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sábado, 24 de agosto de 2019

Argentina: De mal en peor

Luego de la aplastante derrota del 11 de agosto, el gobierno más desconcertado que nunca, enceguecido por lo sucedido, se ha sumido en una serie de medidas urgentes que, improvisadas, han logrado poner en contra gran parte de la sociedad a la que estaban dirigidas. 

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina

Desde eliminar el IVA a los productos de primera necesidad hasta frenar los aumentos de precios a los combustibles, en una economía dolarizada, sólo han puesto a los diferentes sectores involucrados en pie de guerra. Desde los protagonistas de las diversas etapas de la cadena de valor de los productos, hasta las empresas petroleras que tienen un precio de combustible preestablecido, hasta los gobernadores provinciales que ven disminuida su coparticipación federal. Todo conforma un cuadro convulsivo al que la sociedad, la oposición y el resto de los candidatos obliga a poner paños de agua tibia.

Calmar toda esa turbulencia a través del cambio del ministro Nicolás Dujovne, ministro altamente beneficiado por sus medidas y que, hasta se dio el lujo de renunciar por carta y no estar presente en su relevo, no resulta para nada convincente. El nuevo funcionario a cargo de Hacienda desde el martes, Hernán Lacunza, quien venía desempeñándose en similares actividades en la provincia de Buenos Aires, retoma la gestión con idénticas políticas; más de lo mismo para que todo siga igual.

Sin embargo, nada es igual desde las PASO ni de un lado ni de otro. El presidente y candidato de Juntos por el Cambio está más solo que nunca. La gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal a sabiendas de su derrota, se replegó sobre su territorio para poder rescatar parte del PRO de Buenos Aires para un futuro más propicio, teniendo en cuenta que esa provincia favoreció ampliamente al candidato del Frente de Todos, Axel Kicillof.

Enrique Rodríguez Larreta, actual jefe de la CABA que, si bien ganó por pocos puntos, también toma distancia del gobierno nacional para poder mantenerse en el cargo.

Los gobernadores radicales que perdieron en sus provincias: Morales en Jujuy y Alfredo Cornejo de Mendoza, por su parte intentan separarse para no perder posiciones en las de setiembre (Mendoza) y generales de octubre.

Pero no solo sucede a nivel interno, también los funcionarios del FMI que tenían prevista una visita para esta semana, deciden dejar el viaje en suspenso hasta que esté más claro el panorama.

Entonces, se presenta un escenario de gobernabilidad similar a la debilidad expuesta por el gobierno de Raúl Alfonsín en 1989, quien tiene que anticipar su salida frente al candidato justicialista Carlos Menem ganador de las elecciones de entonces.

Sabemos que nada es igual, que todo es diferente, pero hay bajo la trama particular de ambos momentos históricos, sutiles líneas que perviven.

En el caso de Alfonsín, fue cercado por los grupos económicos surgidos y fortalecidos por la dictadura cívico militar, uno de cuyos emergentes era el del padre del actual presidente. Sabemos de la traición del riojano al unirse a la derecha a través del Capitán ingeniero Álvaro Alsogaray y la impronta del Consenso de Washington, cuyo decálogo fue seguido a pie juntillas, junto con las relaciones carnales con los EEUU.

El presidente Macri el primer gesto que tuvo hacia el país del norte, fue el recibimiento de su par, Barak Obama, a quien le dijo que se sintiera como en su casa, hecho por él ya sabido y asegurado in situ por el entonces, flamante presidente.

Todas las acciones emprendidas desde entonces, desde pagar a los fondos buitres, levantar el cepo cambiario, dolarizar las tarifas y el endeudamiento con el FMI lo expusieron como un personaje subalterno, reconocido adulador de Donald Trump y de  Christine Lagarde la ex titular y menospreciado por las actuales autoridades.

No hablemos de las personas en sí porque distan años luz entre ambos mandatarios. Focalicémonos en las condiciones de gobernabilidad. Luego del importante proceso inflacionario que acompañó la salida de Raúl Alfonsín, no tenía credibilidad frente a los empresarios ni a las organizaciones obreras que presionaban por la falta de poder adquisitivo de los salarios. Gran parte del movimiento obrero, decididamente peronista, confiaba en la llegada de Menem para cumplir con la promesa del “salariazo” y “la revolución productiva”. Mandatos que luego de asumir, no cumplió. Es más, Menem confesó que si hubiera dicho lo que iba a hacer después, nadie lo votaba. En condiciones tan precarias, Alfonsín decidió salir del gobierno para facilitar las cosas al nuevo gobierno.

