradigma parece ser una ilusión.
Sin embargo, otro
pensamiento es posible y se manifiesta indispensable frente a la crisis
sistémica del capitalismo y a la gravedad de la destrucción ambiental. Las
transiciones no pueden ser pensadas como adaptaciones del sistema a nuevas
exigencias sociales, culturales, ecológicas. Se debe dar pasos hacia a un nuevo
paradigma, elaborados de manera práctica en los diversos dominios de la vida
económica, social, cultural y económica, con una visión de conjunto (holística)
y en función de la exigencia ética de producir, reproducir y mejorar la vida.
Quito, agosto del 2015
Un articulo muy apegado a la verdad sin tapujos ni orientacion politica que enfoca nuestra realidad actual aunque se omite las arbitrariedades gubernamentales siguientes: por decreto ejecutivo nos hizo donantes de organos a todos los ecuatorianos, retiro los aportes del estado a los fondos de jubilacion, estatizo las inversiones privadas para la jubilacion del magisterio del Ecuador, el estado ha incautado las gananias de los trabajadores de las transnacionales Movistar y Claro violando los derechos individuales, quiere incautar viviendas y propiedades con la llamada "equidad social"..., ha desestabilizado a la educacion universitaria y ahora existen los NINIs tambien en Ecuador " jovenes que Ni estudian, ni encuentran cupos en universides...
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