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sábado, 10 de diciembre de 2016

Un verano interminable

Necesitamos romper ese modelo que nos ha traído al dilema de crecer o vivir. Ya no es posible continuar con el esquema económico tradicional. Es la hora de la economía ecológica renovada: con nuevo conocimiento científico, nuevo orden internacional, nuevo ser humano y una nueva forma de medir los problemas ambientales (nueva métrica).

Fander Falconí / El Telégrafo (Ecuador)

Terminó otra cumbre de cambio climático en Marruecos (la COP 22), sin resoluciones favorables para la humanidad. Desde hace un tiempo sabemos que algo anda mal con el planeta. No solo lo dicen los científicos, la gente común ya empieza a preocuparse y a organizarse. El 30 de octubre de 2016, National Geographic lanzó al aire un filme gratuito para todo el mundo. El documental ‘Before the Flood’ (Antes del diluvio, en inglés) se difunde en español como ‘Antes que sea tarde’ (¿antes DE que sea tarde?) y se puede descargar de YouTube o de Twitter. El presentador es Leonardo DiCaprio, uno de los actores más famosos de Hollywood. A pesar de eso, la cinta no oculta el papel de gran contaminador que tiene Estados Unidos ni la existencia en ese país de una fuerte corriente política y religiosa que niega el calentamiento global (con Trump a la cabeza), o al menos niega en forma enfática la responsabilidad humana del cambio climático.

El Fondo Mundial de Vida Silvestre (WWF) advierte que la manera en la que consumimos los recursos del planeta es insostenible (Planeta Vivo: Informe 2016). Si es que no cambiamos este rato los sistemas alimentario y energético, ya nada frenará el cambio climático y se acabará con la biodiversidad. Desbordamos los límites de CO2 en la atmósfera y rebasamos la capacidad de resiliencia (adaptación) de la naturaleza. Está en juego la continuidad de la civilización, es decir, gran parte de la humanidad podría retroceder tecnológica y socialmente a una etapa primitiva; hasta como especie peligramos.

En cierto modo, hemos violado el contrato de arrendamiento con la Tierra, pero el planeta no tiene abogados para demandarnos por los daños causados. Y si los hubiera, esos abogados tampoco sabrían dónde litigar, pues no hay una corte de justicia ambiental internacional. El sistema capitalista ha creado esta situación, dando prioridad al valor de cambio por encima del valor de uso. Esa modalidad sirve en la Bolsa de Valores, pero no en el mundo real.  Ante esta crisis civilizatoria, somos como la persona poseedora de un diamante en el desierto más lejano; el valor de cambio del diamante ya no sirve. Un vaso de agua tiene un valor de uso que supera en ese contexto al diamante. Necesitamos romper ese modelo que nos ha traído al dilema de crecer o vivir. Ya no es posible continuar con el esquema económico tradicional. Es la hora de la economía ecológica renovada: con nuevo conocimiento científico, nuevo orden internacional, nuevo ser humano y una nueva forma de medir los problemas ambientales (nueva métrica).

La nueva métrica debe considerar aspectos biofísicos (hectáreas deforestadas, número de especies que se pierden, apropiación del espacio ambiental que realizan los países ricos, litros de agua que se contaminan, etc.). Para aplicar esta nueva métrica se requiere de una nueva actitud, de una visión que anteponga al ser humano por encima del mercado, a la creatividad sobre el capital.

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