Como cuando el genial Víctor Hugo escribió su maravilloso libro, en el siglo XIX, estas dos décadas del XXI son las más parecidas; luego de los destellos esperanzadores y convulsivos de la revolución, las tinieblas dieron vida a infinidad de miserables como ahora.
Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina
“Mientras exista, a consecuencia de las leyes y de las costumbres, una condena social que cree artificialmente infiernos en plena civilización, y enturbie con una fatalidad humana el destino que es divino; mientras no se resuelvan los tres problemas del siglo: la degradación del hombre en el proletariado, la decadencia de la mujer por el hambre, la atrofia del niño por las tinieblas; mientras que en ciertas regiones sea posible la asfixia social; en otros términos, y desde un punto de vista más dilatado aún, mientras haya ignorancia y miseria sobre la tierra, los libros de igual naturaleza que éste podrán no ser inútiles.”
En pandemia como en épocas de crisis, de guerras, inundaciones, incendios o cataclismos, donde sobrevivir es la regla desesperada de la mayoría de las personas, la miseria y sus cultores se multiplican de a montones. Se intuyen, se espían, se huelen como los perros, se adivinan y, al reconocerse ven cómo fortalecerse – como una unión transitoria de empresas, dicho del modo más generalizado en el mundo de las finanzas – u otro artilugio parecido, desde el mejor pensado anonimato de ser posible.