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sábado, 4 de noviembre de 2017

Martí en México, México en Martí

En la inauguración de la exposición colectiva de artistas plásticos cubanos y mexicanos, con motivo de la XII Reunión del Consejo Mundial del Proyecto José Martí de Solidaridad Internacional, de la UNESCO, en la Universidad José Martí de Monterrey, México.

Guillermo Castro H. / Especial para Con Nuestra América

Desde Monterrey, México

José Martí residió en México entre 1875 – 1876, de sus 22 a sus 23 años de edad. Llegó allí desde España, donde había sufrido pena de exilio impuesta por el gobierno colonial, en castigo por su actividad independentista en Cuba. El apoyo de la masonería liberal le permitió no solo residir en México, sino y sobre todo vincularse activamente a una comunidad generacional y cultural que desempeñaría un papel de primer orden en la consolidación y modernización del Estado mexicano.

Para Martí, esos años en México constituyeron una fase extraordinaria de maduración cultural e ideológica, en el marco del liberalismo juarista. Esa maduración incluyó, en particular, el descubrimiento crítico de las realidades y problemas sociales, políticos, económicos y culturales de nuestra América en la fase de formación y ascenso del Estado Liberal Oligárquico, que vendría a ser dominante entre las décadas de 1870 y 1930. En ese proceso de descubrimiento se inició la forja del concepto martiano de una América nuestra, con personalidad y pensar propios, que maduraba y crecía bajo el acoso de un terrible legado colonial. [1]

En México, también, se inició el desarrollo de sus ideas estéticas, que puede ser seguido en sus colaboraciones en La Revista Universal. Allí va dando cuenta de la vida cultural y artística en aquella sociedad emergente, con especial atención al teatro, la poesía, la filosofía y la pintura. En este último campo destacan, por ejemplo, los artículos que dedica a la Exposición de Bellas Artes en 1875, que lo lleva a decir “A nueva sociedad, pintura nueva.”

Desde ese postulado, Martí nos deja un juicio de una ajustada clasicidad – para usar la expresión de Antonio Gramsci - ante el paisaje del valle de México pintado por José María Velasco (1840 – 1912). Ese juicio expresa el descubrimiento del paisaje americano por Martí, y anuncia una manera de tratarlo que alcanzará un especial refinamiento en el texto que dedica a la muerte de Darwin siete años después. “Detengámonos”, dice,

y admiremos ese notabilísimo paisaje, tan bello como la naturaleza, espléndido como nuestro cielo, vigoroso como nuestros árboles, puro como las aguas apacibles de nuestra majestuosa laguna de Texcoco. Esas nubes son el bello cielo: se extienden, se transforman, están allá a lo lejos y, sin embargo, están delante nosotros; estas breñas están cubiertas de las plantas de nuestro Valle; esa agua azul se turba con los celajes pasajeros que copia: este hombre se ha colocado en la eminencia del genio para ver bien desde allí toda la extensión arrogante, todo el vigor soberbio, todo el cielo de ópalo, toda la tenuidad de la atmósfera y la riqueza de montañas y las magias de luz con que en el centro del continente abrió su seno la virgen madre América, esfuerzo de la creación envejecida en las tierras sin savia del Cáucaso y en la cansada región del Himalaya. El Valle de México es la belleza grandiosa: imponente como ella es el hermoso paisaje de Velasco.[2]

Y esta manera de acercarse al arte se transforma en un pensar afectivo que alcanza una de sus expresiones más conocidas en el texto que dedica a la exhibición de la obra del artista ruso Vereschagin en Nueva York en 1889, 14 años después. Allí, señala que el arte – como el análisis político, agregaríamos – “no ha de dar la apariencia de las cosas, sino su sentido”.[3]

Desde esa visión del arte, se hace más rico, también, el sentido de la relación de Martí con México, sintetizada en  la carta en que dice a su amigo Manuel Mercado que “si yo no fuera cubano, quisiera ser mexicano.”[4] Esa afectividad íntima alienta en la solidaridad y la promoción constante de México en su obra, su pensamiento y su conducta que lo lleva a decir en un acto político y cultural en 1891, quince años de haber concluido su estancia aquí

¡Saludamos un pueblo que funde, en crisol de su propio metal, las civilizaciones que se echaron sobre él para destruirlo!
¡Saludamos, con las almas en pie, al pueblo singular y prudente de América![5]

Con todo, de entre lo mucho que escribió desde México y sobre México, quizás nada es tan hermoso como su última frase, en la carta inconclusa a su amigo Manuel Mercado, que escribía en la víspera de su muerte en combate en Cuba: “Hay afectos de tan delicada honestidad…”[6]

De esos afectos ha nacido esta exhibición. El cubano Martí y el mexicano Mercado están aquí, con nosotros, como hubiéramos querido estar con ellos cuando nos dieron aurora.

Monterrey, México, Universidad José Martí, 24 de octubre de 2017




[1] ¿A quién puede extrañar que su ensayo Nuestra América fuera publicado por primera vez en América Latina en el periódico El Partido Liberal, que dirigía en México Manuel Mercado, el 30 de enero de 1891?
[2] “Una visita a la exposición de Bellas Artes”, Revista Universal. México,  Diciembre 28 de 1875.Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. VI, 386-387.
[3] “La exhibición de pinturas del ruso Vereschagin”. La Nación. Buenos Aires, 3 de marzo de 1889. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. XV, 429.
[4] “Ahí es donde está la salvación de tu tierra, más que en buscarla de gente extranjera, que nunca podrá amar y servir a tu tierra como si fuera la suya propia. Si yo no fuera cubano, quisiera ser mexicano; y siéndolo le ofrendaría lo mejor de mi vida, la expondría, aunque los hombres prácticos hicieran burla primero de lo que habían de agradecer después, en enseñar a los indios.- De casa en casa iría pidiendo piedras para levantar una hermosa Escuela Nacional de Indios.” “Fragmentos”, 44, [1885 – 1895]. Obras Completas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. XXII, 34 (cursivas: gch).
[5]  “Discurso pronunciado en la velada en honor de México de la Sociedad Literaria Hispanoamericana en 1891”. El Partido Liberal, México, 25 de noviembre de 1891. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. VII, 66:
[6] “A Manuel Mercado. Campamento de Dos Ríos, 18 de mayo de 1895.” Obras Completas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana,  1975. IV, 170.

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