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sábado, 4 de abril de 2020

Venezuela: El “Marco (Rubio) de Transición Democrática”

Donald Trump quiere imitar a Teodoro Roosevelt pero sin hablar en voz baja. Con estentórea grandilocuencia pasea su estupidez por el mundo, sin ni siquiera ser capaz de enfrentar con éxito la lucha contra el coronavirus a pesar de dirigir la nación más poderosa del planeta.

Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela

Si el anterior secretario de Estado de Estados Unidos Rex Tillerson revivió la doctrina Monroe como instrumento de la política exterior de su país, ahora su sustituto Mike Pompeo pretende reivindicar el corolario Roosevelt de esa doctrina, enunciado en 1904, que expone que “La delincuencia crónica (de algunos países latinoamericanos) puede […] hacer necesaria la intervención de alguna nación civilizada, y en el hemisferio occidental la Doctrina Monroe, puede obligar a Estados Unidos […] a ejercer un poder de policía internacional”. 

Este presidente es considerado el padre de la política imperialista más agresiva de la historia de Estados Unidos. Su política exterior llamada del “gran garrote” se sustentaba en la idea de que “cuando se vaya a visitar al adversario, hay que hablar en voz baja, pero llevar un garrote en la mano”.

Al parecer, Donald Trump quiere imitar a Teodoro Roosevelt pero sin hablar en voz baja. Con estentórea grandilocuencia pasea su estupidez por el mundo, sin ni siquiera ser capaz de enfrentar con éxito la lucha contra el coronavirus a pesar de dirigir la nación más poderosa del planeta. Ya tiene un portaviones paralizado en Guam porque 150 de los 4.000 marinos están infectados de coronavirus. Así mismo, 1.500 de los alrededor de 40 mil oficiales de policía de New York están contagiados. Trump no es capaz de proteger ni siquiera a sus fuerzas armadas y de seguridad.

Entonces, no se entiende cómo pretende dictar normas para el funcionamiento del planeta cuando la única ley que sabe aplicar Estados Unidos es la de la fuerza y la única manera de tapar su ineptitud es agrediendo a los demás. En los últimos días su ensañamiento con Venezuela, intentando amedrentar al gobierno, a las fuerzas armadas y al pueblo es expresión clara de un odio que supera cualquier rasgo de condición humana.

Después de conversar con el presidente de Rusia, Vladimir Putin y de saber que el gobierno de este país asumió en su totalidad los vínculos en materia energética de Rusia con Venezuela, sumado a la firme postura de apoyo irrestricto de China al gobierno constitucional del país, pareciera que la administración de Estados Unidos decidió tomar otro camino, toda vez que se ha visto obligado –en los hechos- a reconocer a Maduro como presidente, al hacerle un llamado para que se retire. Nadie deja de ser presidente si no lo es anteriormente.

A partir de ello y en una sucesión de hechos desesperados, el departamento de Estado puso en primera instancia a su asalariado en Caracas a proponer la creación de un “Consejo de Estado paritario” que nadie sabe lo que significa y que no existe en la Constitución Nacional, es decir, como ya es habitual en él, llamó a desacatar la Constitución.

En su mensaje, Guaidó afirma que a Maduro no lo conoce nadie. Será que no sabe que Maduro es el presidente del país que tiene relación con alrededor de 150 naciones en el mundo, que acaba de entregar la presidencia del Movimiento de Países No Alienados, que es miembro de derecho de la Organización de Naciones Unidas y que se relaciona con todas sus agencias y que además fue elegido miembro de su Consejo de Derechos Humanos. La explicación a esta enajenación mental viene más adelante.

En la continuación de este nuevo y dramático show, Elliot Abrams, un delincuente confeso y sentenciado que está al servicio del gobierno de Estados Unidos publicó un artículo en el que ante la incapacidad de Guaidó de explicar lo que ellos querían decir, tuvo que usar el Wall Street Journal para que, sin la menor impudicia, propia de su carácter facineroso, mienta y falsee información.

En una confusa propuesta en la que como globo de ensayo lanza la idea de derrocar al presidente Maduro a cambio de defenestrar a su pupilo y reiterando la inconstitucional vía de crear el tal “Consejo de Estado” expone una frase digna del mármol: “La democracia no es solo una cuestión de elecciones”, sabia idea que desmonta la mentira que han repetido por casi 250 años. Le faltó decir además que la democracia no es el gobierno de la mayorías como se dice, que tampoco existe la separación de poderes y que la alterabilidad es una falacia para que diferentes representantes del capital equilibren el poder a favor de una u otra facción, sin que el pueblo tenga derecho a participar de esa alternabilidad porque no tiene los millones de dólares necesarios para competir.

