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sábado, 17 de abril de 2021

Con la mochila al hombro. Cartas desde la cárcel de Matamoros de la más alta seguridad (XX)

Con Nuestra América se une al clamor nacional e internacional por un proceso debido al Comandante César Montes, por el respeto a sus derechos humanos y constitucionales y por su seguridad sanitaria; por eso, semanalmente compartiremos páginas de su diario “Con la mochila al hombro. Cartas desde la cárcel”.
César Montes relata de manera vívida la cotidianidad en la prisión. Las condiciones insalubres, las historias abyectas de sus compañeros de infortunio, el hacinamiento, la cucarachas y las ratas como compañeras de vida, las recurrentes requisas hechas con violencia. Y en medio de todo ello, su libertad subjetiva a través del universo de la lectura.


9 de abril de 2021. 

 

Anoche hubo alarma de requisa. 

 

A las 9:30 pm entró un contingente de guardias penitenciarios, a la requisa en busca de ilícitos: armas blancas, de fuego, drogas, teléfonos. Nada de eso encontraron.  Al entrar al módulo donde me tienen preso, argumenté que existe una “Ley de protección a las personas de la tercera edad” que por mis 80 años permaneceré en el módulo. Me preguntaron “¿cómo está de salud?” Mal --les digo-- tengo tos seca, fiebre, dificultad para respirar, me duele el cuerpo, sospechan que tengo COVID19, pero no iré a ningún hospital donde si no mueren de eso, se contagian con otros virus y mueren. 

 

-¿Y ya lo revisó el médico?

 

- Si claro. Tengo cita para el 20. 

 

Me ayudaron a bajar de mi litera del segundo piso; lo hice temblando de fiebre y dificultosamente. Me respetaron. Permanecí adentro del módulo, sentado y presencié como buscaban caletas, tiraban al suelo colchones, ropa, alimentos, zapatos, sandalias.  En el sanitario tiraron toda la basura al suelo, papeles del baño; trastos de cocina, platos, vasos, todo revuelto y con eficiente minuciosidad.   

 

Al retirarse todo quedó como si un ciclón e inundación hubiesen pasado. Fuimos dos de la tercera edad que vimos en primera fila una requisa a full color, sin alteraciones.  En el otro módulo hubo dos golpeados levemente y algo encontraron (no supimos qué). Pudimos escuchar los gritos, órdenes,  protestas, amenazas, malas palabras, insultos y se intuían los malos pensamientos. 

 

Se blandieron las macanas, a algunos se les ordenó ponerse de rodillas con las manos en el cuello.  

 

Hubo un momento en que se fue la luz en todo el penal. 

Se escuchó gritería de los detenidos, se prendieron lámparas de los guardias penitenciarios, se pensó lo peor. Volvió la luz prontamente y preguntaron si faltaba alguien. Todos completos. Continuó el operativo.  

 

Más de dos horas de torbellino. Al finalizar, con los nervios alterados, dormimos en medio del desorden, pero nadie salió comprometido con ilícitos.   Recién había entrado al otro módulo un nuevo detenido que preguntó “¿esto ocurre con frecuencia?”. “Cada tres o cuatro días”, le dijeron en medio de carcajadas de los que llevan decenas de años presos. 

 

Otro día más en el paraíso.

 

10 de abril de 2021.

 

Los comentarios sobre la requisa imperan. Entre lo veraz y la imaginación hay que desentrañar los relatos. Cada uno fue protagonista de un incidente con los guardias. Lo cierto es que hubo retraso para abrir y eso produjo gritos, amenazas e insultos. Entre otros de los misterios de las cárceles, no incluyeron al Barrio 18. Las mentes maliciosas especulan, yo asumo mi más supina ignorancia ¿O finjo demencia? ¿Qué puede alguien imaginar en un país donde la corrupción hecha gobierno impera? ¿que negociaron tranquilidad con el Ministro? En la Guatemala de hoy, todo puede ocurrir, el descaro y la prisa por el enriquecimiento ilícito, desmedido y acelerado es ya sistemático.

 

Todos los días aquí son una violación a la “Ley de protección a las personas de la tercera edad” de la cual Guatemala es un Estado suscriptor.Parece que el destino me deparó conocer las cárceles por dentro para denunciar lo que pasa y pedir que se rectifique.  Es una experiencia que otros vivieron en su juventud. A mí me tocó en la última etapa de mi vida. Cuando encarcelarme es ignominia, cobardía, demostración de bajeza de espíritu y revanchismo fascista.

 

Fortalezco mi moral y se ratifican mis principios ideológicos revolucionarios: Moriré como viví.

 

11 de abril de 2021.

 

Sigue el calor exagerado en el módulo. Hay plaga de moscas. Las cucarachas pequeñas, sobrevivientes del diluvio universal (si hubo algo como eso) salen en bandada al anochecer, las ratas tratan de salir por la reposadera. En el módulo se encierran todos los malos olores de catorce detenidos, transpirando, roncado, respirando aire contaminado, tibio, que lanzan dos ventiladores grandes encendidos día y noche.

