El campo popular no debe permitir desandar lo conquistado hasta ahora.
Es por esto que el período que se abre debe ser para nosotros, necesariamente,
de ofensiva ideológica, y de resistencia en las calles frente a cada intento de
retroceder, frente a cada intento de la derecha de ponernos de rodillas al
imperialismo.
Nicolás San Marco / Especial
para Con Nuestra América
Desde Buenos Aires, Argentina
El presidente electo Mauricio Macri representa los intereses del imperialismo en Argentina. |
El pasado domingo 22 de noviembre de 2015, fue un domingo histórico para
Argentina y para América Latina. De trascendencia por muchas cosas.
Fundamentalmente porque tuvieron lugar hechos que se dieron por primera vez en
el país en el que por doce años gobernó una fuerza política que intentó buscar
nuevos mecanismos a nivel local de reproducción del capitalismo. El
neoliberalismo resultó obsoleto para seguir reproduciendo e incrementando la
tasa de capital y el kirchnerismo intentó buscar ese objetivo en base a un
reformismo de carácter neodesarrollista. Habrá que estar muy atentos y
prestarle especial atención a las políticas económicas que traerá el nuevo
gobierno que no serán de carácter puramente neoliberal sino que se impondrán en
el marco de un liberalismo financiero de nuevo tipo, teniendo en cuenta que las
relaciones geopolíticas y económicas que se encontraban en la región durante
los años 90 hoy han mutado hacia una situación de poder multipolar mundial y se
encuentran además bajo la crisis más profunda del capitalismo de toda su
historia.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que es el primer caso de
segunda vuelta -como se lo denomina constitucionalmente al balotaje- para una
elección presidencial en la Argentina. En segundo lugar, es la primera vez que
la derecha llega al poder por vía constitucional, partido que representa los
intereses de quienes sumieron al país, desde 1976 -con el inicio de la última y
más sangrienta dictadura cívico-militar- hasta 2001, en la más crítica
desocupación, pobreza, e indigencia que alguna vez nuestra nación haya
conocido.
Pero al mismo tiempo es la primera vez que Argentina tendrá un
presidente procesado por la justicia nacional por escuchas ilegales, y una
primera dama acusada de ser la dueña de talleres clandestinos en donde murieron
dos niños el pasado marzo.
Mauricio Macri se presentaría, de esta manera, pero en el marco de
liberalismo financiero de nuevo tipo, como decíamos más arriba, como el garante
del vaciamiento y desguace de un Estado puesto en función de los trabajadores,
de la mayoría; como el garante de la megadevaluación, la austeridad, la rebaja
de salarios y jubilaciones, la privatización de las empresas públicas, el pago
a los fondos buitres, la apertura de las importaciones que destruyen la
industria nacional, etc.
Sin embargo, refrendar todo esto que decimos implica dejar a un lado por
unos minutos las abstracciones analíticas y correrle el velo a lo que implica,
realmente, “el cambio” de la mano de quienes durante la campaña hablaron de
“volver al diálogo” y “construir un país para todos”.
La restauración conservadora en Argentina, tiene un sólo objetivo
primero y fundamental, pero muchos nombres y apellidos, como lo veremos a
continuación. Por un lado, ese objetivo primero y fundamental es volver a hacer
de nuestro país una cabecera de playa del imperialismo, y para ello se
activarán y pondrán en marcha diferentes mecanismos. Así lo entendemos cuando
Mauricio Macri, a poco de haber ganado las elecciones -e incluso en el último
debate presidencial que lo enfrentó a Daniel Scioli- vociferó sus ansias de
querer aislar a la República Bolivariana de Venezuela de los organismos
regionales porque en ese país, según él, se persigue a los opositores y no se
respeta la libertad de opinión. Paradójico es, sin embargo, que la dictadura
venezolana, en manos de Nicolás Maduro, haya sido reelegida el pasado 28 de
octubre para integrar el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas,
con 131 votos a favor de un total de 191 miembros. Creemos que es de suma
importancia que los distintos países que integran el Mercosur, la CELAC, la
UNASUR, el ALBA se manifiesten repudiando semejante desatino. Querer aplicarle
la Cláusula Democrática del Mercosur a Venezuela es como querer denunciar al
mundo entero la desnutrición en Cuba: un verdadero desconocimiento de lo que
realmente ocurre en esas naciones, y un absoluto intento de intervención en los
asuntos internos de nuestros países hermanos. Muy bien ha hecho Rafael Correa
en salir inmediatamente a responderle a Macri cuando dijo que demuestre “si hay
perseguidos políticos en Venezuela. Les guste o no les guste, en Venezuela
claramente se vive una democracia”. Leopoldo López, no hay que dejar de
decirlo, es un golpista, es un traidor a su Patria, y la justicia venezolana ha
sido demasiado benevolente al imponerle solamente 13 años de prisión, 9 meses,
7 días y 12 horas.
