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sábado, 29 de julio de 2017

Simón Bolívar: actualidad de su pensamiento

Conmemoramos un nuevo aniversario de Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios, quien nació en Caracas, Venezuela, el 24 de julio de 1783, y murió en Santa Marta, Colombia, el 17 de diciembre de 1830.

Juan J. Paz y Miño C. / El Telégrafo

Durante sus veinte años de actividad revolucionaria, Bolívar desarrolló un complejo pensamiento. En la primera fase (1810-1819) reflejó el despertar hispanoamericano: condujo la “Campaña Admirable”, escribió la “Carta de Jamaica” (1815), promovió el Congreso de Angostura (1819), impulsó los triunfos en Apure, los Andes, Boyacá, Carabobo, Bomboná, Pichincha, Junín y Ayacucho. Sostuvo: “No somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles. Americanos por nacimiento y europeos por derechos, nos hallamos en el conflicto de disputar a los naturales los títulos de posesión y de mantenernos en el país que nos vio nacer, contra la oposición de los invasores; así nuestro caso es el más extraordinario y complicado”. Y advertía: “Yo deseo... ver formar en América la más grande nación del mundo”.

En la segunda fase (1819-1828), Bolívar fue un pensador institucional, centrado en el gobierno de las nacientes repúblicas: Ejecutivo fuerte, constitucionalismo, centralismo, cuestionamientos a las libertades y a la democracia, meramente abstractas y débiles, así como a las simples instituciones republicanas, sin que estén acompañadas de la liberación de los indios y los negros. Propuso liquidar la esclavitud y la servidumbre indígena, y previó el reparto de tierras. Debió ejercer su gobierno con autoridad y firmeza, lo cual provocó las reacciones de las oligarquías regionales.

Se empeñó en construir la “gran patria americana”, edificando la República de Colombia (Venezuela; Colombia y Ecuador), y soñando con la unidad hispanoamericana, de la que excluyó a los EE.UU., llegando a sostener: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la libertad”.

En la tercera fase (1828-1830), Bolívar desarrolló la conciencia del desengaño. Escribió: “La situación de la América es tan singular y tan horrible, que no es posible que ningún hombre se lisonjee conservar el orden largo tiempo ni en siquiera una ciudad… La posteridad no vio jamás un cuadro tan espantoso como el que ofrece la América, más para lo futuro que para lo presente… He arado en el mar”. Es que, sin duda, la revolución independentista y las transformaciones sociales habían sido abandonadas, porque el poder de las nacientes repúblicas pasó a manos de las elites oligárquicas de hacendados y comerciantes, que apartaron a los próceres y patriotas de la independencia y arrasaron con cualquier proyecto revolucionario.

Del ascenso emancipador, Bolívar pasó a ser el gran constructor republicano y cayó en desgracia por intentar radicales reformas sociales. Eso explica la evolución de su pensamiento. Sin embargo, al final de su vida, Bolívar al menos alcanzó a clamar: “No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia. Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la Unión”.


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