 

Salir al corredor es respirar aire fresco y mirar las paredes y concertinas electrificadas con alta tensión.

 

No hay visitas por la pandemia. Los privados se tensan, estresan y se tornan irascibles unos con otros. Se entiende, ya que el encierro significa aislamiento del mundo exterior. Los árboles vecinos no albergan pajarillos, eventualmente las ardillas se aproximan a comer en la garita de entrada.

 

Vinieron varios abogados, entre ellos, mi abogado defensor Berganza. Con él tuve otra versión de la solidaridad que recibe mi situación de preso político. Crece el repudio a mi encarcelamiento, en la misma proporción que crece el desprestigio del narcoclepto régimen imperante. Nadie cree que una nueva cepa de COVID19 afecta la frontera con México. Asegura el gran público que algún negocio corrupto se está cocinando.

 

Vino una delegación oficial del país dominante: USA. Las ineptas autoridades hicieron sobrevuelos nocturnos de helicópteros donados para combatir al narco. Burda y estúpida maniobra. Los gringos saben muy bien quienes en el gobierno están en el rentable negocio del polvo blanco, que no es harina, producido en Colombia y consumido en Norteamérica.

 

12 de abril de 2021.

 

Sorpresivamente llovió.  Refrescó el ambiente, se inundó el corredor, de seguir el ritmo sería una tragedia.  Debo comunicarme con la familia porque mi abogado no logra entrar al penal.  Diferentes argucias para impedirlo, venganza militar seguramente, porque otros abogados sí entran. No hay duda, es algo personal. 

 

Continuamos recibiendo clases de inglés con Karen, mulata de origen porteño que coordina, y “Zacapa", el instructor. Se escucha todo el día el tintineo del vaso de plástico donde bailotea el dado con el que se apuesta una y otra vez, es uno de los pocos entretenimientos, que compite con las barajas. En algún lugar del otro módulo se juegan partidas de ajedrez entre los pocos que saben hacerlo. 

 

Hoy vino Jessica, la no vidente, apreciada y respetada que, exitosamente, ha tenido alumnos que aprenden a hacer velas, veladoras, adornos navideños de esterlina coloreada.  Algún preso confiesa, en conversación que tuvimos, que entró desconociendo todo sobre las drogas y ahora tendría doctorado si hubiera escalafón universitario. Aquí recorrió ese amplio y destructivo sendero. Presume que ya está superado, y que sólo consume su puro de mariguana diario, en la esperanza de que se legalice.  Afirmó que, si sale,  se dedicará a sembrarla en viveros,  tal como vio en un amplio video de YouTube.  Virtudes dudosas del sistema de rehabilitación social en el país de la eterna dictadura.  

 

Tuvimos abundante comida gracias a los privados que tienen gran cantidad de recursos económicos.  

 

Realicé ejercicios de marca 45 metros y pesas 15 minutos.

 

13 de abril de 2021.

 

Como todos los días, soy el primero en levantarme, hago mis ejercicios de Tai Chi, el primer acompañante llegó, puso música desestresante; dormir en las condiciones en que lo hacemos, estresa más.  Músicoterapia es lo que creo que hicimos.  

 

Bañado, después de desayunar, frutas, granola y miel, pude salir de la cárcel y viajar a  caballo con la División del Norte, a veces en tren junto al modesto vagón rojo donde viajaban y dormían el General Felipe Ángeles y Pancho Villa, invencible,  agreste, intuitivo,  certero en sus previsiones, forjando de la nada un nuevo ejército verdaderamente popular “sin par en las historias y las leyendas, mientras su estrella siguió alta en los cielos” (Gilly). [1]   Ellos combatiendo “la deshonra, traición y vileza” del ejército golpista de Huerta. Aprendiendo el gran arte de la guerra con su costo de miles de muertos y cientos de miles de heridos en una guerra fratricida que derrochó heroísmo e injusticias, componentes ambos de todas las guerras. 

 

Querido/a lector/lectora: ¿Logré sacarles de las rejas de mi prisión y llevarles al Norte de México? ¿leer acaso no libera? 

 

Adolfo Gilly me lleva en las alas de sus líneas hasta la grandeza de una revolución, precursora de la gran revolución rusa contra el zarismo. Ninguna arma mejor que un libro. Ninguna guerra mejor que la guerra de ideas.  A esa dedico la mayor parte de mi tiempo, en medio de la pandemia, las rejas y la falta de justicia pronta y cumplida, pero sobre todo que sea efectiva. Aquí varios presos luchan por mantener la moral en alto. 

 

Nuevamente llovió.  

 

Aún resistimos. 



[1] Adolfo Gilly, internacionalista, en la década de los sesenta estuvo integrado a las guerrillas junto al Comandante Marco Yon Sosa. Ahora, convertido en historiador, académico e intelectual prestigioso.  Hemos conversado sobre su experiencia en Guatemala. Respeto su persona y admiro su capacidad literaria (CM).

 

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