Pero entonces, si el objetivo es hacer de la Argentina el soporte
político y económico, nuevamente, del imperialismo para desestabilizar los
procesos democráticos, progresistas y revolucionarios de la región, para ello
el macrismo no sólo llama a romper relaciones regionales con Venezuela sino que
pregona, bajo el lema de “abrirse al mundo”, la unidad con el bloque regional
que supo re-construir Estados Unidos luego de que en 2005 fracasaran los planes
imperialistas de edificar y poner en marcha un Área de Libre Comercio de las
Américas (ALCA).
La Alianza del Pacífico, de la cual forman parte Colombia, Chile, Perú,
y México es, nada más y nada menos, que la continuidad de aquel proyecto de
querer someter a la región a los intereses políticos y económicos del Imperio.
Y Argentina, bajo la dirección del PRO, ve con muy buenos ojos sumarse a esa
iniciativa.
Esto que decimos encuentra su más cruda evidencia cuando el candidato a
ocupar la conducción del Banco Central es Federico Sturzenegger, de quien, en
los últimos días, se ha difundido un video en el cual explicaba lo que el
asesor político del macrismo, Durán Barba, decía lo que el PRO debía hacer
durante sus intervenciones públicas: no explicar nada, no proponer nada. Sin
embargo, lo que realmente da cuenta del perfil de Sturzenegger, quien además
fue secretario de política económica en 2001, y por lo tanto del camino que
tomará la economía del país durante los próximos años, es que trabajó como
asesor de organismos internacionales como el FMI, el BM, y el BID. Son claros,
en este sentido, los indicios sobre los futuros pedidos de créditos,
rememorando viejas épocas, a los arietes económicos del imperialismo.
El repaso por las diferentes áreas o ministerios que a partir del diez
de diciembre estarán en manos de la oligárquica derecha argentina nos lleva a
clarificar con mayor contundencia aún hacia dónde se encamina la República
Argentina. Por ejemplo, todo parece indicar que el Ministerio de Hacienda
quedará en manos de Alfonso Prat-Gay, quien es ex directivo del JP Morgan y
quien fuese director del BCRA durante la presidencia de Duhalde. Al mismo
tiempo, si algo quedó bien claro en la distribución de cargos que está
realizando Mauricio Macri por estos días es que el think tank de la derecha
argentina, la Fundación Pensar, además de ser el motor ideológico-político del
macrismo, es también desde donde salen ahora las futuras direcciones
ministeriales. Es el caso, por ejemplo, del presidente de esa fundación,
Francisco Cabrera quien quedará a cargo de Producción -que reemplazará al
actual Ministerio de Industria-, y quien fuese fundador y CEO de la compañía de
Fondos de pensiones Máxima AFJP. El caso de Ricardo Negri, para Agricultura,
quien en la Fundación Pensar coordinó el área agroindustrial. O el de Miguel
Braun, también director de esa fundación, y que podría llegar a encargarse de
la Secretaría de Comercio.
Un dato más podemos agregar en base a seguir clarificando el escenario
político económico que se viene en Argentina. En las últimas horas se dio a
conocer una carta dirigida al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, por
parte del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes de ese
país. En dicha carta, el republicano Ed Royce, y el demócrata Eliot, le
explicitan a Obama los intereses reales que tiene el imperialismo para con
Argentina, y las recomendaciones que el Comité de Relaciones Exteriores hacen
van desde “incrementar la diplomacia pública”, “iniciar un diálogo económico de
alto nivel”, "proveer asistencia técnica en cuestiones de economía y
comercio", "apoyar la resolución de reclamos de arbitraje y el
conflicto con los holdouts", "promover el liderazgo regional",
hasta "mejorar la cooperación contra el narcotráfico".
