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sábado, 3 de octubre de 2020

Las ideas de Mariátegui en nuestro tiempo

 En nuestro tiempo, los fenómenos sociales tienen un sello conocido. Y ante ellos, las cuatro columnas del arquetipo conceptual que nos legara el Amauta tienen plena vigencia: el estudio de la realidad, la solidaridad con valor inabdicable, el internacionalismo y la cultura; no solamente subsisten en el tiempo, sino que se proyectan como una expresión renovada que nos compromete a todos.   

Gustavo Espinoza M. / ALAI


Al conmemorarse en el 2020 los 90 años de la muerte de José Carlos Mariátegui y los 126 de su nacimiento, constituye casi un deber retornar a su mensaje sobre todo en un tiempo en el que la crisis ha lanzado retos inéditos a hombres y pueblos.  Lo hacemos por esta vía, mediante un encuentro virtual, a diferencia de lo que hicimos en las últimas décadas, cuando desde la Casa Mariátegui y la Asociación de Amigos, impulsamos diversos y concurridos eventos para dar testimonio de nuestra voluntad, orientada a perseverar en su recuerdo, profundizar en su obra y perpetuar su memoria en la conciencia de los peruanos.

Para nosotros, sus ideas son una verdadera fortaleza, pero también un manantial fecundo que reproduce sentimientos y voluntades; que señala un camino, y que acude siempre con presta energía para recuperar la capacidad creadora que anima a los pueblos de esta región del mundo, y que el propio Amauta denominara “Nuestra América”.

 

En verdad, se ha escrito y hablado mucho de Mariátegui, pero se ha buscado, al calor del debate de nuestro tiempo, incidir en su perfil político. Este ha sido fuente constante de reflexiones. Con ellas se ha buscado precisar los elementos claves de su pensamiento. Así, su trayectoria personal y humana, sus vínculos con los trabajadores, su posición ante el régimen Leguiista, sus experiencias en el viejo continente y sus tareas, cumplidas a su retorno, entre 1924 y 1930; han servido como base de análisis, y de inspiración para todos.

 

Pero aún hay mucho que poner a contraluz en esa tarea. De lo que se trata ahora es de hallar los elementos esenciales que permitan juzgar las concepciones básicas de Mariátegui como sustento al ideario de nuestro tiempo. Para ello, será necesario aludir al que consideramos las cuatro columnas de su pensamiento: el dominio de la realidad, el sentimiento solidario, la visión internacionalista y la cultura como base de la creación humana

 

La lucha en el plano de las ideas

 

La crisis de la dominación vigente se ha extendido en todos los planos. La lucha de clases no se ha limitado a la clásica confrontación entre trabajadores y empresarios, suscitada en los marcos de la Usina, en boga en la sociedad industrialista de los siglos XIX y XX. Los cambios en la estructura productiva y los mecanismos vigentes referidos al proceso de acumulación del capital, han extendido la confrontación a todos los ámbitos. Y los adelantos tecnológicos, han permitido que hoy se plantea una verdadera batalla de ideas.

 

Un latinoamericanista cubano y de los grandes, José Martí, nos decía: “Trincheras de ideas, valen más que trincheras de piedra”. Y es verdad. Las concepciones del Amauta permiten a la inteligencia de nuestro tiempo construir verdaderas trincheras destinadas a defender las irreductibles posiciones de combate de millones de ciudadanos de todos los países, oprimidos y explotados por la sociedad capitalista.

 

En un mundo en el cual crujen las estructuras económicas y sociales, y cuando los grandes consorcios vuelven los ojos al pasado y se empeñan en resolver sus dificultades productivas recurriendo al negocio de las armas y usando las guerras como fuente de ocupación y enriquecimiento; las ideas y los valores adquieren una nueva dimensión. Asumirlos, a través del mensaje del Amauta, constituye un imperioso deber, y también una necesidad inexcusable.

