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sábado, 21 de noviembre de 2020

Argentina: Miseria y miserables

 Como cuando el genial Víctor Hugo escribió su maravilloso libro, en el siglo XIX, estas dos décadas del XXI son las más parecidas; luego de los destellos esperanzadores y convulsivos de la revolución, las tinieblas dieron vida a infinidad de miserables como ahora.

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América

Desde Mendoza, Argentina


“Mientras exista, a consecuencia de las leyes y de las costumbres, una condena social que cree artificialmente infiernos en plena civilización, y enturbie con una fatalidad humana el destino que es divino; mientras no se resuelvan los tres problemas del siglo: la degradación del hombre en el proletariado, la decadencia de la mujer por el hambre, la atrofia del niño por las tinieblas; mientras que en ciertas regiones sea posible la asfixia social; en otros términos, y desde un punto de vista más dilatado aún, mientras haya ignorancia y miseria sobre la tierra, los libros de igual naturaleza que éste podrán no ser inútiles.”[1]

 

En pandemia como en épocas de crisis, de guerras, inundaciones, incendios o cataclismos, donde sobrevivir es la regla desesperada de la mayoría de las personas, la miseria y sus cultores se multiplican de a montones. Se intuyen, se espían, se huelen como los perros, se adivinan y, al reconocerse ven cómo fortalecerse – como una unión transitoria de empresas, dicho del modo más generalizado en el mundo de las finanzas – u otro artilugio parecido, desde el mejor pensado anonimato de ser posible.
  

Cultores del disimulo, si alguien se aviva, ellos avivan un incendio en otro lado y distraen la atención. Lo hacen sin vergüenza de puro desvergonzados que son, esgrimen sus sagrados derechos individuales, exigiendo las garantías institucionales al Leviatán, cuyas autoridades de turno deberán inclinarse ante la defensa acalorada de sus fortunas, pasándose por las partes pudentas sin ningún pudor todo lo que les rodea.

 

Amparados y rodeados por una caterva de lenguaraces que los defienden a toda hora y a los cuatro vientos, mantienen en vilo a la población alertando ¡se viene el comunismo! ¡vamos camino a ser Venezuela! ¡vienen por todo! Todo el bombardeo mediático al que ya deberíamos estar acostumbrados y renueva mentiras y mentirosos.

 

Han demorado cuanto han podido el tratamiento en el Congreso de la nación el aporte único a las grandes fortunas y tras 13 horas de debate, iniciado el martes pasado a las 14,30 horas, se consiguió la aprobación en diputados por 133 votos contra 115 negativos y dos abstenciones de la ¿izquierda?, siempre funcional a la derecha. 

 

El próximo martes tendrá lugar la votación en el Senado. Veremos qué ocurre allí dado los disparatados argumentos en contra escuchados en la extensa sesión pasada. 

 

Los legisladores de la oposición han coreado su negativa, defendiendo lo indefendible, esgrimiendo que esos abnegados empresarios dan trabajo a miles obreros, los que a la vez, por esa razón, pueden alimentar o mal alimentar a sus familias. Algunos se quejaron de acción confiscatoria, de querer quedarse con sus campos. Un verdadero disparate que la titular que la titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos AFIP, desmintió en forma categórica: “nadie va tener que vender sus máquinas, el aporte no afecta la producción. Recae sobre la riqueza de los individuos que está financiada.” “Tampoco será necesario que vendan sus campos. Nosotros observamos que aquellas personas humanas que declaran inmuebles rurales y deberán pagar el aporte, sus campos representan el 2,7% de su patrimonio. Los datos muestran que esos individuos tienen disponibilidades líquidas que son 25 veces superiores al impuesto que deben pagar.”[2]

 

Se le ha denominado “aporte solidario y extraordinario”, eufemismo rebuscado dedicado al cinismo opositor para así cubrir con un manto de piedad ciudadana a estos impiadosos innombrables.

 

Alcanzará a alrededor de 10 mil personas, algo así como el 0,0002% de la población argentina actual y el 0,8 del total de contribuyentes. El monto estimado, algo así como 300 mil millones de peso estará destinado: 20% compra y/o elaboración de equipamiento e insumos críticos para la emergencia sanitaria; 20% a las pymes; 15% a becas al programa integral de becas Progresar y, 25% a programas de exploración y desarrollo de gas natural a través de Enarsa.

 

A ocho meses de la pandemia y sus estragos, ¿es necesario explicar el flagelo de esta crisis de crisis que afecta al mundo? Todas las economías se paralizaron y derrumbaron como en la gran depresión, mucho más la de los países emergentes y con mayor desigualdad como son los de la región que, en nuestro caso particular arrastra un endeudamiento sin precedentes destinado a la fuga de capitales y al que hay que hacerle frente con una estrategia única, respaldada por la inédita situación de los estados endeudados y los organismos financieros internacionales. 

 

¿Se enteraron los afortunados cuyas fortunas engordan en paraísos fiscales que ellos son los principales protagonistas y mentores de la desigualdad?

 

Como cuando el genial Víctor Hugo escribió su maravilloso libro, en el siglo XIX, estas dos décadas del XXI son las más parecidas; luego de los destellos esperanzadores y convulsivos de la revolución, las tinieblas dieron vida a infinidad de miserables como ahora.



[1] Prefacio de Los Miserables, Víctor Hugo, Hauteville-House, 1° de enero de 1862

[2] La Nación, 20 de noviembre de 2020.

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