La acción terrorista de Estados
Unidos del 3 de enero solo fue apoyada por Israel, Gran Bretaña, Alemania,
Brasil y la ultra derecha fascista mundial. Esta vez no funcionó el “o están
con ellos o están con nosotros” que le permitió a Bush instalar
transitoriamente un mundo unipolar en 2001. Si el objetivo era generar apoyo
mundial a Estados Unidos, eso no se logró.
Sergio Rodríguez
Gelfenstein / Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela
En el siglo VI antes de Cristo, específicamente durante en
el año 550 (un poco más de 2.300 años antes que surgiera Estados Unidos) Ciro
II el Grande, quien había unificado a los persas conquistó Babilonia, Siria,
Irak y parte del Asia Menor. Una de las características de su gobierno fue
tratar a los países sometidos con respeto a sus costumbres y tradiciones y
hasta con magnanimidad, generando un concepto novedoso en la antigüedad. Su
hijo Cambises II continuó su labor tomando Egipto y creando el mayor imperio
conocido en la región en toda la historia.
Mucho más recientemente, durante la penúltima década del
siglo pasado Irán derrotó a Irak tras una guerra de 8 años a pesar que Saddam
Hussein recibió el apoyo financiero, militar y político de Occidente en el afán
de destruir la revolución islámica.
Sólo Donald Trump con su ignorancia y arrogancia habitual
puede justificar la barbarie cometida diciendo que “Irán nunca ganó una guerra,
pero nunca perdió una negociación".
Eso nos lleva a pensar que cuando intentamos buscar una
explicación a los hechos ocurridos a partir del 3 de enero cuando Estados
Unidos asesinó en territorio iraquí al general Soleimani se debe partir
necesariamente de aceptar que mientras en las decisiones políticas prime la
ignorancia, resultará difícil por no decir imposible recurrir a un análisis
racional que determine causas de tales acontecimientos.
Cuando no hay causas racionales, solo la prepotencia
imperial y -en este caso- el afán de Donald Trump de relegirse en la
presidencia de Estados Unidos recurriendo para ello a cualquier método, podría
arrojar una explicación que entregue instrumentos para entender por que se
pretende llevar al mundo a la guerra permanente, destruir el sistema
internacional, echar abajo todo lo avanzado por la humanidad para lograr una
convivencia pacífica a través de un cuerpo de normas incluidas en el derecho
internacional y que haga suponer que la utilización de la fuerza, la amenaza,
el chantaje, la prepotencia y la guerra deben ser los instrumentos a través de
los cuales se establezcan las relaciones entre las naciones y los pueblos en el
planeta.
Pero inclusive cualquiera podría preguntarse si los
designios que se propuso Estados Unidos fueron obtenidos. La contundente
respuesta es no. Se produjo todo lo contrario, consiguieron propósitos que
habían sido imposibles lograr en el pasado.
Lo primero es que el Ayatola Ali Jamenei, líder supremo de
Irán se demoró menos de 12 horas en nombrar al general de brigada Esmail Qaani
como sucesor de Soleimani, dando cuenta de la existencia de una fuerza militar
estructurada a partir de un liderazgo compartido a través del cual los caídos
pueden ser rápidamente sustituidos sin que se creen contratiempos ni
alteraciones en el mando. Jamenei además expuso un alto contenido simbólico al
expresar en el decreto de nombramiento: "Traspaso el comando de la Fuerza
Quds al mayor general Esmail Qaani”. Es decir, fue una transferencia del mando
o, dicho en otras palabras, dio a entender claramente la continuidad en la
conducción de la Fuerza. Si el objetivo
era “descabezar” a “Al Quds”, el mismo no fue logrado.
De otra parte, las declaraciones de Trump y Pompeo exponen
un total desconocimiento del islam y de la relación que tienen los musulmanes
con la muerte a diferencia de Occidente. Muchos menos del martirologio como la
expresión más alta y el deseo supremo de todo musulmán para finalizar su vida.