Este es el marco político-económico bajo el cual se encuentra hoy la
sociedad argentina. Y es el marco político-económico al cual no queríamos
llegar. Lamentablemente el kirchnerismo no supo, o no pudo, construir una
fuerza política nacional, no meramente electoral, que aglutinara verdaderamente
al campo popular con sus diferencias ideológicas y programáticas. Una fuerza que
respetara las diferentes trayectorias políticas y que enfrentara en bloque,
desechando cualquier tipo de mezquindad, durante todos estos años los intentos
de golpe y desestabilización por parte de la derecha.
Sin embargo, es un buen momento para que todo el campo popular se dé a
la tarea de comenzar a esbozar una profunda autocrítica que no implica, bajo
ningún punto de vista, destrozarse en reclamos ni reproches. Por esto, es
necesario hacer notar que si bien desde el Gobierno, por acción u omisión, se
optó por no construir aquella fuerza necesaria en todo -intento de- proceso de liberación, o que en
todo caso los esfuerzos fueron pocos, la izquierda argentina tampoco pudo, y lo
intentó muchas veces, fortalecerse lo suficiente como para poder torcer el
curso de los acontecimientos y poder así incidir en la política nacional, y en
lo electoral, fundamentalmente. Por lo dicho, sin embargo, es ineludible
explicitar que cuando hablamos de la izquierda en Argentina nos referimos a
aquellas organizaciones que compartimos los sueños de liberación de América
Latina; que compartimos la idea de que esa liberación, que es diferente en cada
país por la historia propia de cada uno de los pueblos que compone este
continente, no es un acontecimiento mecánico y lineal. Y entendemos que
cristalizar el purismo ideológico en un voto en blanco cuando el destino de la
Patria estuvo realmente en peligro responde al más alto grado de
irresponsabilidad política al que una organización puede llegar.
La verdadera izquierda, y no la autoproclamada, entiende la historia
como un proceso, con avances y retrocesos, con ofensivas y repliegues, con
pequeñas victorias y también con derrotas. ¿Cómo se hace llamar de izquierda
quien está en contra de la Revolución Cubana? ¿Cómo se hace llamar de izquierda
quien está en contra de la Revolución Bolivariana, y de los procesos
revolucionarios en curso en Ecuador y en Bolivia? Este es un debate que debería
estar cerrado hace mucho tiempo en Argentina. El trotskismo ha demostrado una
vez más estar situado del lado del imperialismo y en contra de los pueblos.
Porque, independientemente, de la cantidad de votos en blanco que se hayan
contabilizado, lo cierto, lo objetivo, lo concreto, es que el trotskismo
colaboró en la victoria de la derecha en Argentina, en la victoria de Mauricio
Macri. Después de esto, ¿aún queda espacio para seguir debatiendo acerca del
rol de la izquierda en una nación y en un continente? ¿Aún queda espacio para
seguir llamándole izquierda a un grupo de iluminados que creen que resistir es
abrirse de la responsabilidad política que nos cabe como ciudadanos cuando la
Patria está en peligro?
Es tiempo de -re-organizarse, y de organizarse mejor. Lo peor que puede
llegar a hacer el campo popular hoy en Argentina es replegarse. El escenario
que se avecina, y que en parte ya estamos viviendo, lo dijimos incasablemente,
es de restauración conservadora. Pero el campo popular no debe permitir
desandar lo conquistado hasta ahora. Es por esto que el período que se abre
debe ser para nosotros, necesariamente, de ofensiva ideológica, y de
resistencia en las calles frente a cada intento de retroceder, frente a cada
intento de la derecha de ponernos de rodillas al imperialismo.
Nos queda, a los revolucionarios, a los progresistas, a los que creemos
en la unidad de la Patria Grande y en la construcción de un nuevo mundo
radicalmente diferente al actual, crear una fuerza alternativa por fuera de una
recomposición del bipartidismo que hoy tiene lugar en dos espacios de derecha y
centro derecha. Crear una fuerza de izquierda revolucionaria, con un nuevo
perfil; esa es la tarea en la etapa que se abre en Argentina.
