Hoy, siglo XXI, las naciones imperiales que idearon y
pusieron en práctica el concepto de guerra total, condenan al “terrorismo” por
seguir aferrado a dicho concepto. A veces la culebra se muerde la cola por
obstinación.
Gregorio
J. Pérez Almeida / Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela
Ciclo biológico moderno (de Fisgón). |
I. Introito
Duele de verdad el vil asesinato de esas personas,
jóvenes la mayoría, en los atentados “terroristas” en París. Personas, como
nosotros, ni más ni menos en su corporalidad, pero cuya “dicha” y “ventaja”,
sobre nosotros, era vivir en la capital de un país imperial que aún disfruta de
los privilegios económicos y culturales que le dejó en herencia el colonialismo
ejercido por varios siglos sobre algunos pueblos del mundo no occidental y que
aún ejerce indirectamente asociado a corporaciones económicas y militares, de
hechura estadounidense, como el FMI, el BM, la OMC, la OTAN, etc.
Pareciera que la globalización de la economía capitalista
va acompañada, cada vez más íntimamente, por la violencia criminal asociada a
dicha globalización y las cifras de las víctimas de la violencia llamada
“terrorismo” en el Norte Global comienzan a asemejarse a las del Sur Global.
En lo que se refiere al terrorismo como violencia con
fines políticos, claramente hay una simbiosis entre terrorismo de Estado y
terrorismo no estatal, de manera que estos atentados en París ya no se pueden
explicar simplemente como una venganza de un grupo determinado, el Estado
Islámico (EI), contra el Estado (y su pueblo) francés. La realidad es más
compleja, porque es público y notorio, esto es: un dato histórico, que quien
propició y prohijó, financió y armó al Isis, fueron los países imperiales de
Europa, liderados por Estados Unidos, en su plan de cerrarle el camino hacia el
Oriente Medio a la Federación Rusa y a China y de crear una nueva geopolítica
en la zona favorable a sus propósitos expansivos neoliberales.
Y existen preguntas que aclaran esta simbiosis: ¿No fue
terrorismo de Estado, y del más cruel y sanguinario, bombardear poblaciones
civiles como las de Dresde (1945), Tokio (1942, 1944-45), Hiroshima y Nagasaki
(1945) y Vietnam (1966-69)? ¿No es terrorismo de Estado la desaparición forzada
de los 43 jóvenes de Ayotzinapa? ¿No fue terrorismo de Estado la matanza
indiscriminada de venezolanas y venezolanos entre febrero y marzo de 1989?
Cuando analizamos los casos de violencia contra civiles
que llamamos terrorismo, aparece una culebra, cuya cabeza es un Estado que se
muerde la cola formada por grupos organizados a expensas del mismo o de otro
Estado.
II. En un
mundo patas arriba, la verdad se disfraza de mentira
Distintas son las hipótesis que se barajan para explicar
y comprender tan horribles atentados, las más patas arriba son:
1ª) Es parte de una estrategia de los súper poderosos del
consorcio financiero-militar francés para justificar su intervención directa en
Siria, estilo 11 de septiembre de 2001, que sirvió para justificar la invasión
estadounidense a Afganistán e Irak, además de conculcar derechos y libertades
ciudadanas en el ámbito político.
2ª) Conectada a la anterior, es una salida rápida al
problema de las migraciones masivas de no europeos que, cual bárbaros de la
antigüedad, avanzan de nuevo sobre Europa, por lo que cerrar las fronteras de
Francia no resultará chocante a ningún francés que se precie de tener tal
gentilicio.
3ª) Es una acción terrorista planificada, monitoreada y
ejecutada por el Estado Islámico en represalia por la participación de Francia
en los ataques contra él.
Debe haber otras hipótesis, pero estas son las que más
hemos escuchado. Las dos primeras son producto del descrédito que caracteriza a
los gobiernos de Estados Unidos y Europa en su “guerra contra el terrorismo”.
Ya el presidente Hollande habló de hacer una guerra implacable e inmisericorde
al terrorismo islámico…
La tercera es tan “lógica” que amerita un poco más de
reflexión, porque los enemigos del Isis, así como los de Al Qaeda, son quienes
propiciaron sus nacimientos como organizaciones “terroristas”, pero no de
cualquier terrorismo, sino uno con voluntad, práctica, de poder. Los talibán en
Afganistán y Al Qaeda en Yemen, y el Estado Islámico entre Iraq, Siria y
Turquía, son engendros occidentales que desfiguran por completo la cultura
musulmana y sirven para consolidar en los imaginarios occidentalizados la idea
del “choque entre civilizaciones” que debe culminar con un triunfo del
Occidente, cristiano y civilizado, sobre el Oriente, musulmán y bárbaro.
Por cierto, ¿qué ha pasado con Boko Haram, el otro
engendro islámico- occidental en Nigeria? ¿Ya no es enemigo de la humanidad?
III. ¿Quién
diseñó este mundo?
“Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé, en el
quinientos seis y en el dos mil también”, por lo que si algunas personas están
sospechando del gobierno francés como autor de los atentados del viernes 13 de
noviembre, es algo que ya no nos sorprende, porque la experiencia del 11 de
septiembre de 2001, en Estados Unidos, nos advirtió acerca del comportamiento
de los poderes imperiales al momento de defender sus intereses y su necesidad
de expansión territorial.
Lo que debemos preguntarnos es cómo llegamos hasta aquí.
¿Qué ocurrió para que la vida de las personas no valga nada en las luchas por
el dinero y el poder? O, en palabras más crudas, ¿qué ocurrió para que la
muerte violenta sea la que valorice, mediáticamente, la vida de las personas?