Lo dijo el secretario General de Hezbola Hassan Nasrallah:
“Soleimani, quien ha visto cumplirse sus esperanzas y cuyos últimos deseos se
le han otorgado, recibió la honorable medalla de martirio para convertirse con
mérito en el maestro de mártires del Eje de la Resistencia”. Agregando
posteriormente: “Así es como vemos la escena y la situación. En cuanto a
nosotros, que nos quedamos detrás de él, seguiremos su camino, trabajaremos día
y noche para lograr sus objetivos y llevaremos su estandarte en todas los
campos y frentes. Con la bendición de su sangre pura, las victorias del Eje de
Resistencia se amplificarán aún más del mismo modo que este se vio fortalecido
por su presencia continua y su lucha implacable”. Si el objetivo era suprimir
una figura descollante en la lucha contra el terrorismo, la respuesta señala lo
opuesto, su presencia estará activa en la lucha de los pueblos de la región por
sacudirse la opresión imperial.
En esa lógica, si se trataba de insuflar miedo en
el pueblo iraní para que retiraran su apoyo al gobierno y a la república
islámica vale decir que millones de ciudadanos salieron
a las calles para pedir venganza por el asesinato del general Soleimani. En
muchas ciudades de todo el país el pueblo persa mostró su determinación
de vengar al general Soleimani, cerrando las oraciones
alabando a Heydar calificativo de Alí Bin Abi Taleb, yerno del profeta Mahoma y
símbolo principal de los chiíes. No logaron amedrentar ni aterrorizar. El
efecto fue contrario, generando unidad y pasión nacional.
Pero además, como resultado colindante del ataque se debe
resaltar la unanimidad no existente en el pasado para que las fuerzas políticas
de Irak decidieran la inmediata salida de las fuerzas militares extranjera del
territorio de su país. Si el objetivo era atraerse el apoyo de un sector de la
opinión pública iraquí contra Irán, no lo lograron.
Tras el ataque del 3 de enero los dirigentes del partido demócrata de
estados Unidos reaccionaron con vehemencia en contra de la decisión de Trump.
Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes denunció que la acción
era ilegal porque en el marco de la Constitución de Estados Unidos debió haber
recibido aprobación del Congreso. Así mismo, todos los pre candidatos
demócratas, desde Bernie Sanders hasta Joe Biden criticaron la acción bélica
alegando que era una provocación Este último aseveró que: "La declaración de la administración dice que el objetivo fue
disuadir futuros ataques de Irán, pero esta acción casi seguramente tendrá el
efecto opuesto", advirtiendo que Teherán "seguramente
responderá", como efectivamente ocurrió. Si el objetivo era dividir a los
demócratas atrayendo a un sector del mismo y generar unidad nacional, eso no
ocurrió.
La acción terrorista de Estados Unidos del
3 de enero solo fue apoyada por Israel, Gran Bretaña, Alemania, Brasil y la
ultra derecha fascista mundial. Esta vez no funcionó el “o están con ellos o
están con nosotros” que le permitió a Bush instalar transitoriamente un mundo
unipolar en 2001. Si el objetivo era generar apoyo mundial a Estados Unidos,
eso no se logró.
De manera inmediata a la acción, el
gobierno de Israel convoco a su Consejo de Seguridad Nacional, y puso a su
ejército en estado de máxima alerta, no antes de la acción, sino después que
ella fue realizada, informando de inmediato y con terror a su opinión pública
que no estaban tras el evento, aunque le dieron su apoyo. En este caso, si bien
Trump logró el objetivo de pulsar positivamente la lealtad ilimitada de Israel,
este pudo constatar que ante una acción de tal magnitud Washington no se siente
obligado a informarle por lo que, si hubiera habido una respuesta inmediata
contra objetivos israelíes, estos debían valerse por sí mismos. En el ajedrez
del Medio Oriente, Israel debe haber entendido que es peón, no rey. Si el
objetivo era generar tranquilidad en su principal aliado, el mismo no fue
cumplido.
