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sábado, 12 de septiembre de 2020

Grosfoguel y las perspectivas decoloniales

 Ante el universalocentrismo, la decolonialidad se plantea el pluriverso. Como dirían los compañeros zapatistas: “un mundo donde quepan muchos mundos”. Estos planteamientos son para encarar el proyecto civilizatorio universal de la modernidad capitalista, encubridor de lo distinto. Lo universal viene de uno y así engarza con el discurso de la totalidad.

Abdiel Rodríguez Reyes / Para Con Nuestra América

Desde Ciudad Panamá


Ramón Grosfoguel es un sociólogo y activista decolonial puertorriqueño residente en Estados Unidos. Es profesor en el Departamento de Estudios Étnicos de la Universidad de Berkeley. Organizó algunas de las reuniones fundacionales de lo que hoy se conoce como “giro decolonial”. En el 2007 apareció un libro con ese título editado por él y Santiago Castro-Gómez, allí señalaban el trabajo pionero de Nelson Maldonado-Torres con respecto a ese concepto. Las intervenciones decoloniales en el ámbito universitario son recientes.

 

Sin embargo, estas perspectivas datan del momento en que Cristóbal Colon puso sus pies en Abya Yala y se dieron las primeras resistencias. Se le endilga ser una moda, pero cuanto nos remitimos a quinientos años de experiencias vemos lo contrario. Tampoco es una escuela de pensamiento. Y, es muy problemático hablar de la existencia de un “grupo” modernidad/colonialidad. Es notorio desde el inicio su heterogeneidad.

 

Es necesario descentrar esa ida de escuela, grupo, a lo sumo es una red heterogénea que tenía como preocupación la imbricación modernidad/colonialidad, como dos caras de una misma moneda: el proyecto civilizatorio universal de Occidente. La decolonialidad en cambio, es un proyecto de diversidades epistémicas, de diversidades de movimientos, de diversidades de escuelas, su horizonte es el pluriverso. No se trata de una demarcación de lo que es o no decolonial, sino plantear algunos elementos de distinción necesaria para la crítica.

 

Ante el universalocentrismo, la decolonialidad se plantea el pluriverso. Como dirían los compañeros zapatistas: “un mundo donde quepan muchos mundos”. Estos planteamientos son para encarar el proyecto civilizatorio universal de la modernidad capitalista, encubridor de lo distinto. Lo universal viene de uno y así engarza con el discurso de la totalidad.

 

Que tienen en común quienes intervienen desde las perspectivas decoloniales y cómo se distinguen de los poscoloniales. Esto es fundamental tenerlo claro. De lo contrario se chochan los trenes. Para los poscoloniales como Gayatri Spivak o Homi Bhabha el colonialismo se remonta al siglo XVIII; en cambios para las intervenciones decoloniales empieza en 1492. La matriz colonial entonces tiene una diferencia de doscientos años. Tener un punto de partida histórico distinto obliga a tener una perspectiva diferente.  La influencia de ambos en el caso de los poscoloniales con los franceses, y de una rica tradición marxista heterodoxa en los decoloniales, hace de su compromiso político un parte agua, donde es evidente el reaccionarismo con honrosas excepciones de los primeros y el acompañamiento de procesos políticos, tanto de gobiernos como de movimientos sociales de los segundos.

 

En las periodizaciones de estas propuestas hay una diferencia de más de doscientos años. Si la colonialidad es un patrón mundial impuesto a nivel mundial y tiene su origen en la destrucción y colonización de Abya Yala, entonces ¿qué pasó durante esos doscientos años? Teniendo en cuenta la heterogeneidad estructural del proyecto civilizatorio universal de la modernidad capitalista. Eso, por un lado; y por el otro, aletargar o no tomar en cuenta la centralidad de 1492 y hablar de que vivimos en un mundo poscolonial sería un traspié cuando empíricamente las garras de la colonialidad siguen incrustadas en los cuerpos de las gentes del Sur global e incluso internamente en el mismo Norte global.  

 

A lo interno del mundo imperial surgieron críticas para usar la metáfora: dentro de las murallas. Es decir, se cuestionaban qué pasaba dentro de las murallas, pero no sobre cómo destruirlas. Por ejemplo, a lo interno de los imperios se alzaron voces en contra el viejo régimen, pero solo para repartirse entre ellos mismos las riquezas de Abya Yala, no para encarar las abismales desigualdades y la jerarquía racial/étnica como columna vertebral del nuevo mundo. Alzaban la voz para lograr autonomía, pero manteniendo intactas las estructuras de la colonialidad. Al día después de las independencias se siguieron reproduciendo. Dentro de las murallas se reproducía la totalidad de los dominadores, mientras que fuera de ellas emergía la exterioridad de la resistencia.  

 

Esa fue la crítica constante a lo interno de los imperios, por el reparto de las riquezas robadas. Esa crítica muchos la tomaron como emancipatoria por criticar al viejo régimen, aunque aún se actuaba en nombre de el. No se cuestionan el saqueo a Abya Yala, ni las vejaciones a mujeres, indígenas y negros. Su exigencia estaba dentro de las murallas de la colonialidad. Todo pensamiento crítico que no evidencia esta contradicción la reproduce. 

 

La decolonialidad entonces tiene una impronta teórica y política importante en la escena mundial. Denunciaba que todo genocidio y ecologicidio suponía un epistemicidio, es decir la muerte del conocimiento distinto al de la modernidad capitalista. Las intervenciones decoloniales van encaminadas a la transformación. Pasa por tenernos como fundamental a nosotros mismos, nuestras experiencias históricas de quinientos años de resistencia. Nos queda reafirmar la vida a partir de la pluralidad desde la exterioridad encubierta y no desde la unidad de la totalidad impuesta por el proyecto civilizatorio universal de la modernidad capitalista.

 

Todo esto tratado aquí es una muy apretada síntesis de los nodos problemáticos planteados por Grosfoguel entre otros y otras, quizá no le hace justicia a toda su propuesta, pero si al menos nos funciona como punto de partida.


*Profesor de Filosofía en la Universidad de Panamá 

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