La aplicación del
recetario del Fondo Monetario Internacional (FMI) en América Latina fue la
causante del deterioro de las condiciones de vida y de trabajo de la población,
la concentración de la riqueza, la pérdida de derechos laborales, la ruina de
las pensiones jubilares, el derrumbe de los servicios públicos, el auge de la
corrupción privada y pública, la crisis institucional, el deterioro de la
democracia y la crisis política persistente.
Juan J. Paz y Miño Cepeda / Firmas
Selectas de Prensa Latina
El presidente demócrata
Franklin D. Roosevelt (1933-1945), condujo dos tipos de políticas que
consolidaron la hegemonía mundial de los EEUU: la una, interna, se conoció como
New Deal, caracterizada por un conjunto de medidas destinadas a superar la
grave crisis económica (1929/1933) iniciada con el derrumbe de la Bolsa de
Valores de New York. Durante los primeros “cien días” del New Deal, la
depresión empezó a ser abatida, gracias al enfoque social de las medidas
adoptadas, que cuestionaron la visión ortodoxa de la economía liberal clásica.
El New Deal, en efecto,
se ocupó de los trabajadores, elevó impuestos, introdujo el de las rentas, creó
la seguridad social, pensiones para ancianos y desocupados, fomentó el empleo
público y la participación del Estado en la economía. Roosevelt también afirmó
la democracia norteamericana y sus éxitos le valieron tres reelecciones.
La otra política,
externa, completó la superación del tradicional aislacionismo norteamericano,
pues Roosevelt intervino durante la Segunda Guerra Mundial (1939/1945) junto a
los aliados para derrotar a las potencias del Eje encabezadas por Alemania e
impulsó una nueva configuración del mundo basada en la cooperación global de
las naciones.
Todavía en vida, el
presidente Roosevelt también tuvo decidido empeño en crear una organización
económica internacional, para lo cual fueron invitados diversos países del
mundo a la “Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas”, que se
realizó en Bretton Woods (New Hampshire, Estados Unidos), a partir del 1º. de
julio de 1944. La Sesión Plenaria de clausura se realizó el 22 de julio de
1944, quedando redactados dos instrumentos: Acuerdo sobre creación del Fondo
Monetario Internacional (FMI), y Acuerdo sobre el Banco Internacional de
Reconstrucción y Fomento (BIRF).
Los fines establecidos
por el Acuerdo constitutivo del FMI fueron:
- Promover la
cooperación monetaria internacional;
- Facilitar la expansión
y el desarrollo equilibrado del comercio internacional, a fin de contribuir al
fomento y mantenimiento de altos niveles de empleo e ingresos reales y al
desarrollo de las fuentes productivas de todos los países participantes;
- Promover la
estabilidad del cambio;
- Ayudar a establecer
un sistema de pagos multiláteros y a eliminar restricciones del cambio sobre el
exterior que obstaculicen el desarrollo del comercio mundial;
- Confianza entre los
países participantes, poniendo a su disposición los recursos del Fondo bajo
garantías adecuadas, a fin de corregir desajustes en su balanza de pagos;
- Acortar la duración y
disminuir el grado del desequilibrio entre las balanzas de pago
internacionales.
Desde su creación, el
FMI tuvo una relación insignificante con América Latina; pero la región conoció
bien a esta institución a partir de la década de 1980. El sobreendeudamiento de
los diversos países con bancos privados y a tasas bajas de interés (en promedio
el 5%), estalló en 1982 cuando México declaró su imposibilidad para pagar la
deuda externa, cuyos intereses fluctuaban ahora entre el 15% y el 20%. A México
siguieron los otros países. Entonces la banca transnacional acudió al FMI, que
pasó a ser su intermediario con los gobiernos, para asegurar el pago de los
créditos y la provisión de nuevos préstamos siempre que se cumpliera con
estrictos programas de ajuste especificados en las famosas “Cartas de
intención”.
En esencia, tales
Cartas introdujeron el neoliberalismo en América Latina, en una era de “aperturismo”
iniciada por el presidente norteamericano (republicano) Ronald Reagan
(1981-1989), quien abandonó toda herencia del New Deal. La globalización
neoliberal también triunfó por el derrumbe del bloque socialista.
Con el FMI, los países
latinoamericanos fueron obligados a liberar mercados internos y externos,
suprimir controles de precios de productos básicos, liberar tasas de interés y
tipos de cambio, elevar precios de los servicios públicos, incrementar precios
de los combustibles, suprimir subsidios, disminuir y hasta eliminar impuestos
que estorben a las empresas, achicar el gasto público y equilibrar las cuentas
fiscales, privatizar empresas estatales, balancear los distintos índices de la
economía, flexibilizar las relaciones laborales.
El recetario
fondomonetarista finalmente quedó expresado en el Consenso de Washington (WC,
1989), con un decálogo de medidas para solucionar las economías de los países
latinoamericanos. La aplicación de ese recetario en América Latina fue la
causante del deterioro de las condiciones de vida y de trabajo de la población,
la concentración de la riqueza, la pérdida de derechos laborales, la ruina de
las pensiones jubilares, el derrumbe de los servicios públicos, el auge de la
corrupción privada y pública, la crisis institucional, el deterioro de la
democracia y la crisis política persistente.
Durante las décadas
finales del siglo XX y los inicios del XXI predominaron los programas
neoliberales, fondomonetaristas, del WC. Fue un ciclo beneficioso para las
transnacionales y para las burguesías de la región, pero grave para las
sociedades latinoamericanas. Existen suficientes estudios que así lo
demuestran.
Ese ciclo neoliberal
fue cortado por el de los gobiernos progresistas, democráticos y de nueva
izquierda, que adoptaron otros modelos de desarrollo y de políticas económicas
y sociales.
Entre 1983-2003 Ecuador
firmó 16 Cartas de intención con el FMI. De modo que la democracia
representativa ganada con el inicio de los gobiernos constitucionales en 1979
después de una década de dictaduras militares, fue frustrada por la debacle
social y política ocasionada por el modelo empresarial inspirado en el
neoliberalismo y fiel a las recetas del FMI.
Con el gobierno de
Rafael Correa (2007-2017) Ecuador apartó al FMI de la injerencia económica. En
contraste, el gobierno de Lenín Moreno, subordinado a los intereses de las
elites empresariales del país, revive el interés por el FMI y sus ministros
económicos anuncian la posibilidad de concluir un arreglo con esta institución.
Como se ve, no ha
importado la historia económica pasada. Ni siquiera la nefasta experiencia
actual del FMI en Argentina. Simplemente hay que cumplir con las consignas
empresariales. Así es que Ecuador se prepara para el retorno del FMI.
Excelente análisis , venceremos la traición de Moreno.
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