La CICIG descubrió que familiares del presidente, un hijo y un
hermano, habían cometido fraude para simular servicios que vendieron al Estado,
y que el propio Morales había incurrido en financiamiento ilícito en las
elecciones en las que salió electo.
Rafael Cuevas Molina/Presidente
AUNA-Costa Rica
Jimmy Morales, presidente de Guatemala. |
En Guatemala, el gobierno de Jimmy Morales ha emprendido una cruzada
contra la CICIG, organismo creado en consonancia con la ONU a raíz de los
Acuerdos de Paz que, en 1996, pusieron fin a 36 años de guerra.
Fue necesario
crearla por la precariedad de la institucionalidad judicial guatemalteca,
producto de un Estado al que el imperio de la ley y el estado de derecho le
estorbaban.
Durante su gestión se pudieron impulsar casos emblemáticos que
arrojaron rayos de luz en el tenebroso mundo de la impunidad: el caso contra el
general Efraín Ríos Montt, hallado culpable de genocidio, que se convirtió en
emblemático; el que juzgó las atrocidades que cometió el Ejército contra las
mujeres de Sepur Zarco, transformadas en servidoras domésticas y sexuales; el
que develó los horrores de la matanza de Tres Erres, en donde cerca de
doscientas personas, desde niños de pecho hasta ancianos, fueron asesinados y
arrojados, uno tras otro, en el pozo que se encontraba en el centro del pueblo;
el que encontró culpable a Benedicto Lucas García, ex jefe del Estado Mayor del
Ejército, de la desaparición del niño Marco Antonio Molina Theissen; el proceso
contra el general Otto Pérez Molina, a la sazón presidente del país, y su
vicepresidenta, la señora Roxana Baldetti, quienes formaban parte de una red
criminal conocida como La Línea, que se ocupaba de lucrar con las adunas del
país, etc.
La oligarquía guatemalteca y su aliado, el Ejército de Guatemala,
encontraron intolerable este accionar de la CICIG. Desde hace varios años se
organizó para oponérsele sistemáticamente, e intentaron en reiteradas
oportunidades deshacerse de ella. Estuvieron a punto de lograrlo durante el
mandato del general Pérez Molina, pero a la postre ese intento se frustró,
entre otras razones por la caída en desgracia del general. La oportunidad de
oro se les presentó con la llegada al poder del señor Jimmy Morales, un cómico
de segunda categoría quien, paradójicamente, logró llegar a la presidencia del
país montado en la ola de indignación ciudadana que sacó del poder a Pérez
Molina por corrupto.
Prometiendo apoyar a la CICIG con el fin de que continuara con su
labor inquisitiva, Jimmy Morales catalizó las expectativas de amplios sectores
de la población que urgían por una administración proba. Pero el remedio salió
peor que la enfermedad. La CICIG descubrió que familiares suyos, un hijo y un
hermano, habían cometido fraude para simular servicios que vendieron al Estado,
y que el propio Morales había incurrido en financiamiento ilícito en las
elecciones en las que salió electo.
El señor presidente montó en cólera y la emprendió contra la CICIG.
Determinó de forma ilegal que el mandato del organismo no continuaría, y
adelantó una persecución contra su personal: impidió el retorno al país de Iván
Velásquez, su máxima autoridad, y retiró las visas que le permitían permanecer
en el país al resto del personal.
La Corte de Constitucionalidad resolvió que lo que hacía era ilegal, y
el Secretario General de la ONU advirtió también de lo irregular de su
accionar, pero don Jimmy Morales no se dio por enterado y siguió adelante con
su plan. No vacila en anteponer sus intereses personales a los de la nación, y
recibe los apoyos que no podían faltar: los de las cámaras empresariales, los
de los criminales que han sido juzgados y condenados, los de quienes deben y
por lo tanto temen.
Los que están atrás del trono, que en tiempos de calma pueden no
aparecer y gobernar en las sombras, tienen que hacerse presentes y mostrarse
sin careta descarnadamente. En coro, empresarios con cola de paja, militares
represores, oportunistas sanguijuelas de las arcas del Estado, mafiosos
vinculados al crimen organizado, ponen el grito en el cielo y cierran filas
alrededor del señor cómico que ha transformado su espectáculo en tragedia y,
como gato panza arriba, lanza arañazos a diestra y siniestra.
Es tal su desfachatez y su cinismo que el futuro que puede augurársele
no es muy halagüeño. Si, como dijo en uno de sus actos circenses, es amigo de
que cada año le lean el futuro en las cartas del Tarot, debe estar muy
asustado.
Hasta cuando nos desharemos de tantas porquerías
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