Páginas

sábado, 9 de diciembre de 2017

Guatemala: Mi vida en primaveras

Tal es el título del libro que hace unos meses me envió su autora, mi querida amiga Myrna Torres Rivas. Por diversos motivos, el texto tardó varios meses en llegar a mis manos y confieso que a pesar de mi admiración por ella, su autobiografía me ha sorprendido como nunca imaginé. Sus memorias  simplemente me han parecido  espléndidas.

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

Al tener en mis manos un relato autobiográfico de 523 páginas, pensé que era una extensa relación de acontecimientos personales, recuerdos íntimos y evocaciones de personajes queridos. Me he encontrado con todo ello, pero además con una narrativa de valor histórico y hasta de alcances sociológicos. No cabe duda que el libro de Myrna Torres Rivas, será en el futuro una imprescindible fuente documental.

Myrna nos ofrece un retrato de la Guatemala  bajo la dictadura de Ubico. Nos evoca también la Nicaragua de principios de los cuarenta, con la todavía  fresca memoria del asesinado Sandino; el derrocamiento de la dictadura ubiquista y el inicio de la década revolucionaria; la primavera de los diez años de la revolución guatemalteca; la tragedia de la contrarrevolución de 1954; los años del exilio guatemalteco en México después del derrocamiento de Arbenz.  Finalmente, el impacto de la revolución cubana en México, Guatemala, Nicaragua y Centroamérica entera. En el  libro aparecen personajes, hechos históricos, anécdotas, mencionados con una extraordinaria precisión en fechas y lugares que solamente se explica porque la autobiografía se sustenta en su costumbre de toda la vida de llevar un diario. No en balde en el prólogo del libro, Sergio Ramírez con justicia escribe que las memorias de Myrna están escritas con un “envidiable estilo llano y rico” y que la relación de su vida en realidad es “una historia centroamericana para la posteridad”.

El libro tiene momentos de intenso dramatismo como la despedida con su esposo, Humberto Pineda, al incorporarse éste a la guerrilla guatemalteca. Como la última conversación con el querido Ernesto, cuando éste se había convertido en el Comandante Che Guevara. Pero el pasaje más impresionante para mí, es el acontecido en la casa de la familia Torres Rivas el 2 de enero de 1954. Esa noche, sin saberlo el joven desaliñado médico argentino  encontraría   el camino de la grandeza histórica, al conocer al entrañable amigo de Myrna, el revolucionario cubano  Ñico López. Ese encuentro abriría el camino que conduciría al Che hacia Fidel y hacia la entrañable transparencia del Comandante que exactamente cinco años después se volvería leyenda. Es impactante la remembranza de lo que sucedió esa noche, cuando ante la presencia de varios invitados,  Don Edelberto habló de su prisión en Nicaragua y de su vocación antiimperialista. Y Ernesto Guevara lo sorprendió agradablemente porque sabía el poema de Gabriela Mistral a Sandino. Ñico López indignado habló de la Enmienda Platt mientras el dirigente juvenil Edelberto Torres Rivas relató su viaje a China y su descubrimiento del marxismo.

Sin embargo, acaso lo que más impresiona del libro de Myrna es que transpira una visión del mundo llena de femineidad. Son ojos de mujer los que nos cuentan historias de amores, pasiones revolucionarias y epopeyas inolvidables.

No hay comentarios:

Publicar un comentario