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sábado, 17 de agosto de 2019

Argentina: una lección para las izquierdas

Cristina Fernández le ha dado una clara y contundente lección a las izquierdas de América Latina y más allá: sin flexibilidad ni unidad no vamos a ninguna parte. Con ellas, tenemos grandes posibilidades por delante.

Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica

Alberto y Cristina Fernández, fórmula
presidencial del Frente de Todos.
Ahí están los españoles, al otro lado del océano, empantanados sin que logren armar gobierno, entre dimes y diretes, cada vez con más resquemores entre el PSOE y Unidas Podemos, mientras la derecha no vacila en armar alianzas en donde entra hasta el fascismo de Vox. Y traemos a colación a los españoles como podemos traer muchos otros, en donde pesan egos y miopías para conformar amplios y potentes movimientos que terminen de desplazar, de una vez por todas, a quienes siguen montados en el carro del gobierno con ese cinismo del que Macri es tan preclaro representante.

Ahora nos alborozamos con la victoria argentina, pero cuántos preveían que Cristina, en la cúspide de su popularidad política, iba a hacer esa magistral jugada de dar un paso al costado para posibilitar ampliar la base de apoyo en la que hoy se sustenta el triunfo obtenido en las PASO.

Lo mismo podemos decir de México, y la misma lección tenemos que extraer. Las alianzas no deben ser ni siquiera en el estrecho círculo de quienes se consideran izquierda-izquierda, de quienes se golpean el pecho, se mueven al son de las consignas revolucionarias y ven sobre el hombro a todo aquel que no se queda atascado en el rincón de los vocingleros.

Según estas posiciones, la única posibilidad de tener algun vez acceso al poder es la concientización de las masas, educarlas para que dejen de ser bobas y de votar en contra de sus propios intereses, o esperar a que las condiciones objetivas empeoren para que el estallido social sea inevitable.

Quien siempre la tiene clara es la derecha: ahí están en México serruchándole el piso a López Obrador, tratando de no dejarle resquicio para que respire, confabulándose con sus socios internacionales; y en Argentina, presintiendo los pasos de animal grande que se aproximan, haciendo maromas financieras y cambiarias sin ningún escrúpulo.

A la derecha no le importa qué se llevan por delante con tal de poner a salvo del vendaval sus intereses. Pueden salir con rostro de cariacontecidos trasnochados como hizo Macri en la Argentina, o burlarse de todo el mundo, tirar escupitajos y maldecir como hace Donald Trump en los Estados Unidos.

La izquierda no, ella corta pelos en el aire, se rasga las vestiduras, saca libros de anaqueles, hace citas y al final decide que mejor sola que mal acompañada, entra al ruedo, es aniquilada y  vuelven a arrastrar su cadáver dando vueltas al redondel mientras el público aplaude.

Por eso llegan los que llegan al gobierno. Los vemos y no lo podemos creer, pero saben hacer las cosas indispensables para ganarse a la gente, para que los voten, a pesar de que son todo lo contrario de lo que necesitan.

Esas son las reglas y saben jugar con ellas. Así que lo que Cristina nos ha mostrado brillantemente es que la izquierda también puede hacerlo bien, aún jugando con el viento en contra, la cancha embarrialada y el árbitro en contra.

A ver si vamos aprendiendo.

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