La
socióloga venezolana Maryclen Stelling es coordinadora del Observatorio de
Medios del país y directora ejecutiva del Centro de Estudios Latinoamericanos
Rómulo Gallegos (Celarg). En esta entrevista, analiza la nueva estrategia del
presidente Maduro, la actitud de Gobierno y oposición frente al elevado nivel
de violencia que se observa en las calles, la situación económica del país y el
tratamiento mediático que se le da al conflicto que polariza a la población de
Venezuela.
Nadia Luna / Nodal
Maryclen Stelling. |
¿Cómo evalúa la decisión del presidente Maduro de
convocar a la Asamblea Nacional Constituyente como intento de resolver el
conflicto?
Creo que la
decisión del presidente fue una sorpresa para la oposición, aún cuando el
presidente Maduro en discursos previos había estado asomando la posibilidad de una
coyuntura constituyente. Fue una jugada política verdaderamente importante que
sorprendió y descolocó a la oposición. Inclusive, la ruta constituyente fue una
de las rutas que la oposición, luego de ganar mayoría en la Asamblea Nacional
en las elecciones del 6D, abrió como posible salida del gobierno de Maduro. Por
lo tanto, al proponer la Constituyente, el presidente Maduro les está diciendo
“¿querían constituyente? Bueno, tienen constituyente”. Esto descoloca a la
oposición y le genera al Gobierno un triunfo en un largo y conflictivo proceso
de confrontación bélica entre ambos.
¿Cuál ha sido la reacción del pueblo frente a esa
estrategia?
El país
está absolutamente dividido: está habituado a la confrontación electoral, a la
confrontación transmediática y, ahora, a la confrontación de calle. Entonces,
ante la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente, responde dividido,
ubicándose en bandos polarizados. La oposición es adversa al proceso
constituyente y sus seguidores se ubican en esa posición política. Por otro
lado, la gente que sigue al Gobierno apoya la decisión del presidente Maduro
sin dudar. Yo creo que en Venezuela nos percibimos como que formamos parte de
ejércitos en una batalla a muerte y ésta sería una batalla más en una guerra
que ya tiene bastantes años.
¿Qué actitud han tomado los líderes opositores
frente al alto nivel de violencia que se ha generado en las últimas protestas?
¿Y el Gobierno?
Aquí sucede
algo bien interesante. Ocurre lo que en Venezuela llamamos una suerte de
“peloteo” de la violencia, que obedece a la percepción perversa y sesgada que
los grupos radicalizados tienen de lo que realmente está sucediendo en el país.
Ni los líderes del Gobierno ni el liderazgo oposicionista asumen la
responsabilidad de la violencia. Cada quien ve lo que quiere ver. Cada quien le
coloca al otro la culpa y la responsabilidad de la violencia. La gente afín al
Gobierno solo ve colectivos violentos armados destruyendo, saqueando y matando
gente. Desde la oposición, solo se ve un gobierno represivo, y no asumen para
nada la responsabilidad de unas fuerzas de choque que estarían actuando al
servicio de la oposición en las marchas que la misma oposición convoca.
Entonces,
ninguno de los dos bandos políticos en pugna asume la responsabilidad de la violencia
y colocan la culpa en el bando contrario. Del mismo modo, las personas que
asisten a las marchas se asumen como víctimas del lado político contrario.
Dolorosamente, tengo que decir que los heridos y fallecidos también son, de
alguna manera, “peloteados” por los bandos que se confrontan en la calle.
Más allá de los motivos que esgrimen los líderes
opositores, ¿hay personas que también asisten a las marchas en reclamo de
medidas sociales, como podría ser la solicitud de recursos básicos para una vida
digna?
No creo que
la asistencia a las marchas obedezca a reclamos sociales por una vida digna. La
asistencia a las marchas tiene una causalidad meramente política, como un nuevo
frente de batalla que se habría retomado ante la ausencia de un una contienda
electoral. El escenario de calle les permite medirse cuantitativamente: cuántos
apoyan a cada uno. Las marchas son convocadas generalmente por la oposición y
el Gobierno ha sido bastante reactivo hasta el momento, aún cuando últimamente
ha comenzado a convocar sus propias marchas. No dudo, por supuesto, de que
aquellas personas que el 6D votaron, no por la oposición, sino en contra de una
gestión, en este momento estén marchando contra la gestión del Gobierno. Pero,
en general, no hay consigna importante que indique que se está marchando por
reivindicaciones sociales, sino que se está marchando por razones meramente
políticas.
