El próximo
diciembre, en París, se desarrollará la 21ª Conferencia de la ONU sobre Cambio
Climático. Será la reunión internacional más importante de los últimos años,
porque en ella puede sellarse el destino de la civilización.
Fander Falconí / El
Telégrafo (Ecuador)
Los grandes
contaminadores, los países más ricos, tratarán de ganar tiempo para satisfacer
su ambición (¡como si esta pudiera ser satisfecha) y quedar en mejor posición
que el resto, antes de que la misma naturaleza paralice la producción.
Esto es
obvio, considerando que la delegación de Estados Unidos, por ejemplo,
representa los intereses de las mayores empresas petroleras del mundo. ¿Acaso
el cinismo de estas petroleras se va a trasladar a la Conferencia? Hace pocos
días, una noticia sobrecogió a los científicos especialistas en el cambio
climático.
En el juicio
privado que mantiene la gigantesca petrolera Chevron por daños sociales y
ambientales en Ecuador, la multinacional fue desenmascarada. El testigo
estrella de Chevron (un exjuez ecuatoriano que alegaba haber recibido un
soborno del Gobierno ecuatoriano para redactar una sentencia contra Chevron) se
derrumbó y admitió que todo era un montaje de Chevron. Ese individuo dejará de
percibir los $ 12.000 mensuales (más que el Presidente de Ecuador) que le
pagaba Chevron en su destierro dorado. Las pruebas son irrefutables, pero
Chevron jura que pelearán “hasta que se congele el infierno”, algo improbable
durante el calentamiento global. La conducta de las empresas petroleras,
apoyadas por consultorios jurídicos de abogados llenos de artimañas legales y
escasos de normas morales, siempre será dura.
Volviendo a
la Cumbre de París, las únicas propuestas valederas vendrán del Sur, es decir,
de los países empobrecidos. Su posición estará avalada por la sociedad, por
grupos ecologistas y religiosos, incluyendo a la Iglesia católica, representada
por el papa Francisco. Esperamos que los países del Sur propongan soluciones
drásticas pero viables, como el pago de la deuda ecológica del Norte al Sur,
crear un tribunal ambiental internacional con poder de ejecutar sus sentencias,
la entrega gratuita de tecnología de eficiencia energética a los países pobres,
y la idea originalmente ecuatoriana de mantener el petróleo en el subsuelo en
sitios de alto valor cultural y ecosistémico, y recibir compensación económica
por ello.
Esta idea es
todo lo contrario de lo que están haciendo las multinacionales petroleras. La
mayor transgresión de estas empresas es mantener en sus libros de contabilidad
los activos tóxicos, que se convierten en ingresos tóxicos futuros de los
países ricos (un concepto que hemos desarrollado con los profesores Jesús Ramos
y Rafael Burbano, como se puede observar en la página web de Flacso-Andes), aun
a sabiendas de que el rato que se explotaran todas las reservas petroleras del
mundo, colapsaría la civilización.
El desafío no
es pequeño. Si el Sur logra triunfar, aunque fuera en forma parcial, en Francia,
habrá hecho lo que en la historia europea se denominaba poner la pica en
Flandes. Una hazaña sin igual, como era a mediados del siglo XV, para el
Imperio español alcanzar sus dominios en Flandes (actual Bélgica) por estar
rodeado el país flamenco por los enemigos del emperador Carlos V: su rival
Francia y sus enemigos protestantes Holanda, Sajonia y otros microestados
alemanes.
¿Pondremos la
pica en Flandes (mejor dicho en París) y obligaremos a los delegados mundiales
a Francia a mirar al Sur?
Tenemos grandes ideas como el Yasuni, pero no tenemos credibilidad...con los escandalos de Argentina, Brasil, Venezuela, Ecuador...quien podra liderar
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