*Miembro del Comité Central de la Federación Juvenil
Comunista de la Argentina. Investigador del Centro Cultural de la Cooperación
(CCC), Buenos Aires, Argentina.
"La paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio". Es como debería titularse tu artículo. Usar al trotskismo de "chivo expiatorio" para esconder el oportunismo de los "comunistas adocenados" de argentina constituye una mentira de patas cortas. Los oportunistas siempre recurren a las "mayorías populares" para justificar sus actitudes de "furgón de cola" de la burguesía. Se rebajan ideológicamente en lugar de elevar el nivel de esas masas populares. La "izquierda oportunista" expresada por el Partido Comunista Argentino y el Partido Comunista Congreso Extraordinario dieron su apoyo a un proyecto "cuya idea central es la reconstrucción del capitalismo" abandonando para un futuro incierto la lucha por la conquista del poder y la construcción del socialismo. "No estan las condiciones dadas" gritan a coro los oportunistas escondiendo la responsabilidad que tienen los verdaderos revolucionarios de ayudar a crear esas condiciones (al menos las subjetivas). De "...saber predicar a las masas ignorantes la necesidad de la revolución que madura, demostrar que es inevitable, explicar que es util para el pueblo, preparar para ella al pueblo y a todas las masas oprimidas y explotadas...", eso es lo que distingue a un verdadero revolucionario del pequeño burgués y del filisteo según apuntara Lenin en su "La Revolución Proletaria y el renegado Kaustky".
ResponderEliminarLos "comunistas adocenados" en Argentina han abandonado toda prédica, en el sentido leninista, de la Revolución Socialista y se han sumado al proyecto del nacionalismo burgues apoyando lo positivo y callando lo negativo.
Para los oportunistas, capitalismo e imperialismo son dos cosas distintas. Desarrollan una lucha "antiimperialista" hacia afuera y sostienen al capitalismo hacia adentro escondiendo a las masas que en la época en que vivimos, donde campea el imperialismo, la doctrina neoliberal es la que se impone y que todo "capitalismo", en cualquier parte del mundo, mantiene lazos "de clase" con el imperialismo.
"La paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio". Es como debería titularse tu artículo. Usar al trotskismo de "chivo expiatorio" para esconder el oportunismo de los "comunistas adocenados" de argentina constituye una mentira de patas cortas. Los oportunistas siempre recurren a las "mayorías populares" para justificar sus actitudes de "furgón de cola" de la burguesía. Se rebajan ideológicamente en lugar de elevar el nivel de esas masas populares. La "izquierda oportunista" expresada por el Partido Comunista Argentino y el Partido Comunista Congreso Extraordinario dieron su apoyo a un proyecto "cuya idea central es la reconstrucción del capitalismo" abandonando para un futuro incierto la lucha por la conquista del poder y la construcción del socialismo. "No estan las condiciones dadas" gritan a coro los oportunistas escondiendo la responsabilidad que tienen los verdaderos revolucionarios de ayudar a crear esas condiciones (al menos las subjetivas). De "...saber predicar a las masas ignorantes la necesidad de la revolución que madura, demostrar que es inevitable, explicar que es util para el pueblo, preparar para ella al pueblo y a todas las masas oprimidas y explotadas...", eso es lo que distingue a un verdadero revolucionario del pequeño burgués y del filisteo según apuntara Lenin en su "La Revolución Proletaria y el renegado Kaustky".
ResponderEliminarLos "comunistas adocenados" en Argentina han abandonado toda prédica, en el sentido leninista, de la Revolución Socialista y se han sumado al proyecto del nacionalismo burgues apoyando lo positivo y callando lo negativo.
Para los oportunistas, capitalismo e imperialismo son dos cosas distintas. Desarrollan una lucha "antiimperialista" hacia afuera y sostienen al capitalismo hacia adentro escondiendo a las masas que en la época en que vivimos, donde campea el imperialismo, la doctrina neoliberal es la que se impone y que todo "capitalismo", en cualquier parte del mundo, mantiene lazos "de clase" con el imperialismo.