Se podría mencionar también el paso al costado que da Menem en 2003 y evita ir a segunda vuelta, dando lugar a que Néstor Kirchner llegara al gobierno con un 22% de los votos obtenidos. Gestos y señales, debilidades y grandezas que parecen ausentes o lejanos en la actualidad.

Hoy la gobernabilidad está dada por la falta de credibilidad que ostenta el presidente y su equipo de gobierno tanto al interior como al exterior del país. En principio, porque lo primero que piensa el hombre de a pie es que las medidas tomadas la semana pasada las hubiera tomado antes, sin llegar a este forzado extremo. No escuchó el clamor popular.

Puertas afuera, advierten falta muñeca e idoneidad para enfrentar los serios problemas económicos ante las autoridades del Fondo Monetario que ha mandado recursos para costear su campaña y que tienen que venir otros millones de dólares antes de las elecciones. Frente a la recesión y la trepada inflacionaria, está en un callejón sin salida.

Por otro lado, el presidente insiste en apretar filas para conseguir revertir el voto castigo en las próximas elecciones. Hace reuniones cada vez más pequeñas, como si sus aliados naturales quisieran dejarlo solo. Insiste en personajes desgastados como Marcos Peña o Elisa Carrió.

Además, su insensibilidad es tan evidente que, el mismo día que pierde las PASO, sale corriendo a ver el partido en que Boca pierde por penales contra Almagro, como si el castigo de la derrota formara parte de una venganza de los dioses. Como en momentos aciagos como ahora, recibe al Puma Rodríguez en Olivos para compartir halagos o criticar juntos a Venezuela. Gestos neronianos si se quiere.

Pero además, hay otro síntoma de que el momento se ha agotado, gran cantidad de periodistas oficialistas han comenzado a darse vuelta como panqueques. Todos aquellos que antes de las elecciones favorecían al oficialismo, de golpe y porrazo advierten que la sociedad tiene razón al reaccionar contra la injusta situación. Parece mentira, pero es parte de lo cambiante de la situación que se vive. Las ratas son las primeras en abandonar el barco que se hunde.

Junto con ello, comienza a ponerse de manifiesto la tremenda podredumbre que ha corroído las instituciones y ha puesto en riesgo la tranquilidad y seguridad de la gente, hoy más que nunca se advierte hasta qué grado de deterioro se ha llegado y afectado la convivencia social con un modelo represivo similar a épocas dictatoriales. En estos días y ante la vista de muchas personas, policías han matado a dos personas, los ejecutaron así nomás. Lo grave de esto, fue que la ministra de Seguridad Bullrich apoyó el accionar, sobre todo tratándose de dos casos en que una no ofreció resistencia y lo derrumbaron de un puntapié en el pecho que le causó un traumatismo en la cabeza que le dio muerte y en el otro, un hombre de 70 años, que padecía demencia senil y fue ultimado por personal de seguridad de un supermercado por robar un queso y un chocolate.

Hace años que se instaló este clima represivo en las fuerzas de seguridad, similar al odio inoculado por los medios a los efectos de generar una guerra entre pobres, producto de la manipulación que impusieron a las actuales circunstancias. Manipulación mediática de la que no estuvo ausente el complejo y omnisciente aparato judicial que acompaña estos procesos. Por el contrario, fue permeable a las presiones políticas, apartándose de principios jurídicos universalmente aceptados, como el de presunción de inocencia. Pretexto para encarcelar a ex funcionarios, dirigentes sociales y empresarios de la vereda de enfrente.

El amplio entramado de organizaciones sindicales, sociales y políticas que compone el Frente de Todos es consciente de sostener los plazos democráticos y que un presidente no peronista entregue el mandato en término. Alberto Fernández, amplio ganador del proceso eleccionario, no se cansa de exponer, dialogar y de llevar tranquilidad a todos con su palabra. De asegurar la puesta en marcha de la economía del país para llevar felicidad a sus habitantes e incluso, planificar fortalecido, las condiciones del pago de la deuda contraída con el FMI.

La dignidad y grandeza de sopesar las posibilidades de gobernabilidad son, justamente de las actuales autoridades quienes, más que nadie son responsables de llevar a buen puerto la nave sin que los sufridos pasajeros aumenten su angustia, es decir, no vayan de mal en peor.

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