En ese mismo ámbito el
terror forjado entre os aliados de Estados Unidos, la actitud de Arabia Saudí y
los Emiratos Árabes Unidos es patética. En ese ámbito, David Byman investigador
del Centro de Política Estadounidense en Oriente Medio del Brookings Institute
y profesor de la Universidad de Georgetown, conocido por su profundo
sentimiento anti iraní lamentó “la falta de aliados de Estados Unidos en estos
momentos, salvo quizás Arabia Saudí, aunque tanto esta última como los Emiratos
están ya pidiendo una desescalada” Si el objetivo fue cohesionar sus fuerzas,
esto no fue posible.
Rusia y China reaccionaron de inmediato
rechazando la acción, posesionándose aún más en contra de la utilización de la
intimidación y la fuerza en las relaciones internacionales. Así mismo, ambas
potencias decidieron asumir un papel más activo en la lucha por la contención
de las acciones terroristas y a favor de la paz. Si el objetivo era sacar
provecho del ataque, mandando una señal de fuerza a sus enemigos estratégicos,
ese objetivo tampoco se cumplió. Sin
poder afirmar si tal visita estaba planificada de antemano, es menester reconocer
la presencia del presidente Putin en Siria y Turquía tan solo dos días después
del asesinato de Soleimani. Cierta racionalidad que era fácilmente
comprensible, podría haber indicado que el presidente ruso suspendiera tales
visitas, sin embargo, no lo hizo, enviando así una fuerte señal, al estar en
persona en el lugar de los acontecimientos.
Por supuesto que tenía que haber una
respuesta, pero quienes esperaban bombas en las capitales europeas y misiles
lanzados sin control contra objetivos civiles de los países cercanos, deberían
saber que contrario a lo que habitualmente se afirma (y que los medios de
comunicación se han encargado de sembrar) hay que decir que Irán tiene una
larga tradición de racionalidad en su política exterior.
Actúa a partir de sus objetivos
estratégicos que no serán abandonados. Ante una acción militar, la respuesta ha
sido militar, dirigida a blancos precisos muy bien seleccionados. Su venganza
fue demostrar que Estados Unidos no es intocable como pregona Trump. Desde Pearl
Harbor en 1941, nunca (salvo incursiones de los vietnamitas en su guerra de
liberación) una base militar de Estados Unidos había sido atacada directamente
en una acción reivindicada oficialmente por otro Estado. Si el objetivo era
mostrar poder y supremacía, el objetivo no fue logrado. Ha quedado claro que
las fuerzas armadas de Estados Unidos pueden ser golpeadas en su propia
madriguera, causado el temor de ellas y de sus aliados y la moralización de
Irán y de los combatientes del eje de la resistencia.
Cuando se hizo evidente que Irán respondería, asomó el
terror por un lado y la hipocresía por otro. Alemania que apoyó
irrestrictamente a Estados Unidos, después de manera vergonzosa, (como viene
siendo la tónica de Europa en los asuntos internacionales) llamó a Teherán a
actuar con moderación en su respuesta.
El ministro de Relaciones Exteriores alemán, Heiko Maas,
afirmó que buscaría conversaciones con Irán para tratar de reducir las
tensiones y “hacer todo lo posible para contrarrestar una nueva escalada de la situación:
en las Naciones Unidas, la Unión Europea y en el diálogo con nuestros socios en
la región, incluso en conversaciones con Irán". Afirmó con miedo contenido
que cualquier provocación ahora podría conducir a una espiral incontrolable de violencia,
con consecuencias imprevisibles para toda la región y también para nuestra
seguridad en Europa".
Asimismo el antes
mencionado profesor Byman opinó a este respecto que esperaba que en cualquier
caso Irán no permitiera “que estos ataques se salgan de control de tal forma
que Estados Unidos [no] se vea obligado a movilizar sus fuerzas e ir
directamente a una gran guerra que Trump siempre ha temido”. ¿Quién está
asustado, Irán o los aliados de Estados Unidos? No cumplido.
El propio asesor de
seguridad nacional de la Casa Blanca, Robert O'Brien, dijo que cualquier
represalia iraní en respuesta al asesinato de Soleimani por parte de
Estados Unidos sería una "decisión muy mala", manifestado la
esperanza de que Estados Unidos mantenga buenas relaciones con Irak tras el ataque realizado en su territorio.
