Los que no somos deslumbrados tan
fácilmente por un discurso transnacional, donde la enseñanza superior sólo
puede ser concebida como un negocio capitalista más, nos rehusamos a ceder en
la defensa permanente de la educación superior pública.
Pedro Rivera Ramos / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
Ciertamente la
educación es un instrumento de emancipación y de transformación innegables, y
aunque por sí misma no es suficiente para superar las desigualdades sociales y
económicas prevalecientes en nuestra sociedad, ella es un puntal decisivo a la
hora de contrarrestarlas, prevenirlas o superarlas. Pero obviamente no nos referimos a esa
educación que funda su utilidad y valor, sólo si responde a las demandas
empresariales y mercantiles; descuidando con absoluto desprecio, la
imprescindible formación integral del ser humano.
La educación no solo es
un derecho humano fundamental, sino que su verdadero y auténtico valor, se
encuentra en la formación de ciudadanos y profesionales, capaces de
pronunciarse e intervenir en los temas que más apremian a sus semejantes y al
mundo. Para nuestras naciones no tiene
importancia alguna, formar jóvenes descontextualizados o que se conformen con
rehuir del ejercicio del pensamiento crítico, de la experimentación constante o
hasta del cuestionamiento irreverente.
Por consiguiente, no
hay futuro en una educación ni en un país, que se limite a considerar y tratar
a los estudiantes como sujetos pasivos de aprendizaje. Ella (la educación),
como derecho humano de carácter colectivo, tiene un papel fundamental en la
formación de la cultura y del ser nacionales.
De allí que no basta con solo formar profesionales, es necesario también
formar ciudadanía, es decir, hombres y mujeres con elevados valores
morales, patrióticos y espirituales.
En la llamada sociedad
posmoderna, la educación universitaria se ha constituido en uno de los terrenos
donde se confrontan visiones, modelos e interpretaciones epistemológicas sobre
sus nuevas tareas, que buscan configurar su orientación, el curso de los
procesos educativos y su influjo en el desarrollo de las virtudes, defectos y
valores de los seres humanos. Eso explica en gran parte, los profundos
conflictos y las grandes movilizaciones que en defensa de la universidad
pública, tienen lugar en muchos países de este y de otros hemisferios.
En esos escenarios,
más allá que reducir la distancia entre lo que se enseña en las instituciones
educativas y las necesidades de la sociedad
y el mercado laboral, lo que se dirime en las calles y aulas de esos países,
es, por un lado, entre una enseñanza universitaria orientada básicamente a la
formación intelectual y una concepción de aprendizajes y competencias,
dirigidos hacia el rendimiento más utilitario en el ámbito empresarial; y por el otro, se debate entre la educación
como derecho social y humano, en contraposición al criterio de
considerarla un bien de consumo, que
atañe regirse únicamente en la esfera del mercado.
No hay duda que desde
hace algún tiempo, las universidades públicas perdieron el monopolio que
ejercían en la enseñanza superior. Con el advenimiento de la privatización en
este sector, la enseñanza pasó de ser considerada únicamente bien público, a
ser una mercancía como cualquier otra, sometida naturalmente a la lógica
implacable del mercado, donde lo que realmente importa no es la verdadera
educación, el compromiso o el apostolado, sino las ganancias y la rentabilidad
de las empresas.
Este proceso de
mercantilización de la enseñanza superior, que cuenta con influyentes y
poderosos defensores, son los responsables de que a nivel mediático, el modelo
ideal de universidades que parece convenir a nuestra sociedad, sean las que se
rigen únicamente por criterios cuantitativos de supuesta “eficiencia” y
“calidad”, es decir, las llamadas universidades “garajes”, sin que falten por
supuesto, las que lisa y llanamente se orientan exclusivamente al mercado.
Por eso los que no
somos deslumbrados tan fácilmente por un discurso transnacional, donde la
enseñanza superior sólo puede ser concebida como un negocio capitalista más,
nos rehusamos a ceder en la defensa permanente de la educación superior
pública, como derecho social, como forjadora de un humanismo emancipador y como
un espacio esencial en la construcción de la cultura e identidad nacionales.
Gracias por este formidable artículo
ResponderEliminarLe pedimos permiso para difundirlo en una Campaña que estamos impulsando por un Currículum global para la Economía Social Solidaria https://www.facebook.com/curriculumglobalecosocial/ Este artículo muestra la visión crítica que compartimos en nuestro colectivo.Gracias
Hola estimada Claudia, por supuesto que lo pueden divulgar. Les agradeceremos si hacen referencia a la fuente.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Andrés Mora R.
Hola Andrés, si claro siempre difundimos la fuente Aquí va el link http://educacionyeconomiasocial.ning.com/forum/topics/mercantilizaci-n-de-la-educaci-n?xg_source=activity
ResponderEliminar