Para
el Gobierno, la Carta Magna no es importante. Todas las estrategias
implementadas en el primer mes de vigencia de la OSC son actos de guerra en los
que no solo se establecerán instalaciones extranjeras sino dispositivos a
corto, mediano y largo plazo para ceder la soberanía nacional, la institucionalidad
del Estado y la paz ecuatoriana.
Martín
Pastor / Especial para Con Nuestra América
Desde Quito, Ecuador
Con la
justificación de la ‘cooperación’ y el humanitarismo, fuerzas militares
estadounidenses retornan al Ecuador después de una década de haber sido
expulsadas. Esta renovada presencia, no solo reactivará la misión de la Base de
Manta (1999-2009), sino que accionará una nueva fase de injerencia militar en
el país. La cual se materializó, el pasado 2 de agosto de 2018, con la apertura de
una Oficina de Cooperación de Seguridad (OCS) entre ambas naciones.
Según
el Departamento de Defensa, las OCS pertenecen a la Agencia de Asistencia de
Seguridad de Defensa y su rol es realizar acciones que “promuevan los intereses
de seguridad específicos de los EE. UU., incluidas todas las actividades
internacionales de cooperación de armamentos y actividades de asistencia de
seguridad”. Lo que quiere deicr, satisfacer los intereses del imperialismo
norteamericano en el país.
A
través de las OCS se promueven programas formales como Ventas y Financiamiento
militar al extranjero (FMS/FMF), Educación y Capacitación Militar Internacional
(IMET), Asistencia Humanitaria (HAP), ejercicios conjuntos, Intercambios de
Expertos (SMEEs) y actividades de preparación para desastres. Siendo el mismo
modelo que se implementó en Irak (OSC-I) al
reformular la estrategia militar en 2012 luego de la invasión suscitada en
2003.
En
contraste con la antigua Base de Manta, que era una Foward Operating Location
(FOL), este modelo no opera desde una locación fija. Y para esta nueva fase de
injerencia, tal como lo dijo Thomas
Shannon, subsecretario de Estado para Asuntos Políticos de Estados Unidos,
“realmente no creo que necesitemos una base en ese sentido”.
Al
utilizar una OCS, les permitirá ahorrar los altos gastos logísticos de personal
militar e infraestructura, además de brindarles flexibilidad y escalabilidad ya
que ‘cooperan’ con las Fuerzas Armadas locales, obteniendo los mismos o incluso
mejores beneficios. De esta manera lograron que, desde septiembre de 2018, un avión de inteligencia de EE.UU. sobrevuele los mares y fronteras
ecuatorianas operando desde Guayaquil durante cuatro días todos los meses.
Su
objetivo será retomar todas las actividades de la Base de Manta, tal como lo afirmó el
Ministro de Defensa de Ecuador, Oswaldo Jarrín. “Lo importante es reconocer que
todo lo que hacía, en su época, la base, lo puede hacer ahora un solo avión, es
por el avance de la tecnología que tiene solamente con la capacidad de una
potencia como Estados Unidos”.
Es así
que en menos de un mes de funcionamiento, a través de la OCS, reinstauraron la
capacidad operativa de una base denunciada y rechazada por los ecuatorianos, que
incluso Moreno concluyó que
“violó de alguna forma nuestra soberanía”. Pero el avión espía es solo el
principio.
Luego
de 11 años de ausencia, el Ecuador volverá a
participar en el Ejercicio Multinacional de Maniobras Militares (Unitas), organizado
por Estados Unidos. Como otros ejercicios similares realizados en la región, este
sirve para el adoctrinamiento bajo el comando estadounidense, tal como lo indicó el
comandante general de la Armada ecuatoriana, Renán Ruiz.
A esta
creciente militarización extranjera de la región se suma otra estrategia de
colonialismo, bajo la bandera de las ‘labores humanitarias’. Uno de estos
mecanismos es el buque hospital, USNS Comfort,
que nuevamente operará de
forma regular y periódica en las costas ecuatorianas.
