Un
pronunciamiento a favor del “7 veces SI” también ha destapado la voracidad de
todos los grupos políticos y económicos unidos por el anti-correísmo, que ahora
buscarán negociar o imponer su propia agenda, a cualquier precio, al gobierno
del presidente Moreno. ¿Quiénes triunfarán en esa lucha? ¿Podrá seguir el
gobierno un camino “independiente”?
Después de una
década de Revolución Ciudadana las circunstancias del Ecuador son absolutamente
distintas. En ocho meses, el gobierno de Lenín Moreno (inició su mandato el 24
de mayo de 2017) marcó no solo diferencias sino una total ruptura con el
gobierno de Rafael Correa. Sin embargo, tanto el presidente Moreno como varios
de sus ministros y altos funcionarios del Estado, son hijos políticos de la
Revolución Ciudadana, y entre ellos hubo apasionados defensores del
“correísmo”. Con el cambio de las circunstancias, esas mismas personalidades se
identifican ahora con los nuevos rumbos del país y los justifican como
necesarios.
Como remate de
lo que ha venido sucediendo, la consulta popular convocada por el presidente
Moreno, y que acaba de realizarse este domingo 4 de febrero (2018), ha
provocado una convergencia inédita de fuerzas sociales en la historia
contemporánea del país. Apoyaron directamente a la consulta (algunos al
gobierno, incluyendo cargos públicos) las viejas izquierdas, la centro
izquierda, los marxistas ortodoxos así como los pro-bancarios, los dirigentes
de movimientos sociales, el movimiento indígena, las centrales sindicales,
diversos sectores de profesionales y agrupaciones de la sociedad civil.
Lo inédito
está en que, además, saludan al nuevo gobierno o se congratulan por el que
consideran un cambiado ambiente político de “democracia y libertades”,
reconocidas figuras políticas del pasado, los más influyentes medios de
comunicación privados y, desde luego, los públicos, los diversos partidos de la
derecha política, las cámaras de la producción y las elites económicas
nacionales.
Todas esas
fuerzas sociales y políticas defendieron la consulta popular (algunos se
atribuyen su paternidad), hicieron propaganda por el “7 veces SI”, son los que
han clamado por la “descorreización” del Estado y de la sociedad, y magnifican
la corrupción en el gobierno anterior.
Sin duda,
nadie puede admitir la corrupción, un fenómeno de larga vigencia en la historia
ecuatoriana, y es preciso dejar en claro que hay que juzgarla y combatirla con
la ley y la institucionalidad; pero a cualquier investigador objetivo también
le queda claro que hay interés por magnificar mediáticamente la corrupción en
el Estado exclusivamente referida a la última década, sin decir nada de la
corrupción privada ni de los corruptores que movilizan coimas, presiones,
ventajas o decisiones de funcionarios a su favor. Estas corrupciones privadas
tienen magnitudes sin precedentes y siguen en la impunidad, como es el caso de
la sucretización de las deudas empresariales en 1983 y 1987, que perjudicó al
Ecuador en 4.462 millones de dólares; o la sucesión de crisis, salvatajes y
feriado bancario entre 1999 y 2000, que costó al país 6.170 millones de
dólares, además de la ruina social que trajo, por la desesperación de miles de
ciudadanos que perdieron sus ahorros, la muerte de personas, el derrumbe de las
condiciones de vida y una emigración galopante de ecuatorianos. Casi nada se
dice sobre la evasión de impuestos de 215 grupos económicos de la actualidad
que adeudan al fisco 2.260 millones de dólares, así como tampoco de las
evasiones en aduanas, ni de la ilegal mantención de dineros en paraísos
fiscales, que por lo menos asciende a 30.634 millones de dólares, según los
datos del Servicio de Rentas Internas (SRI).
De otra parte,
académicos y estudiosos de la trayectoria de América Latina, comprenden
perfectamente que hay una misma estrategia internacional y hasta imperialista,
de golpe blando, lawfare o judicialización de la política, con persecuciones de
por medio, contra los gobernantes y funcionarios de los que fueron gobiernos
progresistas de la región, cuyo libreto ya se ha cumplido en Argentina o
Brasil, y se preguntan si lo mismo ocurre en Ecuador.
En todo caso,
con semejante concurso de fuerzas sociales y políticas, hay que asumir que el
gobierno del presidente Lenín Moreno tiene la oportunidad histórica más
envidiable para realizar aquellos cambios para el país que deberían demostrar,
en el futuro, que fueron superados los logros de la Revolución Ciudadana, que
han quedado reconocidos, lejos de las pasiones ecuatorianas, por entidades como
la CEPAL e incluso el FMI, el BM y el PNUD.
Además, todos
los que apoyaron la consulta popular aspiran a que se ponga en marcha a la
nación dejando atrás la década “correísta”. Cámaras y empresarios, así como
economistas identificados con sus intereses, incluso han adelantado el programa
económico que el gobierno debe ejecutar como política de Estado, sin importar
que tales planteamientos violen lo que dice la Constitución de 2008 sobre el
modelo que ha de seguir el país.
Estamos ante
un momento histórico desafiante para construir la economía que permita volver a
los principios de Montecristi, para que renazca el camino hacia la equidad, la
redistribución de la riqueza, la disminución de la pobreza, la superación de la
miseria, la conquista de la seguridad social universal, la provisión estatal de
obras y sobre todo de servicios públicos cada vez más amplios en educación,
salud, atención médica, con pensiones jubilares dignas, vivienda masiva, y
trabajo cada vez con mejores condiciones gracias a las nuevas modalidades que
se anuncian.
Lenín Moreno,
ha recibido finalmente, este domingo 4, el apoyo popular en las urnas, por el
que tanto el gobierno como todas las fuerzas nacionales antes descritas
trabajaron (exceptuando Alianza País/Revolución Ciudadana de la fracción
“correísta” que trabajó por el NO). Un pronunciamiento a favor del “7 veces SI”
que también ha destapado la voracidad de todos los grupos políticos y
económicos unidos por el anti-correísmo, que ahora buscarán negociar o imponer
su propia agenda, a cualquier precio, al gobierno del presidente Moreno.
¿Quiénes triunfarán en esa lucha? ¿Podrá seguir el gobierno un camino
“independiente”?
Toca esperar
para ver, por tanto, si se cumple esa institucionalidad que han añorado las
fuerzas triunfadoras, las nuevas cifras económicas con otro modelo de
crecimiento basado en el sector privado que también ha sido ofrecido, y los
nuevos logros sociales del inmediato futuro. Veamos cómo vienen las dentelladas
políticas por hacer prevalecer unos intereses sobre otros, unas agendas sobre
las de los otros.
Excelente artículo amigo Juan. El asunto es previsible. La situación de Moreno frente a la derecha y los podereres fácticos es débil. Tiene el apoyo de un partído sin base social en vias de extinción. Coincido con Rafael. Cuando Moreno ya no sea útil a la derecha le echaran del cargo. Afectuosos saludos para tí.
ResponderEliminar