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sábado, 10 de diciembre de 2016

Se renueva un compromiso

El fidelismo no es solo un sentimiento del alma: es conocimiento, método y brújula, como también es versatilidad realista, creativa y obstinada para seguir avanzando entre los obstáculos, los riesgos y las oportunidades de un mundo cambiante. Es guía para la acción, y mientras sus discípulos y compañeros sigan sobre su ruta, su creador está vivo.

Nils Castro / Especial para Con Nuestra América

Reconocer la enorme obra moral, intelectual y política de Fidel es al propio tiempo asumir un proyecto encaminado a rebasar los siguientes horizontes. No es aceptar una muerte sino asumir la vigencia y desarrollar las conquistas que ese proyecto ya ha logrado, sus experiencias, sus enseñanzas y la proyección de sus ideas para vencer los próximos retos. Como dijo Juan Miguel González ‑‑el papá de Elián‑‑ lo que hoy el pueblo cubano emprende es la renovación de un compromiso. Eso también vale para los demás latinoamericanos y caribeños.

Fidel sigue en la sabiduría, el coraje y la creatividad que él, durante más de medio siglo, sembró en el corazón y en la inteligencia de cada patriota, y en su capacidad para trazar y construir el futuro al que su pueblo aspira y merece. Suena poético y consolador decirse que tras el deceso físico él surcó el viaje del Granma a la inmortalidad, pero esto  no es así. Aunque él  no vivió para obtenerla, hace mucho que alcanzó la inmortalidad, y no por ello se ha marchado. No hemos participado en una despedida porque Fidel no se ha ido. Como bien sabemos, él está aquí, en cada cubano y cada latinoamericano.

Hace un tiempo alguien dijo: “Hay personas que, para uno, no murieron; poseen una presencia tan fuerte, tan poderosa, tan intensa, que no se consigue concebir su muerte, su desaparición. Principalmente por su continua presencia en los sentimientos y en los recuerdos. Nosotros, no solo yo, sino el pueblo cubano, sufrimos de manera extraordinaria con la noticia de su muerte, aunque no fue inesperada”. Esas palabras las dijo Fidel respecto al Che.[1]

Hemos presenciado la despedida física de otros gigantes de la cultura política latinoamericana, pero nunca cabrá pensar que el torrijismo dejó de vivir o que el chavismo deje de luchar. El fidelismo no es solo un sentimiento del alma: es conocimiento, método y brújula, como también es versatilidad realista, creativa y obstinada para seguir avanzando entre los obstáculos, los riesgos y las oportunidades de un mundo cambiante. Es guía para la acción, y mientras sus discípulos y compañeros sigan sobre su ruta, su creador está vivo.

Todavía falta mucho por hacer, muchos problemas por resolver, mucho futuro por construir ‑‑en Cuba, en Latinoamérica y en el mundo‑‑ y con él unos y otros seguiremos haciéndolo. Mientras prosigamos este esfuerzo, Fidel vive.




[1]. Citado por Ignacio Ramonet en Cien Horas con Fidel, segunda edición, p. 346. Ed. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2006.

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