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sábado, 14 de mayo de 2016

Cuba: Más allá de Chanel y “Rápido y furioso”

No estamos ante una relación sólo diplomática o institucional; es un enfrentamiento cultural donde los acontecimientos simbólicos cobrarán cada vez más importancia un nuevo escenario en el que sólo con el pueblo, con su protagonismo informado, podemos aspirar a salir victoriosos.

Iroel Sánchez / LA JORNADA

Los sucesos de los recientes días en La Habana, alrededor de la pasarela de Chanel en el Paseo del Prado y la Plaza de la Catedral y la filmación de algunas secuencias de la octava parte de la saga hollywoodense Rápido y furioso, que afectaron el desplazamiento de la población por áreas céntricas de la ciudad, han motivado el festín de los medios de comunicación, que los mostraron como prueba definitiva de la inexorable marcha cubana hacia el capitalismo. 

¿Qué hacer? ¿Rechazar actividades que pueden beneficiar económicamente al país porque pertenecen a la industria cultural hegemónica? ¿Aceptarlas, pero guardar un silencio vergonzante al respecto? ¿Abrirnos acríticamente a ellas? ¿Entregarles temporalmente espacios públicos de alto valor simbólico y patrimonial, e imponer en su nombre restricciones de movimiento a vecinos y transeúntes sin que medie una explicación de los motivos para asumirlas? ¿Abstenernos de utilizarlas para influir en sentido inverso en quienes son parte de una estrategia de influencia?

Si el desfile de Chanel era parte de la semana de la cultura francesa, por qué no aprovechamos para exhibir nuestra cultura en su sentido más amplio y, previo a sus pasarelas, los modistos y modelos franceses no asistieron como parte de su programa a una fábrica de guayaberas cubanas, a nuestro Instituto Superior de Diseño y a la Feria Arte para Mamá, más allá del papel de escenografía pasiva que aceptamos asumir. Si aceptamos el desfile de Chanel como acontecimiento cultural, por qué entonces en un país donde la cultura es derecho integrante de las organizaciones estudiantiles, obreras y gremiales en instituciones afines a esa actividad, y las de vecinos de los Consejos Populares cercanos al espacio donde se realizó, no recibieron invitaciones para sus miembros de fila que legitimaran ante los visitantes y el mundo nuestra sociedad, en las antípodas del glamur para las minorías. 

Qué bueno hubiera sido que en nuestros medios de comunicación, o a través de las instituciones de la comunidad, las contrapartes cubanas de la producción de Rápido y furioso solicitaran la cooperación de la población local ante los inconvenientes que se ocasionarían a la movilidad en el centro de la ciudad y le expusieran los beneficios económicos o tecnológicos que esperaban obtener para el audiovisual cubano de esa producción, que muy poco tiene que ver con el arte y mucho con el comercio y los estereotipos. 

Recuerdo haber escuchado una vez a Fidel decir que si autorizaban a los estadunidenses viajar a Cuba sería el gobierno revolucionario el que les pediría a las familias cubanas que les alquilaran sus casas. Creo que con esa afirmación el Comandante manifestaba su confianza en el pueblo forjado por la revolución y también la necesidad permanente de la argumentación oportuna ante las situaciones que pueden crearse en un proceso tal como el que se desató a partir de los cambios en la política de Estados Unidos hacia Cuba, anunciados el 17 de diciembre de 2014. 

No estamos ante una relación sólo diplomática o institucional; es un enfrentamiento cultural donde los acontecimientos simbólicos cobrarán cada vez más importancia un nuevo escenario en el que sólo con el pueblo, con su protagonismo informado, podemos aspirar a salir victoriosos.

Mucho hemos aprendido en estos años; es hora de poner en práctica las enseñanzas de quien nos dijo, previendo este momento: “Con ideas verdaderamente justas y una sólida cultura general y política, nuestro pueblo puede igualmente defender su identidad y protegerse de las seudoculturas que emanan de las sociedades de consumo deshumanizadas, egoístas e irresponsables. En esa lid también podemos vencer y venceremos”.

*Iroel Sánchez es coordinador de Ecured, enciclopedia cubana en Internet, y del blog La Pupila Insomne. También fue presidente del Instituto Cubano del Libro

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