Finalmente, creyendo que Venezuela funciona a partir de auto designaciones, Abrams se nombra a sí mismo como constituyente único para inventar una constitución inexistente que modelaría a Venezuela según el interés estadounidense de apoderarse de sus recursos y matar su ejemplo. Hasta pretende que le demos las gracias por permitirnos participar en ese futuro de “leche y miel” que nos ofrece. Como si el pueblo venezolano fuera ignorante e imbécil y no supiera lo que ha pasado en Honduras, Paraguay, Brasil y Bolivia, países en los que recientemente Estados Unidos ha propiciado cambios de gobierno por la fuerza, violando los derechos humanos de millones de ciudadanos. Gracias Abrams, tenemos muchos problemas, pero lo que nos ofreces además de ser indigno, es peor y nos somete a la condición de esclavos de Washington.

Es tan descarado este funcionario imperial que se atreve a afirmar que: “La presión de Estados Unidos no ha impedido que los alimentos o las medicinas lleguen a los venezolanos”. O sea, que además de todo, este esperpento gringo cree que somos imbéciles. 
Finalmente, necesitan sacarse la piedra del zapato, y hacen un llamado a la traición de las fuerzas armadas que solo reitera lo que han venido haciendo desde hace 18 años cuando tuvieron éxito momentáneo propiciando un golpe de Estado apoyado en militares alevosos de los que ya nadie se acuerda. 

Es tan claro esto, que en el mencionado artículo Abrams dice que: “El apoyo de las fuerzas armadas al “Marco de Tradición Democrática” sería un paso clave en esta dirección” (así se llama este plan, imagino que como homenaje a Marco Rubio) Por lo tanto se podría concluir que como no tienen este “paso clave” no tienen “dirección”.

Finaliza con la amenaza propia de los de su calaña, creyendo que el gobierno de Venezuela es el de Colombia, Honduras, Santa Lucía, Jamaica, República Dominicana, Guyana o Chile, que pueden ser chantajeados y/o amenazados. El pueblo digno de Venezuela que es la mayoría, lo rechazaría. En el lenguaje propio de las bandas delictivas, Abrams reafirma que hasta que no se logre el objetivo de Estados Unidos “nuestra presión se fortalecerá”. 

La respuesta del gobierno de Venezuela rechazando esta afrenta fue firme y contundente. Indigno sería el gobierno, el pueblo y las Fuerzas Armadas que se dejaran chantajear por este delincuente disfrazado de diplomático.

Pareciera que este artículo tampoco logró el objetivo. El miércoles 1 de abril, en la tarde tuvo que salir Pompeo a puntualizar los términos de la amenaza. Ante las informaciones que aseguraban que Estados Unidos había hecho de lado a Guaidó, Pompeo se apresuró a decir –al parecer después de haber hecho una encuesta entre los venezolanos de Miami- que el auto designado era el “político más popular de Venezuela en estos momentos", por lo que si podría postularse como candidato. 

Pompeo reiteró que en las elecciones libres que se organizarían (imaginamos que similares a las de Bolivia) el PSUV podría competir en condiciones de igualdad (también imaginamos que la misma igualdad que en Bolivia) donde hay persecución e inhabilitación de dirigentes y represión selectiva para anular a los líderes del MAS después del golpe de estado organizado por la OEA. En el léxico de Estados Unidos, “elecciones libres”, son aquellas que se organizan para legalizar a sus ilegítimos candidatos.

Después de esta declaración del secretario estadounidense, Guaidó le agradeció y dijo que esos eran los “pasos correctos”, diciendo que Maduro debe aceptar la “oferta que le ha hecho la comunidad internacional”. Haciendo gala de la estulticia que le caracteriza, denomina a Estados Unidos “Comunidad internacional”, es decir los otros no existen: la ONU, la Unión Europea, los 11 senadores de Estados Unidos que han llamado a suspender las sanciones, los 150 países que reconocen a Maduro como presidente constitucional de Venezuela y los que lo reconocen pero se hacen los pendejos porque le tienen miedo a Estados Unidos son invisibles. Esta es la razón por la que Guaidó afirmó que a Maduro no lo conoce nadie. No se puede decir más. 

Esta nueva escalada trata de bloquear los avances en el proceso de diálogo entre el gobierno y sectores mayoritarios de la oposición, porque saben que no existe unidad alguna en torno a Guaidó, por el contrario, es un actor político moribundo y no precisamente por coronavirus, es insignificante, no sirve para chantajear ya no al gobierno, ni siquiera al resto de la oposición que está dialogando y buscando salidas democráticas y constitucionales, lo cual en el campo electoral conduce este año a elecciones parlamentarias en diciembre.

Este “Marco (Rubio) de Transición Democrática” es expresión de la incapacidad de Estados Unidos de construir una  “solución propia” para Venezuela, por lo que insisten en un mensaje centrado en dividir a las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas, apostando además a la violencia, el terrorismo y el magnicidio.

La realización la noche del 1 de abril de una reunión del Consejo de Estado, “órgano superior de consulta del gobierno y de la administración Pública Nacional” como lo establece el artículo 251 de la Constitución Nacional, con la participación de todos los poderes del Estado, es expresión prístina de la voluntad de los venezolanos y venezolanas de coordinar esfuerzos en paz para la solución de nuestros problemas, sin injerencia extranjera y en el marco de lo que establece la Carta Magna, expresión máxima de la democracia sin tutelajes, que el pueblo venezolano está construyendo.

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