Reconocer
los agravios es para evitar su continuidad; hablarlos, discutirlos y ponerlos a
la luz de este siglo XXI, es para que a partir de esas evidencias históricas
construyamos sociedades más justas, igualitarias y equitativas, donde la
explotación, la dominación neocolonial y la opresión clasista dejen su lugar a
la libertad, autodeterminación y soberanía de todos los pueblos del mundo.
Cristóbal León Campos / Especial
para Con Nuestra América
Desde
Mérida, Yucatán. México.
I
La
noticia revelada por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador,
sobre el envío de dos misivas, una dirigida al rey Felipe VI de España y otra
al Papa Francisco con el objetivo de que ambos encabecen en conjunto una
petición de perdón a los pueblos originarios de México por las atrocidades
cometidas durante la conquista y toda la época colonial, produjeron una rápida
reacción de diversos sectores de la sociedad mexicana y en algunos países,
voces discordantes llegan incluso a la mofa por la petición calificándola de
ridícula y anacrónica, evocando una supuesta superación de los efectos que el
colonialismo causó y sigue causando en México y en toda Latinoamérica. La
realidad es que España no solo debe pedir perdón, también debe indemnizar a los
pueblos originarios de toda Nuestra América.
La
solicitud del gobierno mexicano va acompañada del compromiso del presidente de
sumarse a esa solicitud de perdón añadiendo a la cuenta histórica del agravio
los años que han transcurrido desde la independencia y en los cuales la
opresión a los pueblos originarios no terminó, sino que encontró nuevas formas
para reproducirse y justificarse. El planteamiento del gobierno mexicano es que
al cumplirse quinientos años de la caída de Tenochtitlán y doscientos de
independencia de México en el 2021, se efectúe un acto o ceremonia que
reivindique a los pueblos originarios con el reconocimiento por parte de
España, la Iglesia Católica y el propio gobierno mexicano de los daños que
hasta le fecha se han causado, una idea que en sí resulta relevante y necesaria
de discutir por la sociedad mexicana y latinoamericana, una propuesta que ya ha
comenzado a generar reacciones y debe conducirnos a una amplio análisis para
sentar las bases de ese desagravio o quedará en mera simulación política, esto
último está aún por verse.
En
contraposición a la solicitud los partidarios de la nostalgia
colonial (conscientes o no) reproducen viejos eslogan convenientes al neocolonialismo
que mantiene en la conciencia del pueblo mexicano el sometimiento sufrido
durante el genocidio más grande la de historia humana. En realidad, dicho
genocidio continúa hasta la fecha, los pueblos originarios no son aún
reconocidos en plenitud con todos sus derechos y con todos sus rasgos
culturales, la constante contradicción entre el capitalismo, modernidad y
comunidades originarias se manifiesta en el despojo, el racismo y la exclusión
que sufren cotidianamente. El propio gobierno mexicano si pretende una
verdadera solicitud de perdón tendrá que repensar su relación con los pueblos
originarios y favorecer su real reconocimiento como sujetos de derecho en las
leyes y en los hechos, eso también pasa por la necesaria revisión de los
mega-proyectos que han enfrentado a las comunidades con los planes de
desarrollo del actual gobierno, una solicitud de perdón y desagravio requiere
un diálogo plural con todos los actores en cuestión, los movimientos populares,
sociales y comunales entre los que se encuentran los pueblos que ejercen ya su
autodeterminación y desde luego el movimiento zapatista. Un acto de desagravio
categórico es construir “un mundo donde quepan todos los mundos”.
A
nadie sorprende la respuesta del Pontífice ni del rey de España, ambos son
representantes de instituciones y gobiernos con una larga tradición de
opresión, ¿o acaso los críticos de las cartas olvidan que las monarquías fueron
derrotadas y cuestionadas por ser sistemas de gobierno claramente
antidemocráticos y autoritarios? ¿Se olvidaron aquellos que se mofan de la
opresión ejercida hasta la fecha sobre los pueblos originarios a nombre de la
religión o incluso a sectores sociales como la mujer cuya opresión patriarcal
se consolidó durante la época colonial? Resulta relevante observar como las
reacciones más álgidas en contra de la solicitud del presidente mexicano
terminan ocultando el hecho mismo de la continuidad del colonialismo, se les
olvida que uno de los países participes del saqueo realizado en México durante
las últimas décadas de neoliberalismo ha sido justamente España, se niega
además la forma en que la Iglesia católica mantiene una oleada
ultraconservadora contra las reivindicaciones de la diversidad en todos sus
sentidos humanos. Lo anacrónico es la existencia de monarquías y la continuidad
del poder de la Iglesia por encima de la dignidad humana. La solicitud para que
se pida perdón es la puerta para el respeto de la dignidad de los pueblos, es
el hecho de que nuestra nación no puede ni tiene por qué seguir sometida a los
intereses neocoloniales de las viejas potencias europeas, mucho menos, en un
contexto latinoamericano tan álgido por la revitalización de las agresiones
imperialistas de los Estados Unidos. Las cartas corresponden en suma a la
exigencia de respeto pleno para nuestra nación.
El
desagravio también tiene que incluir una revisión de la historia que se enseña
en las aulas mexicanas y latinoamericanas, la construcción del perdón debe
cimentarse en la toma real de conciencia del valor y la importancia de los
pueblos originarios en términos históricos como actuales, México y toda Nuestra
América requiere la enseñanza de su historia a partir de sí mismos, romper las
formas neocoloniales de dominación cultural que mantienen los currículos
escolares y las mentes colonizadas y que reproducen valores, ideas y prejuicios
insertados de la mano con la espada y la biblia. Todos los símbolos coloniales
que se mantienen en las ciudades mexicanas y latinoamericanas como las estatuas
y monumentos dedicados a los conquistadores han de ceder su lugar a la
verdadera memoria de los pueblos hermanos desde su raíz más profunda, la
historia de nuestros pueblos debe florecer con la libertad plena y el
reconocimiento justo que desde siglos se les ha negado. La reivindicación será
plena o no será.
