Ante los retos de la
fosilización en curso y del mal-trato a la naturaleza como mercancía vale el
llamado de los Galeanos de este mundo a ocupar las calles de París. Pero de
cara a la debacle fósil y a la crisis del capitalismo monopólico, la amenaza a
la vida exige mucho más: un incesante plantón mundial de construcción social
alternativa.
John Saxe-Fernández / LA JORNADA
Ante abundantes estudios
ofrecidos por revistas de alto calibre de la comunidad científica sobre el
calentamiento global por la emisión humana de gases con efecto invernadero
(GEI) y de la acelerada pérdida de biodiversidad también de corte
antropogénico, uno de ellos en Climatic Change (2014) de Richard Heede y
otro más en Science (2015) de Gerardo Ceballos et al, así como
artículos y entrevistas publicados por The Guardian, considero necesario
hacer la pregunta del encabezado. Esto, por las advertencias y el inusitado
consenso de la comunidad científica sobre la necesidad, urgente, de recortes
vinculantes e inmediatos de las emisiones de GEI en la COP21 la cumbre
climática, París, Nov/Dic/15. Máxime que esas fuentes advierten que “la ventana
de oportunidad” para evitar una catástrofe bioclimática, puede estar
cerrándose.
Sólo desde un enfoque
interdisciplinario, de corte enciclopédico, en diálogo entre las ciencias
naturales, las humanidades y las ciencias sociales, es posible lograr la
precisión necesaria para determinar ¿qué hacer? Ese es un enfoque necesario en
lo atmosférico, geofísico y biológico y en lo que atañe a la historia, la
economía política y la sociología. El estudio de Heede es una laboriosa
investigación sobre las emisiones acumuladas de dióxido de carbono y metano de
los productores de combustibles fósiles y de cemento, de 1854 a 2010. Ese
estudio mostró que tan sólo 90 corporaciones, algunas descendientes de la
Standard Oil Company: Chevron/Texaco, Exxon/Mobil, y otras como BP, Total y
Shell (las cinco grandes) a las que se añaden entes estatales y otras manejadas
por gobiernos, han generado dos tercios de los GEI (Co2/metano, etcétera)
acumulados en la atmósfera desde los inicios de la era industrial (circa 1750).
Susanne Goldenberg (The
Guardian, 20/11/13) informa que Heede realizó la investigación a lo largo
de varios años y que se conoció en las negociaciones climáticas de 2013. Mostró
que la mitad del CO2/metano “fue lanzado a la atmósfera en los últimos 25 años,
es decir, cuando tanto gobiernos como grandes corporaciones ya estaban
enterados de que el aumento de GEI por la quema de carbón, petróleo y gas
natural, era causa de cambio climático peligroso”(ibid). El Panel
Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) advirtió que a las tasas de
emisión de entonces, en sólo 30 años se tendría que alcanzar la cantidad de GEI
que llevara el clima a un aumento de no más de dos grados centígrados 2Cº desde
la era pre-industrial (a la fecha ya aumentó 0.8Cº) aunque estudios de James
Hansen et al, advierten que aún un aumento de 2Cº, considerado seguro,
sería catastrófico, acortándose los plazos. Hansen es el ex científico de la
NASA y de la Universidad Columbia cuyo testimonio ante el Senado de EU en 1988
hizo público el fenómeno del calentamiento global vinculado a la quema de
combustibles fósiles.
La relevancia política
del estudio de Heede la sintetizó Al Gore, quien, ante las fuertes discusiones
sobre las responsabilidades de las naciones, dio importancia a la
identificación de “aquellos que son históricamente responsables por la
contaminación de la atmósfera”, porque “tienen la obligación clara de ser parte
de la solución”. De aquí la necesidad de revisar al detalle el modus operandi
a todo nivel de las 90 firmas de energía y cemento responsables por las
emisiones de CO2 y metano en ese periodo (casi un billón –trillion– de
toneladas). De las 90 firmas 50 son privadas, petroleras las más, con las
“cinco grandes” antes citadas, además de British Coal Corp, Peabody Energy y
BHP Billiton. También se menciona a British Coal Corp, Peabody Energy, más
Aramco de Arabia Saudita, Gazprom de Rusia y Statoil de Noruega. Esta
información, que incluye entes petroleros de México (Pemex), Polonia y
Venezuela (PDVSA), habría servido para desbloquear la discusión en la COP de
2013. No fue así. El poder “persuasivo” de los cabildos fósiles es grande y de
gran penetración en los gobiernos que integran y debaten tan grave asunto en la
ONU y al mismo tiempo ofrecen crecientes subsidios a la energía fósil.
De cara a la COP 21
importa saber que las 90 operan en todo el mundo. Algunas en 43 países,
explotando toda fuente de petróleo, gas y carbón, con miras al aumento de 40
por ciento del consumo de energía esperado en 2035. A las primeras 20 firmas
corresponde 30 por ciento de las emisiones acumuladas. La atención sobre
grandes imperios privados tipo Exxon, bien estudiados por Robert Engler (varios
años) y Steve Coll (2012) es por las responsabilidades acumuladas, que se
centran en monopolios fósiles vitales a la etiología del capitalismo. El
problema no es “la humanidad” ni el Homo sapiens, sino el capitalismo existente: ahí
están las Chevron y Exxon en pos de ganancias, desafiando a la comunidad
científica e internacional y hasta a sus accionistas. Siguen su programa de
inversión en ascenso, arrastrándonos en ruta al abismo.