Aunque
tiene denominación de embarcación no combatiente, como el resto de buques de
guerra se adhiere a la misión de la
Armada de EE.UU. que profesa, "mantener, entrenar y equipar para el
combate a las fuerzas navales, capaces de conseguir la victoria de la guerra,
disuadir agresiones y mantener la libertad en los mares".
Esto
quiere decir que en el caso de un conflicto no solo tiene capacidad bélica sino
debe brindar apoyo logístico al ejército norteamericano, convirtiéndose en una
amenaza encubierta como ya lo alertó el
presidente boliviano, Evo Morales. No es coincidencia entonces, que en otras
circunstancias, pero bajo la misma bandera del humanitarismo, estuvieron presentes al
inicio de la Guerra del Golfo (1990-1991) y la Invasión a Irak (2002-2003).
A su
vez todos estos programas son combinados con la estrategia de focalización de
compras de armamento para alimentar la industria bélica y generar dependencia
militar. En Ecuador, el Ministerio de Defensa anunció que,
a pesar de las políticas de austeridad, con su presupuesto anual de 108
millones de dólares se realizará la compra de armamento e implementos bélicos.
Decisión
que debería preocupar a los ecuatorianos ya que el actual Ministro, durante su
periodo en la misma cartera de Estado en 2005-2006, demostró un “manejo del
presupuesto y recursos militares muy malos” en los que “mantuvo una estrategia
militar basada en un constante pedido a los Estados Unidos de recursos
militares (que no se entregaron)”, como lo demuestra
César Cedeño, analista en operaciones militares.
Es así
que a través de los Foreign Military Sales/Ventas militares extranjeras (FMS) dirigirán
nuevamente el gasto militar ecuatoriano. Algo que no es sorpresa ya que al ser
un imperio militar basa su política externa en la industria bélica y la
promoción de conflictos nacionales e internacionales, a través de una
diplomacia bélica.
Al
2018, como lo confirmó el
General Jon Dunford Jr., presidente del Estado Mayor Conjunto de EE.UU, su país
tiene presencia militar en 177 países del mundo, es decir el 91% de Estados. Y
ahora, luego de una década de ausencia, Ecuador conformará parte de esa lista.
Un
objetivo en el que el gobierno de los Estados Unidos ya venía trabajando con
varios años de anterioridad. En agosto de 2016 durante la ceremonia de posesión
de Lenín Moreno, Michael Fitzpatrick, vicesecretario adjunto de Estado para
Asuntos de América del Sur, dirigió la comitiva estadounidense y afirmó
que “Ecuador es un país de gran interés
para Estados Unidos” razón por la cual lo visitó primero en su gira latinoamericana.
Dos
años más tarde con la apertura de la OCS, se anunció que el actual Embajador,
será reemplazado por Fitzpatrick. Un cambio importante ya que las Oficinas de
Cooperación son lideradas por el representante de la misión diplomática in situ,
y en este caso un experto en contrainteligencia que estuvo involucrado en
las estrategias contrainsurgentes del Departamento de Estado en Centroamérica
desde 1986.
Sin
embargo, lo más sensible de esta “cooperación” y la que debería alertar a los
ecuatorianos es su inconstitucionalidad. Según el artículo 5
de la Constitución de 2008, el Ecuador se declara como un territorio de paz,
donde “no se permitirá el establecimiento de bases militares extranjeras ni de
instalaciones extranjeras con propósitos militares. Además de que se prohíbe
ceder bases militares nacionales a fuerzas armadas o de seguridad extranjeras”.
Pero para
el Gobierno, la Carta Magna no es importante. Todas las estrategias
implementadas en el primer mes de vigencia de la OSC son actos de guerra en los
que no solo se establecerán instalaciones extranjeras sino dispositivos a
corto, mediano y largo plazo para ceder la soberanía nacional, la institucionalidad
del Estado y la paz ecuatoriana. Parecería que el grito de ‘Gringos, go home’
se silencia en el Ecuador para dar por inaugurada con impunidad la Base de
Manta 2.0.
Me parece positivo para que nuestro corredor del Pacifico no sea campo libre para los Narcos Colombianos y Mexicanos y no tengamos que lamentar secuestros de conciudadanos ecuatorianos y mas que nada con la invacion Venezolana en ciernes
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