II
La
puesta en duda sobre la naturaleza del ser latinoamericano interiorizó durante
siglos la idea de inferioridad que sustentó la dominación colonial, las leyes
españolas impuestas a sus territorios colonizados en América fueron la base de
la estratificación y segregación reflejada en la traza urbana, en la
configuración del orden social y en la sobre-explotación de la fuerza de
trabajo y la riqueza natural, esas leyes que algunos historiadores e
investigadores plantean que no fueron tan opresivas, son el real fundamento del
racismo, discriminación y segregación que todavía padecemos, la lógica
explicativa del mundo que trajeron consigo los europeos y su auto-reformulación
a partir del contacto con América, hizo patente la necesidad de explicarse el
mundo a partir del suceso inicial de la historia universal, la existencia de
las culturas originarias en el territorio que hoy llamamos América Latina
rompió de manera frontal toda la concepción anterior sobre los componentes del
orbe que se tenían en Europa, siendo lo que se ha llamado América un resultado
más por el hecho de que Occidente inventó un aparato lógico-explicativo para
incluirla en el cosmos conocido, tal como lo ha explicado Edmundo O'Gorman en
su obra La invención de América (FCE
1995), pero al hacerlo negó completamente la verdadera esencia del mundo
original de los habitantes primeros de Nuestra América.
La
persecución del pensamiento filosófico y cosmogónico de los pueblos originarios
por los conquistadores a través de aparatos represivos como la Santa
Inquisición, profundizó la negación de la existencia de ese pensamiento y
contribuyó a la sobre posición hegemónica del ideal occidental-capitalista como
argumento válido para explicar el mundo, las representaciones simbólicas tanto
en el imaginario como en el patrimonio edificado siguen reproduciendo formas de
dominación que de manera inconsciente se hacen patentes en contexto específicos
y en coyunturas particulares del acontecer nacional y latinoamericano. La
propia continuidad de la celebración del llamado día de la raza es una muestra,
cuando desde tiempo atrás el concepto de raza fue superado para dar lugar a
interpretación más plurales e incluyentes. Las formas reiteradas de la
colonialidad y del eurocentrismo subyacen en el seno de las sociedades
latinoamericanas y europeas; cuando se habla de la conquista y la colonización
no se habla de lo mucho que los pueblos originarios proporcionaron a España y
otras potencias europeas, no únicamente en términos económicos, es necesario
hablar de las grandes aportaciones culturales que se dieron a raíz del
contacto. Europa se enriqueció al grado de que su propia cultura se modificó,
el eurocentrismo en el saber a negado estos hechos y ocultado para mantener las
ideas de superioridad prevalecientes en la educación y cultura, hechos que no
atañen particularmente a México, sino a toda América Latina. Todavía en la
actualidad hay quienes niegan la existencia de la filosofía latinoamericana y
su valor universal, el saber colonizado rige la producción científica en muchos
de los principales centros de investigación y universidades del mundo, la
colonia habita en la república en muy diversas formas como advirtiera José
Martí en su ensayo fundacional Nuestra
América.
Repensar
las relaciones que sostienen las naciones en el mundo pasa por el
reconocimiento pleno de los componentes históricos y presentes de cada una de
ellas; la solicitud de perdón del gobierno mexicano es también para que España
reconozca a plenitud a México, es una muestra de dignidad que busca implantar
una nueva relación entre países forjada desde la aceptación de esa historia
compartida pero desgranando sus particularidades, no como un hecho culposo,
sino como una reflexión bilateral que propicie la verdadera hermandad, si bien
los pueblos son hermanos desde mucho tiempo atrás, es innegable que continúan
en muchos sectores de la sociedad europea ideas y actitudes que muestran lo
enraizado del colonialismo haciéndolos sentirse superiores, el desprecio por
Latinoamérica es visible. En la sociedad mexicana diversas formas de esos
resabios coloniales se manifiestan en el racismo, la xenofobia y la segregación
social y étnica, el diálogo entre naciones que debe propiciarse para resarcir
la deuda histórica que la humanidad tiene con todos los pueblos del mundo, la
opresión colonial es una herida abierta, esto no es rencor acumulado ni
nostalgia histórica, es un hecho patente que se ha dejado ver con las
reacciones en torno a las cartas enviadas el pasado primero de marzo por el
presidente mexicano al rey de España y al Papa Francisco. Todas las formas de
colonialidad deben ser superadas y puestas para abajo, dando lugar a sociedades
críticas y emancipadas de dominaciones y opresiones simbólicas, conceptuales y
materiales. Reconocer los agravios es para evitar su continuidad; hablarlos,
discutirlos y ponerlos a la luz de este siglo XXI, es para que a partir de esas
evidencias históricas construyamos sociedades más justas, igualitarias y
equitativas, donde la explotación, la dominación neocolonial y la opresión
clasista dejen su lugar a la libertad, autodeterminación y soberanía de todos
los pueblos del mundo.
Integrante
del Colectivo Disyuntivas
¡Excelente análisis y exhortación!
ResponderEliminarEn mi pais el genocidio fue total. Las epidemias, la guerra, los suicidios, el.mestizaje, acabaron cin nuestro pueblo taino originario.
ResponderEliminarPero sobreviven los reatos del mismo en nuestra genética, lenguaje, cultura, psicologia y, sobre todo, nuestro sentido de identidad.