No hay que buscar en la historia lejana los rasgos de
este comportamiento. No es una invariante cultural de la humanidad, tan propia
del ser humano como el metabolismo sanguíneo, algo así como decir: “es que
siempre el ser humano se ha matado por el poder”. No, este comportamiento
criminal es muy “moderno” y podemos rastrear su origen en el inicio de la “modernidad”
con la invasión y conquista, en el siglo 16, de los territorios que hoy
llamamos América. Pero no vamos a alargar estas notas hasta aquellos tiempos,
sino que podemos ubicar otro momento determinante de dicha modernidad a
mediados del siglo 20, durante la guerra interimperialista que se conoce como
Segunda Guerra Mundial.
Fue durante esa guerra, que se instaló en la ideología
bélica imperial ese rasgo aberrante que hoy identifica al “terrorismo”, estadal
y no estadal, y que consiste en borrar las diferencias entre población civil y
efectivos militares. La clásica distinción entre civiles y militares, fue
borrada a bombazos y metralla por los países “aliados”, encabezados por Estados
Unidos, durante la llamada Segunda Guerra Mundial.
Todo comenzó con el bombardeo a Guernica (y Durango), el
26 de abril de 1937, que se considera el primer episodio de la “Guerra Total”,
que pretende arrasar y exterminar todo, población, tierra e infraestructura,
que se considere enemigo activo o potencial del capitalismo imperial y
colonial, sean militares, con sus instalaciones bélicas y sus sistemas
agresivos, o civiles: con sus casas de habitación y sus sistemas culturales y
productivos. En menos palabras: ante un enemigo total guerra total. Quien no
sepa de Guernica porque ocurrió en la “prehistoria” o duda porque no fueron los
“aliados” sino los nazis en complicidad con sus cófrades fascistas españoles,
entonces que pregunte por Dresde, Tokio, Hiroshima, Nagasaki, Vietnam, Irak,
Afganistán, Libia y entenderá que el concepto de Guerra Total es un engendro
occidental moderno. Luego de la guerra total, viene la reconstrucción total
para beneficio de las potencias destructoras. Todo un portento de la
planificación capitalista.
Hoy, siglo XXI, las naciones imperiales que idearon y
pusieron en práctica el concepto de guerra total, condenan al “terrorismo” por
seguir aferrado a dicho concepto. A veces la culebra se muerde la cola por
obstinación.
IV. ¿Por qué a
mí?
Al igual que muchos estadounidenses en 2001, muchos franceses
se estarán preguntando por qué los odian tanto si ellos sólo han llevado
civilización y progreso al mundo. Nada más ni nada menos que las ideas fuerza
de la modernidad capitalista fueron paridas por ellas (mujeres revolucionarias
invisibilizadas y guillotinadas) y ellos en el siglo 19: propiedad privada,
libertad, igualdad y fraternidad. Hombres, blancos y cristianos: Pura
civilización.
Recordemos algunos “inconvenientes” que ha tenido Francia
al momento de expandir esas ideas fuerzas allende sus fronteras. La historia de
Haití está muy lejana, pero vale la pena recordar que la Revolución haitiana
ocurre en 1804, a escasos 15 años de la primera revolución política, económica
y social en Europa que reconoce derechos a todos sus ciudadanos, pero la respuesta
imperial fue enviar un ejército de 16.000 soldados para acabar con aquel
reclamo de derechos que hacían las y los haitianos, negros y esclavos, que
mantenían a los ciudadanos franceses con el sudor y la sangre de sus cuerpos
mancilladlos. Negros, esclavos y paganos: Pura barbarie.
¿Qué Haití es la prehistoria? pues, las historias de
Indochina y de Argelia (para nombrar
sólo dos) están muy cerca en el tiempo, entre 1946 y 1962, como para
olvidarlas. Fue Francia la que llevó a esos pueblos el terrorismo de Estado con
el secuestro y la tortura como instrumentos de “persuasión”, pero cuando dichos
pueblos decidieron liberarse del yugo colonial y utilizaron las mismas armas
francesas para defenderse y echar a los invasores, surgió en Occidente el expediente
de la “violencia terrorista” como arma de los que no tienen razón, de los
salvajes, de los fundamentalistas. ¿Qué en Indochina y Argelia, Francia no
estaba sola? Entonces vayamos a Ruanda antes, durante y después del genocidio
tutsi (más de un millón de muertos en tres meses) ejecutado por los hutus, en
1994: fue la Francia socialista de Mitterrand la cómplice silenciosa que armó y
apoyó técnicamente al ejército ruandés coautor material del genocidio. La
culebra a veces se muerde la cola con indignación y desespero.
Por cierto ¿alguien recuerda el terrorismo utilizado por
los sionistas para lograr instalarse y permanecer en los territorios palestinos
que consideraban propios? ¿O no era terrorismo sino defensa propia? Aquella
culebra tenía dos cabezas, una en Estados Unidos y otra en Europa, por lo que
no le costó crearse no una sino varias colas…
V. Excurso
Quienes han leído hasta aquí, tienen algunos argumentos y
datos históricos que les ayudan a responder la pregunta de nuestro título y,
seguramente, le estimularán a responder sus propias preguntas.
Considero que el artículo: "¿Quién diseñó este mundo?. Reflexiones en torno los atentados en Paris", de Gregorio Pérez Almeida, es una excelente introducción para revisitar la historia que nos han contado acerca del orden que surgió después de las llamadas guerras mundiales (término que también cuestionamos). En ese sentido las paginas del visitado sitio Con Nuestra América, podrían propiciar tan interesante intercambio de criterios.
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