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sábado, 3 de diciembre de 2016

Fidel y la congruencia ética

Para quienes acompañamos a Fidel y a su pueblo por estos más de 50 años de revolución, en la solidaridad, la fraternidad, las luchas paralelas por transformar nuestras propias realidades; en las represiones y las victorias, las duras y las maduras, Cuba será por siempre un referente de digna resistencia y luchas con profundo significado histórico.

Gilberto López y Rivas / LA JORNADA

El estudio comparado de las revoluciones contemporáneas en América Latina muestra que a mayor apego de sus militantes a los principios que dan origen al movimiento y mayor congruencia ética de sus dirigentes, mayor también el desarrollo y la consolidación de esos procesos. En el caso de la revolución cubana, el factor ético esta presente desde la lucha contra la dictadura de Batista y ha sido recurrente a lo largo de los más de 50 años de su triunfo. Para la generación de aspirantes a revolucionarios que nacimos en los años 40 del siglo pasado, Fidel Castro se constituyó en un guía, pero no a la manera del “Gran Timonel”, o de los dirigentes religiosamente venerados de Corea del Norte, sino como un pedagogo de la revolución triunfante, del antimperialismo, de la soberanía recobrada frente a Estados Unidos, del rescate de una nación desde lo popular, del internacionalismo practicante y, sobre todo, de la coherencia ética.

En ese sentido, una de las mejores y emotivas semblanzas de Fidel que recuerdo fue la intervención de Felipe Pérez Roque durante el coloquio internacional Memoria y futuro: Cuba y Fidel, en noviembre de 2006, con motivo de su cumpleaños 80. El contexto de esta reunión fue la súbita e incierta enfermedad del comandante. En esta alocución de Felipe, con una emoción personal visible, “torrente de sentimientos”, afirmó el orador, identificó cualidades de Fidel, que han terminado siendo cualidades de la revolución y del pueblo cubano: 1. Su concepto de la unidad como precondición del triunfo, “desde su modestia, desde su capacidad de escuchar a los otros, desde su capacidad de convencer, persuadir y no imponer o dictar la construcción de la unidad”. 2. La ética como razón de Estado, que no asume la idea de que el fin justifica los medios, que no acepta que los revolucionarios torturen o asesinen, que los guerrilleros confisquen a los campesinos, que no imita los métodos de los enemigos. 3. El desprendimiento por las cosas materiales, los homenajes, las vanidades; la solidaridad entregada como deber y no como arma de influencia política o instrumento del beneficio propio. 4. La coherencia en los principios, y los principios por encima de los intereses. 5. El ejemplo personal; no pedir lo que no se está dispuesto a hacer antes. 6. Asumir las responsabilidades con derecho a más sacrificios y restricciones, y no a prebendas y canonjías. 7. La verdad como arma y condición para ser respetado. 8. La sensibilidad de sentir por los otros, el dolor o la angustia de otros; 9. La modestia, la ausencia de vanidad como aspiración de los revolucionarios; refirió Felipe que Fidel nunca afirmó: “no, esta persona no está a mi nivel para discutir conmigo.” 10. El afán de leer, estudiar, aprender. 11. El rigor personal, el deber con sus responsabilidades, de que las cosas salgan bien porque es el compromiso con el pueblo, con la causa que estamos defendiendo. 12. La derrota no es tal hasta que no es aceptada; de que siempre existe la posibilidad de revertirla. 13. La aspiración a la justicia para todos, sin fronteras, como causa universal. 14. La fuerza de las ideas, la convicción de que una idea justa puede más que un ejército. 15. Nunca dejar de sentirse un ser humano capaz de ponerse en el lugar de otro, comprender por lo que pasan los demás. Y Felipe anotó otra de las cualidades de Fidel: 16. “La ausencia total de odio hacia cualquier persona”. Odio profundo hacia la injusticia, la explotación, la discriminación racial o de cualquier naturaleza, pero no hacia las personas, aun si son o han sido sus enemigos.

Asimismo, hay discursos memorables de Fidel, que muchos de nosotros recordamos por su profundo contenido ético, como el célebre alegato denominado: La historia me absolverá: “Señores magistrados: ¿Dónde están nuestros compañeros detenidos los días 26, 27, 28 y 29 de julio, que se sabe pasaban de sesenta, en la zona de Santiago de Cuba? Solamente tres y las dos muchachas han comparecido. ¿Dónde están nuestros compañeros heridos? Solamente cinco han aparecido: el resto los asesinaron también. Las cifras son irrebatibles. Por aquí, en cambio, han desfilado veinte militares que fueron prisioneros nuestros y que, según sus propias palabras, no recibieron ni una ofensa. Por aquí han desfilado treinta heridos del Ejército, muchos de ellos en combates callejeros, y ninguno fue rematado.” El discurso al triunfo de la revolución el 2 de enero de 1959: “Nunca nos dejaremos arrastrar por la vanidad ni por la ambición, porque como dijo nuestro apóstol: “toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”, y no hay satisfacción ni premio más grande que cumplir con el deber, como hemos estado haciendo hasta hoy y como lo haremos siempre”. El trascendente discurso en que se rindieron honores fúnebres a los caídos luchando contra la invasión mercenaria de Playa Girón y en el que se proclama el carácter socialista de la revolución cubana. “Compañeros obreros y campesinos, esta es la revolución socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes. Y por esta revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, estamos dispuestos a dar la vida.” El discurso ante la crisis de octubre, cuando muchos mexicanos, al igual que cuando Playa Girón, hicimos colas para alistarnos para defender a Cuba y su revolución; en esa ocasión Fidel afirmó: “Poseemos proyectiles morales de largo alcance que no se pueden desmantelar ¡y no serán desmantelados jamás¡” Quién no recuerda la pieza oratoria pronunciada en el Estadio Nacional de Santiago, en Chile, a un año del gobierno de la Unidad Popular, en el que Fidel advierte proféticamente sobre los peligros del fascismo: “No hay nadie más anticonstitucional, más antilegal, más antiparlamentario y más represivo y más violento y más criminal que el fascismo.”

Para quienes acompañamos a Fidel y a su pueblo por estos más de 50 años de revolución, en la solidaridad, la fraternidad, las luchas paralelas por transformar nuestras propias realidades; en las represiones y las victorias, las duras y las maduras, Cuba será por siempre un referente de digna resistencia y luchas con profundo significado histórico, y Fidel es y será por siempre el dirigente que estuvo a la altura de su pueblo y su revolución, de los pueblos y revoluciones del mundo entero. ¡Hasta siempre, comandante!

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