Como bien lo denunció el Papa Francisco en
2014, durante una homilía en el cementerio militar de Fogliano Redipuglia, en
Italia, hay una guerra mundial que ya está en curso y se combate por partes, “con
crímenes, masacres, destrucciones”. Todo esto, en el contexto
de una crisis del capitalismo como sistema económico y también como modelo
civilizatorio, sin solución de continuidad.
Andrés Mora Ramírez /
AUNA-Costa Rica
Quien mire
con detenimiento el panorama internacional de nuestros días, no podrá evitar
enfrentarse a la preocupación, el temor y la incertidumbre por los posibles
desenlaces de distintos conflictos geopolíticos y militares (con potencial uso
de armas nucleares), en varios lugares del planeta como Siria y Medio Oriente,
India y Pakistán, Asia Oriental, África del Norte o la frontera ruso-ucraniana,
por citar solo unos casos, cuyas consecuencias políticas, socioeconómicas y
humanitarias constituyen, junto con los fenómenos asociados al cambio
climático, las principales amenazas que penden hoy sobre el futuro de la humanidad.
En esta coyuntura, personajes disímiles de todos los ámbitos e ideologías
coinciden en una afirmación perturbadora: existen todos los elementos para que
una conflagración de escala mundial y alcances inimaginables para la vida de
millones de personas, estalle en el corto o mediano plazo.
En días
pasados, a raíz del recrudecimiento del conflicto en Siria y la escalada en las
tensiones diplomáticas y retóricas entre Washington y Moscú –que miran con
expectativa sus respectivos aliados-, las agencias periodísticas
internacionales recogieron un manojo de declaraciones de actores que, desde
diferentes posiciones de poder, alertan sobre la velocidad y el rumbo de los
acontecimientos en esta región, en la que no sería aventurado afirmar que se
está librando una batalla decisiva que influirá en la reconfiguración del
balance de fuerzas del sistema internacional. Sin embargo, en ello también se
juega el riesgo de la catástrofe.
Un
dirigente del opositor Partido Nacional Socialista Sirio, Tarek Ahmad, aseguró en una entrevista que “una Tercera Guerra
Mundial se está librando en Siria, y esta guerra está librada por EEUU y sus
aliados, aun cuando estos aliados sean, al mismo tiempo, víctimas. El objetivo
principal de Washington es controlar cualquier potencia mundial que les
amenace. Así, EEUU está librando una guerra contra estas potencias, entre
ellas, China y Rusia". Una tesis que el presidente sirio Bashar al Assad refrendó al señalar que “en el
aire se nota el olor a una guerra (…), pero todavía no es un enfrentamiento
militar directo" entre Estados Unidos y Rusia.
En idéntico
sentido, el Ministro de Relaciones exteriores de Alemania admitió
que “el peligro de una confrontación militar es considerable. Desde hace varias
décadas ese peligro nunca ha sido tan importante como ahora. La confianza entre
el Este y el Oeste nunca había sido tan débil”. En tanto
que el exlíder de la Unión Soviética, Mijail Gorbachov, declaró que “el mundo ha
llegado hasta un punto peligroso y es necesario reanudar el diálogo, porque
cesarlo ha sido el mayor error. (…) No hay que olvidar que mientras exista
armamento nuclear, existe el riesgo de que se llegue a utilizarlo; ya sea como
resultado de un accidente, un fallo técnico o por mala voluntad del
hombre".
Como bien lo denunció el Papa Francisco en 2014, durante una
homilía en el cementerio militar de Fogliano Redipuglia, en Italia, hay una guerra
mundial que ya está en curso y se combate por partes, “con crímenes, masacres,
destrucciones”. Y nosotros agregamos: se trata de una guerra no convencional,
toda vez que se combate con ejércitos formales y ejércitos de mercenarios; se
diluyen las fronteras del Estado nación; se tergiversa y manipula el derecho
internacional; y la tecnología y los medios de comunicación se tornan
fundamentales en la lucha por el dominio cultural. Y es también una
guerra social, azuzada por el capitalismo salvaje y el escándalo ético de las
desigualdades y la falta de oportunidades y condiciones mínimas para la
reproducción de la vida, que está en la raíz de muchos de los fenómenos migratorios
que llenan de drama y dolor desde Europa, África y Medio Oriente, hasta
Centroamérica y el Caribe. Todo esto, en el contexto de una crisis del
capitalismo como sistema económico y también como modelo civilizatorio, sin
solución de continuidad.
Frente a
las tumbas de los soldados caídos en la Primera Guerra Mundial, en la homilía
ya mencionada, el Papa Francisco sostuvo que detrás de esta Tercera Guerra
Mundial se encuentran "estrategias geopolíticas, codicia de
dinero y de poder, y está la industria armamentista, que parece ser tan
importante. Y estos planificadores del terror, estos organizadores del
desencuentro, así como los fabricantes de armas, llevan escrito en el corazón:
«¿A mí qué me importa?»”.
Desde aquí,
desde nuestra dolorosa y sufrida América Latina en la que seguimos cultivando
la esperanza y las utopías, para lo poco o mucho que pueda servir frente a los
poderes que mueven los hilos de la trama en el planeta, pero especialmente para
apelar a lo que quede de conciencia y sentido de humanidad en el mundo, debemos
levantar la voz y exigir por todos los medios el cese de la locura bélica y
reclamar la construcción de la paz necesaria.
A nosotros
sí nos importa.
El capitalismo no es salvaje ni civilizado, tampoco e bueno ó malo, se encuentra en su fase terminal con apenas 500 años de existencia y sufre la crisis estructural de la cual no hay retorno.
ResponderEliminarEn su etapa de alta concentración en especial de capital financiero, con disminución de capital productivo ergo desocupación, se presenta en distintas modalidades según sean paises centrales ó los sometidos al colonialismo.
Digo crisis estructural porque buena parte del planeta esta en transito a nuevos sistemas economicos que se están definiendo y me refiero a China, Vietnam, Corea del Norte y otros del Sudeste Asiatico de menor envergadura poblacional