¿Qué medidas ha tomado Maduro respecto a la crisis
económica que está atravesando el país? ¿Realiza alguna autocrítica?
En este momento,
en un país donde la polarización es importante, hay dos “medias verdades” que
se contraponen en relación a la situación económica del país. El presidente
Maduro acusa una guerra económica que no solamente es nacional sino que tendría
también su origen en una suerte de cerco económico que forma parte de una
estrategia internacional. La oposición maneja su otra media verdad: que hay una
mala gestión, corrupción, impunidad. Al respecto, el presidente ha continuado
con la estrategia de dotar de viviendas a la población y de la entrega de los
kits de bolsas CLAP (que contienen alimentos básicos) para los grupos de bajos
ingresos. Este 1 de mayo, el presidente también dictaminó otro aumento de
salarios bastante importante. Así que es importante destacar que sí se han
tomado medidas, pero también han variado mucho las políticas, la gestión, los
ministros, entonces no ha habido una política consistente y duradera en el
tiempo para atender la crisis económica. Creo que ambas versiones de lo que
está sucediendo en Venezuela son verdaderas: hay una guerra económica con
raíces internacionales, pero también graves problemas de gestión en el
Gobierno.
¿Cómo analiza el tratamiento que los grandes medios
de comunicación nacionales e internacionales le están dando al conflicto en
Venezuela?
Esta es una
pregunta verdaderamente importante porque si uno plantea que hay una guerra
mediática, además de la guerra económica y todo lo que hemos hablado antes, que
tiene que ver con la polarización y la radicalización, yo diría que en esta
guerra mediática el Gobierno ha sigo bastante golpeado. La estrategia
comunicacional de la oposición ha logrado imponer internacionalmente su versión
de lo que está sucediendo en Venezuela. En mi opinión, esta estrategia está
diseñada en gran medida fuera de las fronteras patrias. Creo también que los
líderes políticos de la oposición han generado un excelente lobby internacional
posicionando su media verdad de lo que aquí está sucediendo. Por su parte, el
Gobierno no logra que su media verdad trascienda. Las grandes corporaciones
mediáticas están reseñando el conflicto en Venezuela desde una sola trinchera:
la de la oposición. Además de los medios tradicionales, están jugando un papel
importantísimo las redes sociales. De manera que hay que hablar de un poder
transmediático, que lo estaría ganando, por el momento, la oposición.
Uno de los principales reclamos de la oposición es
el llamado a elecciones. Sin embargo, Maduro dijo recientemente que está
dispuesto a que se celebren, pero que la oposición ya no las quiere. ¿Cuál
considera que será la actitud de la oposición en caso de que el chavismo
gane las elecciones?
La
oposición, desde que ganó las elecciones del 6D, ha venido reclamándole al
Consejo Nacional Electoral (CNE) y al Ejecutivo que presente un calendario
electoral para diversas elecciones que deberían ya haberse realizado. En este
momento, hay un proceso de legitimación de partidos, donde tienen que cumplir
una serie de requisitos para poder entrar a una nueva contienda electoral. Esto
ha sido bastante lento, pero algunas rectoras del CNE han comenzado a hablar de
un calendario electoral. Creo que a la oposición le está dando buen resultado
su estrategia de confrontación de calle, de alguna manera revestida de un
supuesto manto democrático, porque mantienen a la ciudadanía en la calle y el
Gobierno tiene una suerte de papel reactivo, aún cuando últimamente está
convocando sus propias marchas.
Creo que la
oposición considera que la coyuntura de calle es primordial a sus fines, más
que la coyuntura electoral. Debido a la polarización que hace que Gobierno y
oposición no se reconozcan como componentes de un país, no se han logrado
sentar a una mesa de diálogo. Pareciera que en la realidad hay un pacto de no
convivencia en el sustrato venezolano, que la oposición está más abocada a sus
marchas y no a participar en una confrontación electoral. Pero en el caso de
que el chavismo gane las elecciones, la oposición se comportaría como en las
últimas elecciones presidenciales y probablemente diría que hubo fraude, que el
CNE está vendido al Gobierno y que no es legítimo.
¡¡¡UNA GRAN VERDAD VERDADERA!!!
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