II
Fidel Castro fue al
meollo del asunto en Brasil, 1992: “las sociedades de consumo son las
responsables fundamentales de la atroz destrucción del medio ambiente. Ellas
nacieron de las antiguas metrópolis coloniales y de políticas imperiales que, a
su vez, engendraron el atraso y la pobreza que hoy azotan a la inmensa mayoría
de la humanidad. Con sólo 20 por ciento de la población mundial, ellas consumen
las dos terceras partes de los metales y las tres cuartas partes de la energía
que se produce en el mundo. Han envenenado los mares y ríos, han contaminado el
aire… han saturado la atmósfera de gases que alteran las condiciones climáticas
con efectos catastróficos que ya empezamos a padecer… Los bosques desaparecen,
los desiertos se extienden, miles de millones de toneladas de tierra fértil van
a parar cada año al mar. Numerosas especies se extinguen”. (youtube.com/watch?v=fk99iM_xdVM)
En los 23 años siguientes
a ese histórico discurso se ahondó la acción de los monopolios fósiles, de los
agronegocios y Wall Street que abrazaron no la ruta trazada por Fidel sino la
catástrofe climática. En pos de ganancias combatieron –y de cara a la COP 21,
diciembre de 2015 combaten– los acuerdos vinculantes para una
reducción/extracción de los gases con efecto invernadero (GEI) y todos lucrando
con el mercado de bonos de carbón, los “Mecanismos de Desarrollo Limpio”, el
programa de reducción de emisiones por deforestación y degradación ambiental”
(REDD, y REDD+), las bioenergías y los agrocombustibles, junto a paquetes “con
sensibilidad al clima”, para una todavía mayor depredación, privatización,
incautación de riqueza y mercantilización del aire, la tierra, el agua y los
bosques. Todo según importante organización campesina, “para que los grandes
contaminadores sigan contaminando por medio de mercados artificiales que
privatizan la naturaleza” y de paso afectan a la población y ponen en peligro
la vida “de los pequeños agricultores, de los campesinos y de las comunidades
indígenas.”
El diseño alimentario de
las grandes corporaciones genera gran dependencia de los combustibles fósiles
“para producir, transformar y transportar” alimentos, “siendo responsables “de
un estimado de 44 a 57 por ciento del total de las emisiones de GEI”. Además,
recuerdan que según el Programa ONU sobre Medio Ambiente, entes similares y el
mismo relator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación, “los
pequeños agricultores producen hoy en día hasta 80 por ciento de la
alimentación de los países no-industrializados, donde vive gran parte de la
población mundial” (Ibid). De COP en COP, mediatizada, siguió en aumento el
calentamiento global, la devastación de suelos, el derretimiento de
glaciares y grandes placas de hielo de los polos, la acidificación y los
niveles oceánicos, la extinción masiva de especies (La Jornada, 2, 10 y
30/12/10).
A diario llega el dato
duro. Dice que no son tiempos para corruptelas neoliberales. Desde hace un
lustro resuenan las palabras de James Hansen: “esto no es asunto para la
próxima generación: para cuando los jóvenes sean adultos, la situación podría
estar fuera del control”. Con semejante solidez y urgencia, también llegan
reflexiones de la ciencia social: “El capitalismo empezando por su polo
imperialista”, advierte el economista Jorge Beinstein, de la Universidad de
Buenos Aires, “se ha ido convirtiendo velozmente en un sistema de saqueo donde
la reproducción de fuerzas productivas queda completamente subordinada a la
lógica del parasitismo. Las elites imperiales y sus lumpenburguesías satélites
‘necesitan’ superexplotar hasta el exterminio recursos naturales y mercados
periféricos para sostener las tasas de ganancia de su decadente sistema
productivo-financiero” (http:
www//:WebPage-5.pdf).
Esa reflexión recoge la
dinámica de guerra general y agrega fondo analítico a un sustancioso estudio de
Gerardo Ceballos et al (Science Advances 19/7/15) en el que se
asienta “incontrovertible evidencia de que las tasas de extinción (de
especies)”, en la era moderna, “no tienen precedente en la historia humana y es
altamente inusual en la historia de la Tierra… la sociedad global ha empezado a
destruir especies de otros organismos a una tasa que se acelera, iniciando un
episodio de extinción masiva sin paralelo en 65 millones de años… evitar una
sexta extinción masiva requerirá de esfuerzos rápidos y altamente intensos para
la preservación de especies que ya están en riesgo y aliviar presiones sobre
sus poblaciones –notablemente la pérdida de hábitats, la sobreexplotación con
fines de lucro y el cambio climático–”(Ibid).
Ante los retos de la
fosilización en curso y del mal-trato a la naturaleza como mercancía vale el
llamado de los Galeanos de este mundo a ocupar las calles de París. Pero de
cara a la debacle fósil y a la crisis del capitalismo monopólico, la amenaza a
la vida exige mucho más: un incesante plantón mundial de construcción social
alternativa.
Se hizo un comentario en la Reunión de ONU Mujeres en UNASUR, Ecuador donde se enfatizo que el gobierno actual tiene una deuda con las mujeres, con la Pacha Mama, por la contaminación de fuentes de agua y el nacimiento de bebes con cáncer que no se sabe si son causados por el uso indiscriminado de pesticidas en la agricultura, ya que nuestro país no solo importo mas de 600 millones de dolares en agro-tóxicos la mayoría pertenecientes a la "docena sucia" que hace mas de 20 años atrás están prohibidos y para colmo se distribuye urea proveniente de Venezuela para los arrozales en la costa contaminando las aguas freaticas de la cuenca del Guayas la mas fertil de la costa del Pacifico...
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