En estos días -28 al 30 de setiembre-, se llevó a cabo en Quito el III Encuentro Latinoamericano Progresista (ELAP), con la presencia de más de doscientos delegados de 23 países. ¡Ya quisiera la derecha tener esta capacidad de convocatoria y la calidad de esos cuadros! El propósito principal fue denunciar el nuevo Plan Cóndor orquestado por el Imperio para aislar de la geopolítica regional a los gobiernos de izquierda en América Latina.
Ángel Bravo / Especial para Con Nuestra América
Acto de inauguración del ELAP 2016 en Ecuador. |
Hasta hace pocos meses se escuchaban cantos de victoria de la derecha más reaccionaria de América Latina. Si hubiera que dejarse llevar por lo que decían los grandes medios comerciales pertenecientes a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), entonces a estas alturas la izquierda latinoamericana y los movimientos sociales y progresistas no existirían. Obtusos como siempre, confunden sus deseos con la realidad.
La presencia de los nuevos asaltantes de Estado como Maurico Macri en Argentina y Michel Temer en Brasil, la violencia desatada por la oposición fanática en las calles de Caracas para derrotar al Presidente legítimo Nicolás Maduro, la guerra mediática contra Evo Morales y Rafael Correa en Bolivia y Ecuador, respectivamente, el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos entre otros, les creó ilusiones y falacias a las oligarquías latinoamericanas y a la Casa Blanca.
Hemos asistido desde hace varios años a presenciar, pero también a resistir, los ataques orquestados desde Washington contra el surgimiento de cualquier movimiento y/o liderazgo que sean anticapitalistas. Experto en demonizar a los actores alternativos, esta vez el imperio creyó que había recuperado el mito del fin de la historia. Lo más preocupante de todo esto es que, algunos sectores de la misma izquierda en América Latina, cayeron en la cuenta de que las fuerzas progresistas habían llegado a su ocaso; que el auge de la izquierda encabezada por Hugo Chávez, Ernesto Kirchner y Luiz Inácio Lula da Silva en el Sur de la Patria Grande había fracasado. Ignoran que en la lucha política, los reveses sirven para reencontrar el camino y fortalecer la utopía.
No será el latifundismo mediático el encargado de informar acerca de las luchas estudiantiles en Chile a favor de una educación pública de calidad; tampoco se encargará de hacer saber que el Frente Amplio sigue firme y fuerte en Uruguay; que el Frente Amplio en Perú se reorganiza, revitaliza y surge con un liderazgo joven; que la firma de la paz en Colombia es un golpe duro al paramiltarismo dirigido por Álvaro Uribe (ese engendro mimado de la Casa Blanca); que las medidas económica draconianas en Argentina y en Brasil están conduciendo a que los movimientos populares se reconstituyan y luchen contra el neoliberalismo; que la Revolución cubana puede sentarse a dialogar con el gobierno de la Estados Unidos de todos los temas que este quiera, pero que jamás renunciará a uno solo de sus principios socialistas ni a su soberanía, autonomía e independencia; por eso sigue siendo ese faro de esperanza para los pueblos del mundo.
Los latifundistas mediáticos no quieren que el mundo sepa que en estos días -28 al 30 de setiembre-, se llevó a cabo en Quito el III Encuentro Latinoamericano Progresista (ELAP), con la presencia de más de doscientos delegados de 23 países. ¡Ya quisiera la derecha tener esta capacidad de convocatoria y la calidad de esos cuadros! El propósito principal fue denunciar el nuevo Plan Cóndor orquestado por el Imperio para aislar de la geopolítica regional a los gobiernos de izquierda en América Latina, a la vez que analizar los actuales procesos de transformación en la región en los ámbitos político, económico, social y mediático, a nivel nacional y local.
El imperio no acepta los logros sociales alcanzados por los gobierno de izquierda; por eso, recurre a sus nuevos peones con el afán de pulverizar y desacreditar los avances sociales. El mejor ejemplo de esto es lo que viene haciendo el gobierno neoliberal de Mauricio Macri: despidos masivos, privatizaciones, tarifazos, inflación, censura de medios de comunicación y ataques a los gobiernos de la región que no simpatizan con sus políticas. Este hermanastro de Álvaro Uribe está confundido, cree que el país es un equipo de fútbol.
Ahí en el III Encuentro Latinoamericano Progresista estuvo lo mejor de la izquierda latinoamericana; hombres y mujeres de varias generaciones, que han dado y siguen dando grandes batallas contra el imperialismo. Esto es una estocada para la derecha, porque estaban viviendo en el delirio de que tenían todo el control de las fuerzas políticas; saben muy bien, que ellos nunca podrán contar en sus filas con los cuadros que hoy posee la izquierda: intelectuales, expresidentes, estrategas, escritores, ambientalistas, defensores de derechos humanos, profesionales, gente joven con un amplia formación, luchadores sociales de distintas edades y en diferentes campos.
¡Renace y avanza la esperanza en América Latina!
Una vez más la derecha cavernícola se ha equivocado de difunto.
Felicitaciones por este encuentro. Desde lejos seguimos su desarrollo, sintiendo Santa Envidia, por no estar ahi. UNIDAD, LUCHA, BATALLA Y VICTORIA, como dijo nuestro Comandante Eterno.
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