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sábado, 27 de mayo de 2017

Los golpistas de Brasil, bola de corruptos

El gobierno de Temer se está derrumbando no solo por los escándalos de corrupción en los que se ha visto envuelto, sino por la protesta social que ha emergido como respuesta a todas las medidas de restauración neoliberal que ha estado haciendo.

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

Noam Chomsky dijo que “una banda de ladrones” derrocó a Dilma Rousseff. Empezando por Eduardo Cunha hoy sentenciado a 15 años de prisión por la tremenda corrupción en la que se vio involucrado en los años recientes. Mientras Cunha y Michel Temer y toda la derecha brasileña, el gran empresariado y el poder mediático, conspiraban para convertir en corrupción un movimiento administrativo de la presidenta, muchos de ellos participaban en verdaderos actos de corrupción. Hoy la hora de la verdad les está llegando a los golpistas y no puedo sino recordar la optimista aseveración de Platón en alguno de sus Diálogos: “el hombre justo siempre triunfa”. Podríamos decir que hoy, la verdad de una mujer justa está empezando a triunfar.

Destituida de su cargo de presidenta de Brasil el 31 de agosto de 2016, muy pronto la historia la ha empezado a reivindicar a través del derrumbe estrepitoso de la corrupta derecha neoliberal de su país. Meses después de asumir el cargo como presidente interino en marzo de 2016, seis ministros de su flamante gobierno ya se  habían visto  obligados a renunciar. Y un año después, en marzo de 2017, otros cinco ministros estaban indiciados en el caso de corrupción de Lava Jato. El presidente del Senado y otros senadores más también estaban siendo investigados. Ahora le ha llegado el turno a Temer y el Fiscal General lo ha acusado de “corrupción pasiva, obstrucción de la justicia y organización criminal”. Ha sucedido que el dueño de una de las  empresas exportadoras de carne más grandes del mundo, lo grabó avalando un soborno. Acontece entonces que un grupo de gángsters es el que destituyó a una presidenta honesta y hoy la verdad está saliendo a flote. El gobierno de Temer se está derrumbando no solo por los escándalos de corrupción en los que se ha visto envuelto, sino por la protesta social que ha emergido como respuesta a todas las medidas de restauración neoliberal que ha estado haciendo. El viernes 28 de abril de 2017, el paro general abarcó a 35 millones de trabajadores.

Todo esto nos trae a la cabeza el debate  que en los últimos meses se ha venido dado  con respecto al “fin de ciclo” de los gobiernos progresistas. Indudable es que éstos están enfrentando una nueva situación, una vez los precios del gas y el petróleo bajaron como también  los de las commodities que financiaban el proyecto progresista. Es indudable que el no haber podido salir de la primario-exportación  está pesándole de manera notable a los gobiernos progresistas. Venezuela vive hoy una crisis política profunda con una derecha empoderada no solamente en la Asamblea Nacional sino también en las calles. Pero la moneda todavía sigue en el aire y dar por terminado un ciclo, resulta una aseveración demasiado contundente cuando el proceso revela un crecimiento de las luchas sociales en Brasil y Argentina y la contención de las derrotas electorales en Ecuador.

Estamos pues en medio de un proceso de avances y retrocesos. Así es la historia.

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