Si
el modelo estatizante no nos convence ni nos conviene, peor aún el modelo
neoliberal. Por eso es necesario abrir las puertas a nuevas propuestas que
prioricen al ser humano y a la sociedad en general.
Fander Falconí /
El Telégrafo (Ecuador)
Hemos
vivido estos tiempos con una trinidad económica: Estado, mercado y sociedad.
Los abusos del mercado han provocado pérdidas cuantiosas y eso permitió que
algunas veces el Estado interviniera. Esta intervención era necesaria, pero con
frecuencia estancaba la creatividad y el riesgo calculado; tal estancamiento
devolvía el papel preponderante al mercado y el ciclo se repetía.
Pero
hoy se ha visto que el tercer invitado a esta fiesta, la sociedad, era la
llamada a poner orden. El mercado no puede funcionar sin regulación y control y
el Estado, como regulador y controlador, también necesita cierto control. La
sociedad debe incrementar su poder decisorio y su protagonismo.
Si
el modelo estatizante no nos convence ni nos conviene, peor aún el modelo
neoliberal. Por eso es necesario abrir las puertas a nuevas propuestas que
prioricen al ser humano y a la sociedad en general. Una interesante
alternativa, incluso sin salirse del molde capitalista, es la planteada en 2015
por el ‘enfant terrible’ de los economistas franceses, Thomas Piketty.
Piketty
(El ‘programa electoral’ de Thomas Piketty en cinco propuestas, El Diario de
España) propone para la Unión Europea: 1) Más impuestos a la riqueza que frenen
la creciente desigualdad; si la riqueza se perpetúa a través de la herencia,
esa brecha se agudiza. Pero estos impuestos deben ser globales, cerrando los
paraísos fiscales. [Esta propuesta, desgraciadamente, funcionaría solo a escala
mundial; no limitada al ámbito europeo.] 2) Política fiscal expansiva y más
inversión en educación; él apuesta por abandonar la actual austeridad e
invertir en educación superior, innovación y medio ambiente. 3) Reforma de las
instituciones europeas (“una moneda única con 18 deudas públicas diferentes,
con las que los mercados pueden especular en forma libre, y 18 sistemas
fiscales y de prestaciones en rivalidad desenfrenada entre sí no funciona, y
nunca va a funcionar”). 4) Mutualización de la deuda europea. Esto no significa
compartir el pago de las deudas, pero sí crear un fondo común para rebajar los
costos de financiación entre los socios del euro y compartir un tipo de interés
común. 5) Contratos unificados de trabajo.
Una
muestra de lo que puede hacerse cuando se enfrenta una situación sin dogmas
previos y de manera creativa, pero siempre poniendo en primer lugar a la
sociedad.
Al
interior de cada país, se vive una contienda ideológica sobre las prioridades
que deben regir la marcha del Estado, el mercado y la sociedad. Sin duda, el
neoliberalismo o su manifestación más radical, el capitalismo salvaje, van a
querer dar las riendas al mercado. Pero como ya vimos, el mercado debe ser
regulado y controlado por el Estado, pero en último término es la sociedad la
que debe maniobrar el timón.
Priorizar
el papel de la sociedad debe entenderse en su conjunto, la sociedad cuando se
expresa a través de sus legítimos representantes o sin intermediarios. Esto
implica dejar de lado a aquellos grupos que dicen representar a la sociedad en
general, cuando en el fondo son instrumentos de intereses poderosos, pero
minoritarios. Por ejemplo, esas fundaciones latinoamericanas autoproclamadas
defensoras del pueblo han sido una vergüenza en Latinoamérica, cuando se ha
descubierto el origen de su peculio o cuando han demostrado su doble moral.
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