 

Y es que José Carlos Mariátegui, fue un verdadero humanista. Escritor, ensayista, político, periodista, hombre de cultura; fue un auténtico obrero del pensamiento. Construyó laboriosamente un mundo de ideas y conceptos que no solamente no ha perdido vigencia, sino que se confirma en nuestro tiempo. En ella, el dominio de la realidad, es una constante.

 

Aunque el Perú ha cambiado como consecuencia de la modernización del capitalismo, la esencia de la sociedad, no ha cambiado.  Sigue siendo una sociedad elitista en la que una pequeña y poderosa minoría, impone sus reglas reteniendo para ese efecto en sus manos, las riendas del Poder.

 

Un escenario lacerante

 

Todas las iniquidades puestas al desnudo por la Pandemia que agobia hoy a nuestro pueblo, son secuela y expresión de un régimen social impuesto como sistema de dominación en detrimento de las grandes mayorías nacionales. Y todas las acciones del Gran Capital se justifican con un sólo propósito: perpetuar un “modelo” incompatible con el interés de las grandes mayorías nacionales.

 

Mariátegui nunca fue ajeno a escenarios como estos. En  “La Escena contemporánea” o la “Historia de la crisis mundial”, y en muchas de sus crónicas de la época, habló de las iniquidades del capitalismo, pero también de la especulación financiera que los grandes propietarios usaban para eludir sus compromisos fiscales, sobreexplotar a los trabajadores y obtener pingües ganancias. A fenómenos similares podemos aludir en nuestro tiempo. De allí surge la visión solidaria a la que aludimos.

 

Pero éste, no es un fenómeno exclusivamente peruano. Lo percibimos, en una u otra dimensión, en cada uno de los países de nuestro continente y el mundo. En todas partes el proceso de acumulación de las grandes fortunas se anida en el sufrimiento y la muerte de millones de personas en las zonas urbanas más tugurizadas y en las regiones rurales más deprimidas. La Pandemia que agobia al mundo, hoy lo confirma.

 

La acumulación de fortunas y la polarización social toma dimensiones siderales en nuestro tiempo. No es un secreto el hecho que ha habido quienes han aprovechado de las ayudas públicas, para multiplicar sus ganancias y redondear sus negocios.

 

Greenpeace,  ajena a cualquier calificación política, señaló que algunos empresarios, usaron la crisis para ordeñar al Estado, salvando sus intereses. Richard Branson, por ejemplo, dejó de pagar 14 años sus impuestos a Gran Bretaña, pero ahora exige que su país salve a su línea aérea, la Virgin Atlantic. Pero esta es, apenas, una perla. En los últimos meses se produjo un cambio irreversible en tres elementos esenciales en nuestro tiempo: la economía mundial, el mercado laboral y la desigualdad de la riqueza. Nunca como antes, los pobres pasaron a ser más pobres; y los ricos, más ricos. Jeff Bezzos, el hombre de Amazon registro doscientos mil millones de dólares como ganancia neta en este pequeño periodo de la vida mundial; en tanto que Warren Buffett y Lavry Edisonobtuvieron entre mayo y junio 101.700 millones de ganancias. Lo mismo podría decirse de los creadores de Facebook y de otros grandes consorcios diseñados para la explotación de las redes y la comunicación humana.

 

La voracidad de los monopolios

 

Los expertos aseguran que, si esta tendencia no se detiene, Estados Unidos de Norteamérica podría convertirse en un país medieval y feudal. “Habrá una oligarquía de élite dirigiendo el país, apoyada por un grupo de abogados, contadores y gerentes de alto nivel; y en la base de la pirámide se situará la clase trabajadora desempeñando los empleos peor valorados por un salario bajo, y poniendo en riesgo su salud”, dijo recientemente la prensa norteamericana. Para entender todo esto, hay que asumir la visión internacionalista del Amauta.

 

El Perú no es, en absoluto ajeno a esta preocupante realidad. Los informes aseguran que Carlos Rodríguez Pastor, dueño del Grupo Intercorp y cuya fortuna Forbes estima en US$4.200 millones, es decir 14.700 millones de soles -un monto equivalente a casi la mitad de los fondos dispuestos por el Gobierno en la primera etapa de Reactiva Perú- se ha beneficiado directamente con los programas del Estado. En lugar de acudir a préstamos regulares, el aporte de capital o liquidar activos de su organización, 18 subsidiarias de su imperio se acogieron a este fondo estatal, y consiguieron préstamos por S/152 millones, equivalentes al 3,6% de su riqueza privada.

