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sábado, 26 de septiembre de 2020

Izquierdas: historia en construcción

 La realidad latinoamericana ha demostrado que existe una amplia izquierda social que no es necesariamente marxista y tampoco militante partidista, que es capaz de asumir posiciones anti-capitalistas o aspira al “socialismo” y apoya las reivindicaciones, demandas e intereses de los movimientos sociales, que también, en la actualidad, suelen identificarse como movimientos de izquierda.

Juan J. Paz-y-Miño Cepeda / www.historiaypresente.com


El “Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas” (CeDInCi: http://cedinci.org), con sede en Buenos Aires, Argentina, que mantiene una amplia biblioteca, hemeroteca y archivo sobre la historia de las izquierdas y los movimientos sociales en América Latina desde mediados del siglo XIX, acaba de lanzar su “Nuevo Diccionario Biográfico de las Izquierdas Latinoamericanas”, un interesante proyecto que ha logrado abarcar a distintos países. También existe, en la misma ciudad, el Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini” (www.centrocultural.coop), sostenido por el fuerte movimiento cooperativo que tiene ese país, que igualmente posee una biblioteca y un acervo documental, además de dedicarse al impulso de actividades relacionadas con la investigación social, la promoción de un pensamiento crítico y el cultivo de los valores de la democracia, la justicia, la igualdad, la liberación y el latinoamericanismo.

 
Destaco a estos dos centros (varias veces he sido invitado por el Floreal Gorini) porque dan cuenta de las posibilidades que ofrecen este tipo de instituciones privadas de cultura e investigación para la memoria de lo que han sido las izquierdas. En Ecuador prácticamente no se ha emprendido en proyectos semejantes bajo el auspicio de centros de igual dimensión y propósitos, exceptuando lo que hicieron el CEDIME y el INFOC hace muchos años, o lo que hacen el IEE-CAAP o el FES-ILDIS (que pertenece a la fundación socialdemócrata alemana Friedrich Ebert). Pero no contamos en el país con un centro específicamente dedicado a la historia de las izquierdas y de los movimientos sociales, de modo que la investigación sobre estos actores políticos en la vida nacional se vuelve difícil, incluso porque los mismos partidos de izquierda y los movimientos como el obrero o el indígena no han mantenido o creado archivos propios que, si todavía existen, tal vez se hallen en manos de dirigentes aislados o de personas preocupadas por conservar los documentos y testimonios. 

 
Patricio Ycaza (1952-1997), quien se inició como militante del MIR y después fue del Partido Socialista, poseía una vasta documentación que logró reunir con el paso de sus decisivos años en la investigación sobre la historia del movimiento obrero. El desaparecido IDIS, de la Universidad de Cuenca, también recopiló abundante documentación sobre el movimiento obrero, cuando se desarrolló (1987) un proyecto sobre su historia, en el que participamos varios investigadores, con la colaboración de los dirigentes de la CEDOCUT, CTE y CEOSL. ¿Dónde quedaron esos materiales? ¿Quién puede consultar los archivos del Partido Socialista (1924), del Comunista (1931) o del Comunista Marxista-Leninista (1964)? ¿Quién conserva los archivos y documentos del MIR o del MRT? Es probable que buena parte de la documentación de las izquierdas marxistas haya desaparecido, tanto por las arremetidas de la represión, como por la inevitable necesidad de protección de dirigentes o militantes, que podían ser perseguidos al descubrirse documentos y materiales que bien podían comprometerles en actividades que la irracional “guerra fría” siempre entendió como “subversivas”. Recuerdo que, a mediados de la década de 1970, entre las listas de “literatura subversiva” que se había encontrado a estudiantes detenidos en las manifestaciones de aquellos tiempos, constaban dos obras: El proceso de dominación política en el Ecuador (1971) de Agustín Cueva, y Ecuador: pasado y presente (1975), de varios autores, que eran libros de obligada lectura en las materias universitarias de ciencias sociales, lo que da cuenta de cómo se entendían los “peligros comunistas”. En todo caso, sin duda, el mejor fondo para la investigación histórica constituye la Biblioteca-Archivo Aurelio Espinosa Pólit de Quito, con su valiosa hemeroteca y documentación, felizmente bajo custodia de la comunidad jesuita, cuyo celo en protegerlos debe resaltarse, pues ha salvado el patrimonio de la cultura ecuatoriana.

