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sábado, 6 de febrero de 2021

Con la mochila al hombro. Cartas desde la cárcel (XIII)

Con Nuestra América se une al clamor nacional e internacional por un proceso debido al Comandante César Montes, por el respeto a sus derechos humanos y constitucionales y por su seguridad sanitaria; por eso, semanalmente compartiremos páginas de su diario “Con la mochila al hombro. Cartas desde la cárcel”.

En esta entrega, el Comandante César Montes conmemora la infamia cometida por la dictadura militar guatemalteca cuando quemó vivos a 39 personas en la embajada de España el 31 de enero de 1980. Denuncia la indolencia de la juez que lleva su caso ante el problema oftalmológico que lo aqueja. También reafirma su amor por la vida y manda un mensaje a la mujer amada.


29 de enero de 2021

 

No veo colibríes en este penal tan reducido, por eso no llegan mis pensamientos a mis hijas y a la mujer amada.

 

Mi hermana Berta Emilia, se casó por segunda vez a los 80 años. Mi meta es seguir su ejemplo, sólo si logro salir en este año. Depende que el juicio mediático y show político que ha montado el sistema judicial corrupto sea derrotado.

 

Seguramente, la Fiscalía de narcotráfico del Ministerio Público que dirige Donaldo García Lemus, sigue viendo cómo ensuciar mi historial enlodándome con acusaciones falsas como la de relacionarme con el tráfico de drogas. Eso hicieron contra Santrich en Colombia. Quieren copiar la receta en Guatemala donde nunca, nadie de los comandantes guerrilleros ha sido acusado de nexos con esa actividad. Son exmilitares de baja y algunos mandos altas los ya procesados, encarcelados o bajo sospecha de participar o proteger en eso y otros ilícitos.

 

Espero salir libre en el único caso que me queda y entonces, seguir el ejemplo de Berta Emilia, nuestra segunda madre que luego de casarse a los 80 años viajó de luna de miel por el mundo entero a parajes de encanto, viviendo los años más felices de la vida en la tercera edad de ella y su pareja.

 

Nunca será tarde mi vida. Sigo viviendo intensamente porque la vida vale la pena vivirla.

 

30 de enero de 2021.

 

Nos sentamos los diez detenidos y dos invitados a comer juntos una suculenta y picante sopa de gallina. Devoré verduras y gallina, no pude con el caldo. Fue unificador y generoso (unos pusimos alimentos, otros trabajo, todos aportando). No es un coro angelical, hay tensiones, agresiones verbales, pero son las menos. En cualquier coro hay uno que desentona. Pero hasta hoy en este módulo no hay agresiones físicas.

 

Sigo esperando la orden para ir a un oftalmólogo. Me llevarían los del sistema penitenciario. A la juez no le cuesta nada escribir la orden. Simplemente no le da la gana.  Lo hacen deliberadamente, me quieren con desprendimiento de retina. Sólo cuando ocurra y ya no tenga remedio dará la orden. Así funciona este sistema, no se puede argumentar sobrecarga de trabajo para que su secretaria elabore una cuartilla, y ella la firme.

 

Estamos gobernados por carteles ligados a los contratos gubernamentales, a aparatos clandestinos de “limpieza social”, a empresas hambreadoras de los campesinos, contaminadoras del ambiente, acumuladoras de cantidades insultantes de divisas, las que depositan en maletas de viaje en la Ciudad de Antigua, 122 millones de quetzales, porque no pueden gastar tanto ni depositarlos en un banco, los narco gobernantes. Los funcionarios que informan a la DEA y también a los carteles de la droga, los que asumen para enriquecerlo lo más que puedan en el menor tiempo posible. Los que sin piedad destruyen esta pequeña, dulce y bella patria. 

 

¡Ah, si encontrara a cien que amaran tanto a mi patria como yo, la cambiaríamos a ser prospera además de bella!

 

31 de enero de 2021

 

Nunca en la historia de Guatemala o Centroamérica habían quemado una embajada con los diplomáticos adentro y campesinos, obreros y estudiantes. Este horroroso hecho sucedió el 31 de enero de 1980. Para que los lectores sepan cómo se las gastan, diré que hubo sólo un sobreviviente, quemado todo su cuerpo, miembros de la policía lo sacaron del hospital, enmascarados y fuertemente armados y lo fueron a asesinar y lanza al campus de la Universidad de San Carlos (USAC).  

 

El embajador español de entonces, Máximo Cajal López, fue sacado del país para salvarle la vida. Se fue con quemaduras leves al intentar auxiliar a los manifestantes y a exfuncionarios gubernamentales que estaban de visita en la embajada. El repudio a las acciones gubernamentales fue mundial, exceptuando a Taiwán e Israel. La burda explicación oficial fue que los ocupantes del edificio se auto inmolaron con cocteles molotov. Presidía el país Fernando Romeo Lucas García, un general del Ejército. Murieron en total 39 personas entre la cuales estaba el padre de Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz.

 

Lo único que pedían es que se publicara la denuncia de la feroz represión a campesinos indígenas Ixiles en el Quiché. Los quemaron con bombas de fósforo blanco. Así de salvajes en la represión han sido las clases dominantes y sus cancerberos. Este espantoso hecho se vio repetido una y otra vez con los Ixiles y otros pueblos mayas hasta completar 200 mil civiles no armados muertos durante el feroz enfrentamiento armado interno.

 

Honor a los muertos en la Embajada de España en Guatemala.

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