El
gobierno del señor Carlos Alvarado se ha alineado con la política de Washington,
que busca cercar y asediar a Venezuela, y que pretende tener su clímax con la
llegada de la denominada “ayuda humanitaria” desde islas del Caribe, Brasil y
Colombia.
Rafael Cuevas Molina / Presidente
AUNA-Costa Rica
Los usurpadores de la embajada de Venezuela en Costa Rica. |
La
semana que termina, San José de Costa Rica fue testigo de un acto bochornoso.
La representante en el país del autoproclamado presidente interino de
Venezuela, María Faría, protagonizó un zafarrancho en el que, haciéndose
acompañar por un grupo de guarimberos venezolanos exportados al país, se “tomó”
violentamente la Embajada de la República Bolivariana de Venezuela,
atrincherándose y violentando el Derecho Internacional y la Convención de Viena
de 1964.
El
que la señora Faría tuviera los arrestos para ejecutar tal acción, se deriva
directamente del hecho que el gobierno costarricense la reconociera como
legítima representante diplomática de Venezuela, y le recibiera atestados en un
acto público en el que el Presidente de la República, inusitadamente para actos
de ese carácter, se cruzara el pecho con la banda presidencial y se hiciera
acompañar del su Ministro de Relaciones Exteriores.
Costa
Rica dio un plazo perentorio a la legítima representación diplomática de
Venezuela para que abandonara el país en un plazo de 90 días, pero la señora
Faría, envalentonada por el espaldarazo recibido por parte del gobierno
costarricense, no pudo contenerse y asaltó la sede de la embajada venezolana
que, por demás, se encontraba desguarnecida, como viene siéndolo desde hace
tres meses, período en el que el gobierno costarricense ha dejado sin custodia
la embajada.
La
señora Faría, convocada por la Cancillería costarricense, aceptó retirarse de
las instalaciones tomadas, sin que el gobierno de Costa Rica hiciera nada más
que lamentarse, como si no se tratara de acontecimientos gravísimos acaecidos
dentro de su territorio.
Como
puede constatarse, el gobierno del señor Carlos Alvarado se ha alineado con la
política de Washington, que busca cercar y asediar a Venezuela, y que pretende
tener su clímax con la llegada de la denominada “ayuda humanitaria” desde islas
del Caribe, Brasil y Colombia.
Este
alineamiento satisface y regocija a los aliados de derecha con los que gobierna
el señor Alvarado, un presidente débil que llegó al poder solamente por el
temor que causó que su oponente en las elecciones de hace un año, Fabricio
Alvarado, un neopentecostal fundamentalista, pudiera hacerse con la presidencia.
Como
todo país, la política exterior costarricense debe regirse por los preceptos
estipulados en su Constitución política, la cual en su Artículo 2 a la letra
reza: “La paz es un derecho humano
fundamental. El Estado promoverá, defenderá y garantizará la paz por todos
los medios posibles y mediante la aplicación de su neutralidad activa en los
conflictos entre Estados e internamente en los países, según lo que dispongan
los tratados internacionales, sus principios y propósitos, y la ley.”
Más claro ni el agua; pero el actual gobierno costarricense no ha
tenido el menor empacho en pasar por encima de su propia Carta Magna dando pie,
por lo tanto, a que ocurran acontecimientos vergonzosos como los referidos
líneas más arriba.
En este sentido, en la escalada
agresiva contra Venezuela, Costa Rica debió asumir una posición como la de
México y Uruguay, haciendo las gestiones pertinentes y necesarias para
propiciar el diálogo, el acercamiento entre las partes y la resolución pacífica
del conflicto. Eso la habría alineado en concordancia con su Carta Magna y con
el espíritu civilista y pacífico que caracteriza a los costarricenses.
La capital de C. R siempre ha estado en Washington....
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