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sábado, 19 de octubre de 2019

Guatemala: trabajando arduamente para Mario Vargas Llosa

El escritor peruano Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura, acaba de publicar una novela inspirada en los acontecimientos que, en 1954, dieron al traste en Guatemala con el gobierno democrático de Jacobo Árbenz Guzmán: “Tiempos recios”.

Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA- Costa Rica

El relato de Vargas Llosa lleva de la mano al lector por los laberintos de una conspiración nacida de las entrañas de la compañía transnacional bananera United Fruit Company, la CIA y la atrasada oligarquía guatemalteca, que no pudieron tolerar las más mínimas reformas democráticas que permitieran modernizar al país, entre ellas una reforma agraria que no hacía sino expropiar, con compensación económica, tierras ociosas que las masas indígenas y campesinas necesitaban entonces –y necesitan aún ahora- para acceder a un mínimo de recursos para producir y subsistir.

La historia que nos cuenta Vargas Llosa con algunos ecos que nos recuerdan pasajes de El señor presidente del también Nobel Miguel Ángel Asturias, otra novela inspirada en los oscuros tejemanejes que se suceden en la política guatemalteca signada por la arbitrariedad y el autoritarismo, no es una historia más de las decenas de conspiraciones y golpes de Estado que suceden en América Latina. Este golpe de Estado dejó profundas huellas no solo para Guatemala, que hasta la fecha no logra salir del círculo infernal en la que quedó encerrada, sino para todo el continente, puesto que estableció un modelo de respuesta norteamericana a las veleidades autonomistas de sus vecinos del sur, tal como evidenció Susan Jonas en su libro Guatemala, plan piloto para el continente.

Decir lo que dice el escritor peruano en este libro le ha costado a muchos ser catalogados de comunistas, y a más de uno la vida misma. Se trata de una realidad que si no fuera tan trágica podría decirse que tiene ribetes surrealistas, dominada por personajes que combinan la estulticia y la ignorancia, y que aún en nuestros días siguen trabajando arduamente para que el escritor peruano tenga material fresco para su próxima novela.

Lo hacen a marchas forzadas, echando a volar su imaginación y casi atropelladamente porque saben que el escritor tiene ya 83 años y a lo mejor ya no tiene mucho tiempo para hacer el recuento de los disparates que se les ocurren a sus cabecitas calenturientas.

Puesto en esos trances, el presidente electo del país, Alejandro Gianmmattei, quien tomará posesión del cargo el próximo enero, se embarcó en una aventura digna de película hollywoodense categoría “c”: intentó entrar a la República Bolivariana de Venezuela “de incógnito”, usando un pasaporte en el que se consigna su nacionalidad italiana y no la guatemalteca, con vistas a entrevistarse con el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, el autonombrado Juan Guaidó, para –dice él- invitarlo a su toma de posesión.

Para vergüenza de todos los guatemaltecos, ahí están las fotos del presidente electo aislado en algún lugar de aeropuerto internacional Simón Bolívar, con un maletincito agarrado con su mano derecha y cara de desvalido, como si se hubiera ido de mojado hacia el Norte y la “migra” lo hubiera agarrado in fraganti.

Se trata de un hecho grave que pudo haber traído mayores consecuencias, y solo porque las autoridades venezolanas fueron magnánimas el cuento ha salido barato. Alguien que ha sido designado, aunque sea por una mínima parte de la población, para ostentar el cargo de presidente de un país, no puede ir por el mundo haciendo ridiculeces de esa magnitud.

Estamos viviendo una época en el que la estupidez y el cinismo parecen prevalecer en las élites gobernantes en el mundo entero. Las guatemaltecas hacen lo posible por posicionarse a la vanguardia.  

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