 
La historia de las izquierdas del Ecuador no ha merecido una atención sistemática y de fondo, aunque hay varios libros y algunos ensayos publicados: Alexei Páez, por ejemplo, logró reconstruir los orígenes del anarquismo; Oswaldo Albornoz dejó importantes textos sobre el Partido Comunista, cuyo periódico “El Pueblo” será necesario seguir (entre otras fuentes) para comprender su trayectoria, tanto como el periódico “En Marcha”, para ubicar la del PCML. Contamos con algunos textos sobre el Partido Socialista, aunque llevan el claro sesgo de los militantes que los escribieron. Hay otras obras y también varias tesis de grado que he conocido, dedicadas a estudiar algún asunto relativo a los partidos de izquierda, pero mucho más con relación a los movimientos sociales: obreros, indígenas, ambientalistas, mujeres, estudiantes, comunidades barriales, etc.

 
Siguiendo la idea del proyecto sobre Diccionario Biográfico de las Izquierdas, poco conocemos sobre líderes populares, artesanos y laborales, aunque el INFOC dejó dos tomos de testimonios de algunos trabajadores que vivieron los sucesos del 15 de noviembre de 1922. Entre las izquierdas se recuerda nombres muy significativos, como: Fernando Daquilema, Alejo Capelo, Dolores Cacuango, Jesús Gualavisí, Miguel Ángel Guzmán, Ricardo Paredes, Pedro Saad, Telmo Hidalgo, Manuel Agustín Aguirre, Fernando Velasco, que quedan cortos frente a centenares de personalidades que puede recoger un diccionario.

 
Pero, mientras más se avanza hacia los tiempos actuales, las investigaciones sobre la trayectoria de las izquierdas parece que todavía requerirán de una disminución de las pasiones y de las posiciones confrontadas, que solo el paso del tiempo logra.

 
Pese a que el mundo cambió con el derrumbe del socialismo en la URSS y los países de Europa del Este, así como por las reformas al socialismo en la República Popular China y también en Cuba, todavía hay sectores que definen la izquierda exclusivamente en función de la aceptación o no del marxismo como fuente teórica de identidad. Hay interpretaciones que niegan que la URSS y sus aliados fueron países “socialistas”. Igualmente, afirmaciones de quienes sostienen que China tiene un “capitalismo de Estado”. Y también izquierdistas que se lanzan contra Cuba.

  
Pero la realidad latinoamericana ha demostrado que existe una amplia izquierda social que no es necesariamente marxista y tampoco militante partidista, que es capaz de asumir posiciones anti-capitalistas o aspira al “socialismo” y apoya las reivindicaciones, demandas e intereses de los movimientos sociales, que también, en la actualidad, suelen identificarse como movimientos de izquierda.

 
Los celos partidistas y los dogmas tradicionales, siguen confrontando a diversas izquierdas en función de que cada una se atribuye la “verdad marxista” o la “correcta línea revolucionaria”. No se advierte que, en la sociedad contemporánea de América Latina, la democracia se ha convertido en un valor político, que son las izquierdas sociales las que la defienden, que hay una variedad de izquierdas, incluyendo al “progresismo” que originó una nueva tendencia, y que son las derechas políticas y económicas las que terminan desconociendo las fórmulas democráticas cuando se sienten amenazadas por cualquier izquierda y acuden al neogolpismo (
https://bit.ly/3k2C0d2).

 
Lastimosamente el clima de pasiones divide fuerzas en la coyuntura ecuatoriana. Hay dirigentes y líderes aferrados a su tradicional “izquierdosidad” o a sus personales combates, por lo cual han demostrado carecer de la capacidad para brindar alternativas históricas de poder a las clases populares. En cambio, las bases partidistas, las nuevas izquierdas progresistas, los movimientos sociales y, en general, la población que ha experimentado el derrumbe de sus condiciones de vida y de trabajo, anhelan un cambio por la vía democrática, que sea efectivo y, ante todo, liquide el modelo empresarial-oligárquico que se impuso en el país, incluso aprovechando de la pandemia por Covid-19. Por eso, para estas fuerzas, han pasado a ser decisivas y esenciales las elecciones de febrero 2021, pues confían que, con el cambio de gobierno, pueda retomarse un camino que implante políticas y acciones de amplio beneficio humano.

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