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sábado, 19 de septiembre de 2015

El Estado y el mercado proceden de la sociedad

Si el modelo estatizante no nos convence ni nos conviene, peor aún el modelo neoliberal. Por eso es necesario abrir las puertas a nuevas propuestas que prioricen al ser humano y a la sociedad en general.

Fander Falconí / El Telégrafo (Ecuador)

Hemos vivido estos tiempos con una trinidad económica: Estado, mercado y sociedad. Los abusos del mercado han provocado pérdidas cuantiosas y eso permitió que algunas veces el Estado interviniera. Esta intervención era necesaria, pero con frecuencia estancaba la creatividad y el riesgo calculado; tal estancamiento devolvía el papel preponderante al mercado y el ciclo se repetía.

Pero hoy se ha visto que el tercer invitado a esta fiesta, la sociedad, era la llamada a poner orden. El mercado no puede funcionar sin regulación y control y el Estado, como regulador y controlador, también necesita cierto control. La sociedad debe incrementar su poder decisorio y su protagonismo.

Si el modelo estatizante no nos convence ni nos conviene, peor aún el modelo neoliberal. Por eso es necesario abrir las puertas a nuevas propuestas que prioricen al ser humano y a la sociedad en general. Una interesante alternativa, incluso sin salirse del molde capitalista, es la planteada en 2015 por el ‘enfant terrible’ de los economistas franceses, Thomas Piketty.

Piketty (El ‘programa electoral’ de Thomas Piketty en cinco propuestas, El Diario de España) propone para la Unión Europea: 1) Más impuestos a la riqueza que frenen la creciente desigualdad; si la riqueza se perpetúa a través de la herencia, esa brecha se agudiza. Pero estos impuestos deben ser globales, cerrando los paraísos fiscales. [Esta propuesta, desgraciadamente, funcionaría solo a escala mundial; no limitada al ámbito europeo.] 2) Política fiscal expansiva y más inversión en educación; él apuesta por abandonar la actual austeridad e invertir en educación superior, innovación y medio ambiente. 3) Reforma de las instituciones europeas (“una moneda única con 18 deudas públicas diferentes, con las que los mercados pueden especular en forma libre, y 18 sistemas fiscales y de prestaciones en rivalidad desenfrenada entre sí no funciona, y nunca va a funcionar”). 4) Mutualización de la deuda europea. Esto no significa compartir el pago de las deudas, pero sí crear un fondo común para rebajar los costos de financiación entre los socios del euro y compartir un tipo de interés común. 5) Contratos unificados de trabajo.

Una muestra de lo que puede hacerse cuando se enfrenta una situación sin dogmas previos y de manera creativa, pero siempre poniendo en primer lugar a la sociedad.

Al interior de cada país, se vive una contienda ideológica sobre las prioridades que deben regir la marcha del Estado, el mercado y la sociedad. Sin duda, el neoliberalismo o su manifestación más radical, el capitalismo salvaje, van a querer dar las riendas al mercado. Pero como ya vimos, el mercado debe ser regulado y controlado por el Estado, pero en último término es la sociedad la que debe maniobrar el timón.

Priorizar el papel de la sociedad debe entenderse en su conjunto, la sociedad cuando se expresa a través de sus legítimos representantes o sin intermediarios. Esto implica dejar de lado a aquellos grupos que dicen representar a la sociedad en general, cuando en el fondo son instrumentos de intereses poderosos, pero minoritarios. Por ejemplo, esas fundaciones latinoamericanas autoproclamadas defensoras del pueblo han sido una vergüenza en Latinoamérica, cuando se ha descubierto el origen de su peculio o cuando han demostrado su doble moral.

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