En el colmo de la
desfachatez, Estados Unidos envió a través de Suiza y de Catar por separado un
mensaje oficial solicitando “que el tamaño de la respuesta iraní no exceda el
límite de venganza solo por Soleimani”. Si el objetivo era causar temor en
Irán, pareciera que el temor está del lado de los atacantes. Tampoco fue
cumplido.
Estados Unidos se
enfrenta ahora a la posibilidad de escalamiento del conflicto. Eso incluye la
posibilidad de cierre del Estrecho de Ormuz paralizando todo el comercio
marítimo de petróleo del Golfo Pérsico, provocando una debacle económica
mundial de la que no saldría bien parado. Si el atentado terrorista tenía la
intención de mandar un mensaje a la OPEP, tampoco se cumplió, los precios del
petróleo comenzaron a subir como antecedente de un desastre mayor que podría
ocurrir, Vale agregar el desplome de las bolsas en todo el mundo, causando
zozobra e incertidumbre en los mercados y en los pronósticos de la economía
mundial.
Trump afirmó que el
asesinato de Soleimani se proponía alcanzar la paz en la región y detener una
guerra. ¿Por qué entonces todas sus declaraciones posteriores han sido
encaminadas a seguir amenazando y escalando el conflicto? Si se trataba de
alcanzar la paz y la tranquilidad, ¿por qué Estados Unidos ordenó a sus
ciudadanos abandonar Bagdad? ¿Por qué cerró su consulado en esa ciudad? ¿Por
qué se suspendió el vuelo de aeronaves civiles sobre el Golfo Pérsico? ¿Por qué
la selección de futbol de Estados Unidos suspendió sus entrenamientos en Catar?
¿Por qué la OTAN ha anunciado el retiro de parte de sus tropas de la región?
Objetivo no cumplido, en vez de generar paz, crearon tensión, incertidumbre y
zozobra.
La respuesta de las
comunidades musulmanas fue inmediata, desde Cachemira en India hasta Yemen hubo
un clamor general por venganza produciendo un sentimiento de unidad jamás antes
visto. Vale resaltar que el Centro de Operaciones Conjuntas de las
Organizaciones Palestinas profundamente divididas condenaron de conjunto el
asesinato de Soleimani. Si pensaban dividir, fueron generadores de unidad. El
objetivo no fue cumplido.
En el propio frente
interno, parece que tampoco hay convencimiento de lo necesario de esta acción.
Da la impresión que los estrategas militares estadounidenses comienzan a tomar
nota de la magnitud del error. Desde el mando central del ejército de Estados
Unidos ubicado en la Base Aérea MacDill
en Florida el general Mark Milley señaló que su país estaba
“muy consciente de la magnitud de la respuesta iraní”, pero que están haciendo
todo lo posible “para reducir la tensión”.
Byman cree que Trump y
compañía han cometido una “estupidez geoestratégica irreparable”. Dijo que esta
acción afectará significativamente la posición general de Estados Unidos en
Oriente Medio. Afirmó que el revés puede ser enorme, y depende en gran medida
de la preparación de Estados Unidos para la respuesta de Irán y la de sus
muchos representantes en Oriente Medio. Quisieron apagar el incendio lanzando
gasolina y ahora se están quemando. Objetivo no cumplido.
Por otra parte, y quizás
en el más significativo de los objetivos no cumplidos, hay que destacar que se
produjeron manifestaciones en contra de la guerra en más de 80 ciudades de
Estados. Los participantes enarbolaron consignas como “No hagamos de Irán un
Irak”, “Fuera tropas de Irak” y “Esto ya lo habíamos hecho antes”, lo cual
podría ser el preludio de un gran movimiento estadounidense por la paz que fue
tan determinante en el fin de la invasión estadounidense a Vietnam. Si el
objetivo era obtener votos para ganar la elección, es probable que la acción
del 3 de enero signifique la perdida de votantes y de la elección. Otro
objetivo no cumplido.
¿De qué sirvió tal
acción terrorista? Que cada quien saque sus propias conclusiones.
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