 

A fondos del estado han recurrido prácticamente todas las empresas. Compañías de aviación, consorcios mineros, bancos, grandes medios de comunicación, estudios de abogados ciertamente solventes; todos han reclamado la ubre del Estado, el mismo Estado que ellos quieren subsidiario, relegado y segundón para todos sus efectos, pero de lo más importante para operaciones denominadas impúdicamente de “rescate financiero”. Para las grandes mayorías nacionales apenas han chorreado escuálidos bonos que han llegado tarde, mal, o incluso nunca a los bolsillos de los pobres.

 

Contradicciones que no pueden ocultarse

 

Como se recuerda, en su estancia europea, Mariátegui pudo conocer de manera directa el crecimiento y desarrollo de la clase obrera. Y apreciar su voluntad de lucha contra el ascenso del fascismo. En su visita a las fábricas, percibió el sentido de la conciencia obrera y la esencia de la lucha de clases. Hoy hay quienes afirman que ésta, ha desaparecido por la insurgencia de fenómenos que van más allá de las contradicciones sociales dado que afectan a la humanidad entera. Veamos algunos de ellos.

 

Algunos creen que fenómenos dolorosos como el COVID 19, nos afectan a todos. “Es un mar tempestuoso en el que todos nos podemos ahogar”, aseguran dramáticamente. Y casi es verdad. Se olvidan que el furibundo oleaje que nos acosa, no nos encuentra en la misma situación. Unos, lo afrontarán en un lujoso trasatlántico; y otros en simples y humildes barcazas, o solamente a nado. Algunos tendrán solventes Seguros de Vida, que legarán a los suyos en el peor de los casos; pero la mayoría morirá sin dejar más que un punzante recuerdo.

 

Y es que no hay fenómenos al margen de las clases. Ya antes dijimos que la contaminación ambiental, no la generan los pueblos ni los trabajadores, sino los grandes consorcios industriales y mineros empeñados en succionar la riqueza de la tierra. El recalentamiento global ¿no es acaso consecuencia directa de la ampliación del hueco de la atmósfera y del debilitamiento de la capa de ozono que se produce precisamente por la contaminación ambiental y el uso de productos que dañan la naturaleza y el eco sistema? ¿Acaso no es sabido que las catástrofes naturales, son consecuencia de las agresiones hechas a la ecología? Y la falta de agua –los deshielos del ártico y de las zonas nevadas- ¿no son acaso otra cosa sino el resultado del recalentamiento global? Una visión elementalmente culta nos permite conocer la vida y sus problemas.

 

Los monopolios, desarrollan una ofensiva que afecta a la humanidad y lleva al mundo al borde de su destrucción. Por eso, luchar en defensa de la ecología y el medio ambiente, por la protección de los recursos naturales y de la bio diversidad; es una exigencia legítima y calificada de desarrollar la lucha de clases cautelando intereses de los pueblos y enfrentando la ofensiva del capital.

 

Cuatro pilares esenciales 

 

En nuestro tiempo, entonces, los fenómenos sociales tienen un sello conocido. Y ante ellos, las cuatro columnas del arquetipo conceptual que nos legara el Amauta tienen plena vigencia: el estudio de la realidad, la solidaridad con valor inabdicable, el internacionalismo y la cultura; no solamente subsisten en el tiempo, sino que se proyectan como una expresión renovada que nos compromete a todos.   

 

Rendir homenaje a Mariátegui, en este marco de ideas, refleja la voluntad de quienes abrigamos la mejor intención de perpetuar su memoria y acerarla en la conciencia de los peruanos.

 

Lima, septiembre del 2020

 

-Ponencia presentada a Simposio Internacional "90 años de su paso a la historia". Lima 

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